A principios de la década de 1990, el entonces intendente de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Grosso, firmó un convenio con el ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero, para que toda la flota de colectivos del área metropolitana utilizara gas natural comprimido (GNC). Pero como la convertibilidad abarató el precio del resto de los combustibles las empresas de colectivos se negaron a implementar estos cambios.
A más de diez años de esta propuesta, la depreciación del peso llevó a la legisladora porteña Maria Lucila "Pimpi" Colombo a retomar esta idea, aunque con una formato distinto. El proyecto de la diputada justicialista no obliga a las empresas a implementar el GNC, sino que al ser únicamente declarativo pide que el Poder Ejecutivo porteño promueva la reconversión de los transportes públicos de pasajeros a través de una línea de créditos blandos implementada por el Banco Ciudad.
"Las ventajas de la reconversión son múltiples ya que, por una parte, resulta menos contaminante la utilización del GNC, por lo que ya se obtiene una importante ventaja en lo que hace a la calidad de vida de los vecinos. Además, en lo relativo a los costos de explotación por parte de los propietarios de las unidades de referencia, resulta ser sensible frente a dos fenómenos que concurren en la actualidad: la merma en la demanda y los incrementos de los otros combustibles utilizados previo a la reconversión que se pretende financiar", fundamentó "Pimpi" Colombo.