"No hay que pelearse porque Aníbal finalmente va a venir al pie, como siempre. Necesita a Kirchner", concluyó Alberto Fernández en la intimidad de una reunión con su tropa porteña, un día antes de encontrarse con Aníbal Ibarra en la Casa Rosada, después del duro cruce público que ambos habían tenido en torno al papel de la Policía y de las responsabilidades de la Nación y la Ciudad frente a los graves incidentes del viernes último en la Legislatura.
Luego, vino el encuentro formal entre los socios de la coalición que distendió la situación, pero no curó las heridas profundas que ya existían y que volvieron a abrirse en medio de los destrozos. Más allá de las declaraciones formales y públicas, de uno y otro lado sospechan que las cosas tardarán en acomodarse.
"Ahora viene a decir que quiere a la Policía, cuando nunca la quiso", se queja uno de los participantes de la reunión con Fernández, quien a pesar de su disguto privado con el aliado porteño le pidió a sus seguidores en Capital que "bajen los decibeles" con Ibarra.
Por su parte, el ibarrismo volverá a activar en el Congreso nacional el traspaso de la Policía la Ciudad. La diputada Silvana Giudici, una de las representantes de Ibarra en el Congreso, aseguró públicamente que si el Gobierno porteño hubiera estado al frente de la seguridad, otro hubiera sido el accionar de la Policía.
Giudici, ex secretaria de Acción Comunal del gabinete ibarrista, recordó que el Gobierno de la Ciudad debió enfrentar "situaciones de mayor riesgo" con vendedores ambulantes y piqueteros, en las que, según juzgó, intervino "exitosamente" la Policía. "La misma que el viernes se mantuvo pasiva", remató.
Es que los destrozos en la Legislatura porteña reflotaron en el Congreso el reclamo por la autonomía de la Ciudad. La idea es que los veinte diputados nacionales por Capital que, días atrás habían presentado proyectos para el traspaso de la Justicia y la policía a la órbita porteña, impulsen esta iniciativa sobre tablas, a principios de agosto.
Pero lo que no termina de digerir Alberto Fernández no tiene que ver estrictamente con el manejo de la Policía, sino con la actitud de su aliado en la Ciudad.
Según evalúa en privado el jefe de los ministros K, Ibarra "se sumó a la oposición para pegarle al Gobierno nacional". Tanto es así que hasta casi el final del encuentro que ambos tuvieron en la Rosada, Fernández esperó una disculpa pública del porteño, que finalmente no se produjo.
Mientras se desarrollaba la reunión entre Fernández e Ibarra, los albertistas capitalinos evaluaban un informe de la Federal que había llegado a sus manos y que, según interpretan, les da la razón en no haber reprimido. Siempre según la óptica K, el informe también desmiente que el macrista Santiago de Estrada -otro blanco del enojo kirchnerista- haya pedido refuerzos de seguridad durante los graves incidentes del viernes.
"La seguridad está garantizada, ahora o el 4 de agosto", retrucan cerca de Fernández, quien al final de su reunión con el jefe porteño destacó la "cordialidad" del encuentro. El propio Néstor Kirchner se encargó personalmente de asegurar que "no hay enfrenamiento con nadie".