Seis meses después de que los empleados de Metrovías iniciaran una campaña pública para reclamar que se declarara insalubre su trabajo y se les redujera su jornada laboral de 8 a 6 horas, la empresa concesionaria del servicio de subtes de la Ciudad de Buenos Aires decidió instalar expendedoras automáticas de boletos en sus estaciones.
Pese a la insistente protesta realizada los trabajadores no lograron la reducción horaria por el veto de Aníbal Ibarra a la ley que así lo establecía. Los empleados ahora creen que la decisión de Metrovías es una "contraofensiva" a sus reclamos, debido a que a raíz de la automatización de la venta de boletos se espera que, en una primera etapa, se eliminen más de 100 puestos de trabajo. Esto implica un tercio de los empleados que actualmente se desempeñan en las boleterías.
Sin embargo, la empresa mantendría a los empleados hasta que los usuarios se adapten a la nueva operatoria. Luego, según denuncian los delegados gremiales, un centenar de empleados se quedaría sin trabajo a partir de la aplicación de prácticas tales como retiros voluntarios o no renovación de los contratos. NOTICIAS URBANAS intentó comunicarse siete veces con las autoridades de Metrovías, sin obtener respuesta alguna.