En lo que fue un cacerolazo autoconvocado, varios cientos de personas, ahorristas, atacaron esta tarde una docena de bancos ubicados en la city porteña. Ocurrió en protesta contra el corralito financiero que le impide sacar de esas entidades sus ahorros. Eran, en su mayoría, jubilados y gente de clase media.
En su recorrida por las calles del centro, los manifestantes ( en total unos 300) rompieron los vidrios de varios bancos y causaron daños a sus fachadas. También ingresaron a dos entidades, en las que causaron algunos destrozos y de las que fueron desalojados por la policía.
Algunos manifestantes intentaban expresar frente a las cámaras de televisión su enojo declarando: "no nos sentimos dueños de nuestro dinero". Explicaban la violencia como un síntoma "de la injusta medida", por el corralito bancario. Algunos con cacerolas y ollas como ruidosas armas, otros protestantes fueron mas allá: dejaron en la puerta de un banco una gallina muerta colgada por su cuello con una soga, como una metáfora de los ahorristas.
Ya fuera de si, los ahorristas atacaron luego un camión de transporte de caudales perteneciente a la empresa Prosegur en la esquina de Perón y Florida. Lo rodearon y comenzaron a golpearlo con palos y cacerolas "algunas personas se le trepaban al capot-, le pincharon las gomas de las ruedas, rompieron los gruesos vidrios y finalmente, con aerosol sobre sus puertas, le inscribieron "devuelvan los ahorros".
Elevando al cielo el desaforado grito de "chorros, chorros, devuelvan los ahorros", los manifestantes, en un estado total de euforia destructiva, atacaron el frente de una sucursal del Banco Francés, para después destruir la fachada e ingresar a un local del Banco Río, ubicado en Sarmiento y Florida. La policía se vio desbordada, pero no reprimió con violencia. Una vez adentro de la entidad bancaria, causaron destrozos en los frentes de algunos cajeros automáticos.
Las sucursales crediticias de los bancos de la Provincia de Córdoba, Credicoop y Sudameris también fueron presa de los manifestantes. En todos ellos los ahorristas intentaron por la fuerza ingresar a través de la puerta principal, pero no lograron tal objetivo, quedándose si unos minutos golpeando con cacerolas y piedras el frente de los locales. Finalmente, en la sede del Banco Francés (Sarmiento y Reconquista), los manifestantes ingresaron -causando destrozos- hasta el hall de la entidad. Un cordón de policías uniformados les impedía seguir avanzando, y al cabo de unos minutos, la protesta se deshizo.
Luego de la manifestación, que duró aproximadamente unas tres horas, el saldo que dejo el violento cacerolazo en las calles del centro porteño fue caótico: vidrios rotos, fachadas destruidas, innumerables graffitis con inscripciones agresivas en contra de las entidades bancarias y hasta un camión de caudales destruido. Todo un símbolo.