Sobre la campaña de cara a octubre, Jorge Giacobbe cree que Juntos por el Cambio intentará su remontada sosteniendo la polarización con Cristina, mientras que el Frente de Todos, con el camino allanado, se cuidará de no entrar en discusiones estériles ni cometer exabruptos.
¿Cómo puede entenderse el resultado inesperado de las primarias?
Hubo comportamientos diferentes del público antikirchnerista y del público antimacrista. El público antimacrista se sumó al público kirchnerista y salió a matar a Macri en el primer round. No se distrajo. Cristina puso unos 40 puntos: los restantes fueron del público que hubiera terminado en Cristina en segunda vuelta, pero decidió arrancar por ahí. El público antikirchnerista se confió, se dispersó y se comió un cachetazo, probablemente irrecuperable.
¿Por qué las encuestas fallaron?
A veces hay errores, pero esta vez todas estuvieron fuera de norma. Creo que el proceso de intensificación del efecto antimacrista se dio en los últimos 15 días, durante la veda, cuando ya no podíamos medirlo ni publicarlo.
¿A Macri le falló la estrategia de polarización?
Era riesgosa, pero factible. No imaginaron que Cristina iba poner a otro a la cabeza y desarrollaron una estrategia para algo que sucedió a medias. Aquel que quiere ir contra Macri pero no quiere votar a Cristina, construye lo que quiere ver: que Alberto puede ser diferente. No sabemos si lo es o no, pero esa persona toma la decisión en términos emocionales. El gobierno y el kirchnerismo querían polarizar para matar las terceras opciones: eso lo han logrado de forma muy exitosa.
El público antimacrista se sumó al público kirchnerista y salió a matar a Macri en el primer round. No se distrajo. Cristina puso unos 40 puntos: los restantes fueron del público que hubiera terminado en Cristina en segunda vuelta, pero decidió arrancar por ahí.
¿Hoy hay riesgos para la gobernabilidad?
Es increíble, porque hay un ciudadano de a pie que anda paseando el perro por Puerto Madero que es el virtual presidente, pero me parece que la gobernabilidad no está en riesgo. Los argentinos no quieren que Macri se vaya en helicóptero. Quienes baten el parche de la gobernabilidad son los que viven dentro del yogur de la política: los medios, los políticos, las empresas, el sistema financiero, el sindicalismo. Pero tienen una visión distorsionada con respecto a la opinión pública general.
¿Juntos por el Cambio tiene alguna chance de dar vuelta el resultado?
Técnicamente sí, pero es muy difícil. Alberto tendría que estar debajo de los 45% y Macri arriba de los 35%. Para eso, Macri tendría que crecer en 1.300.000 votos. Eso se puede dar, porque hay quien no fue a votar y porque algunos que votaron a Espert, Gómez Centurión o Lavagna pueden ir contra Cristina. Pero además Alberto tendría que bajar 250.000 votos. Y yo me pregunto por qué habría gente arrepentida de votarlo. No lo veo. Excepto que haya un cajón de Herminio Iglesias de tamaño tal que asuste al público antimacrista. La política argentina es tan bizarra que tenemos un cajón de Herminio todas las semanas y la cosa no cambia.
¿En octubre Macri va aspirar los votos de los otros candidatos, como si fuera un ballotage?
Es algo por construirse. Macri no ganó en 2015 y en 2017 porque la gente creía que era Winston Churchill, sino porque la gente lo utilizó como herramienta como Cristina. Hay dos opciones: o arranca una gesta épica o la gente cree que esa herramienta ya está agotada. Ahora bien, ¿el Macri de la conferencia de prensa del lunes es un hombre capaz de despertar esa épica?
¿Cómo van a seguir las campañas de las dos fuerzas principales?
Cambiemos va a recordar por qué la gente le soltó la mano a Cristina y en el Frente de Todos va a haber un disyuntiva: Alberto va a tratar de hacer la plancha y que no se discuta más nada pero también de contener los exabruptos del kirchnerismo. Veremos cuán soberbio se muestra el kirchnerismo frente al ánimo triunfalista.
¿En qué sentido?
Es un peligro ponerse soberbio frente a la sociedad argentina. Cuando Cristina lo hizo, la gente le soltó la mano, cuando Macri lo hizo, la gente lo castigó. Los argentinos siempre están en crisis y al primero que castigan es al soberbio.
Macri y Alberto Fernández ya hablaron dos veces. ¿Ese diálogo va a seguir?
Lo hicieron para calmar los ánimos, porque ninguno de los dos quiere quedar incendiado ni recibir algo incendiario. Y si lo iniciaron es para mantenerlo, por eso ahora los dos están obligados a llevarlo adelante, porque el que lo rompa va a quedar en ridículo.