En el peronismo nacional empezó una nueva era y la Capital parece que no va a ser ajena a la puja de poder que se avecina entre los dos socios electorales triunfantes del pasado 27 de abril. Obviamente nos referimos al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y a su promotor, el ex presidente Eduardo Duhalde. La sociedad entre ambos no es que esté dañada al momento sino que ahora, con Carlos Menem derrotado, la conducción del panperonismo que imaginaba Antonio Cafiero y que ahora pretende implementar Kirchner en otra versión, va en camino de sus primeros roces mientras se agotan vertiginosamente los rounds de estudio.
La foto de Mauricio Macri con Felipe Solá no salió de un repollo. Mucho que ver con ella tiene el presidente saliente, quien en uso de sus funciones tuvo una excelente relación con Aníbal Ibarra, a punto tal que el jefe de Gobierno lo halagó en su momento con un recordado comentario de que "con Duhalde tuve mucho mejor feeling que con De la Rúa", aunque con este último haya compartido la Alianza que lo llevó al poder. Pero todo cambia en política y ya no hay nadie que se anime a asegurar que el famoso eje Kirchner – Solá – Ibarra sea tan sólido como hasta hace pocos días se lo imaginaba.
El Frente para la Victoria es la herramienta electoral del kirchnerismo a nivel nacional y ese sello en la Ciudad parece ser patrimonio exclusivo del jefe de Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, quien acordó con Aníbal Ibarra -con la venia de su jefe- la integración del partido a Fuerza Porteña, la coalición que lidera el jefe de Gobierno.
Según fuentes del Ministerio del Interior, habría cierto malestar en algunas provincias por armados políticos que se reinvindican como "kirchneristas" y no entrarían en la interna provincial sino que podría darse el caso de que enfrentaran al peronismo gobernante. Esto -de confirmarse, por supuesto- sería intolerable para los mandatarios provinciales que ya se han puesto en contacto entre sí y con Duhalde.
Hay diversos aspectos a analizar en estas conductas políticas que tienen hoy más interrogantes que certezas. La respuesta a la foto Solá – Macri por parte de Kirchner podría haber sido por lo menos apresurada en un distrito donde aún nada está dicho en materia electoral y que promete tener la definición más ajustada desde que se instauró su autonomía y la que seguramente hará debutar el ballotage para los porteños. De cualquier manera, el ganador indiscutido de esa movida se llama Aníbal Ibarra, quien logró quebrar la neutralidad.
Por otra parte, el ingreso "a full" en la campaña de ciertos actores como el vicepresidente de la Legislatura, Jorge Argüello, connota una mayor densidad política en el campamento macrista, algo de lo que adolecía el presidente de Boca. Si este gesto -entre otros- constituyera la punta del iceberg del apoyo duhaldista a Macri, la Capital podría llegar a sufrir la resolución de una "interna peronista" con dos candidatos de otro signo político, con un PJ casi ausente, en una situación de transversalidad atípica por la cantidad de "rehenes" que quedarían atrapados en la misma.
Qué pasaría si Elisa "Lilita" Carrió finalmente reviera su decisión y aceptara encabezar la lista de diputados nacionales de Fuerza Porteña. Kirchner quedaría brindándole logística a la blonda diputada chaqueña, hoy necesitada de un resultado positivo que prolongue su permanencia en el escenario nacional luego del quinto puesto en las nacionales. ¿Será ésa la intención del santacruceño, la de armar un amplio frente progresista o será una consecuencia no buscada de su acuerdo estratégico con Ibarra?
No deja de llamar la atención la pasividad política de Daniel Scioli en el distrito que lo vio nacer y lo introdujo en la política. Vale la pena recordar que tan sólo cinco meses atrás encabezaba las encuestas de intención de voto en la Ciudad de Buenos Aires y ahora no registra ningún movimiento personal que refiera a la suerte del gobierno que integra en lo que hace a su juego en la Capital Federal.
También los partidos menores -incluido el radicalismo- quedarían atrapados en un escenario de fuerte polarización y probablemente con una escasa cosecha parlamentaria que volvería casi al bipartidismo. El PJ-Capital o al menos una porción importante de él que se aprestaba a cerrar filas con Macri podría llegar a retroceder para no contrariar los acuerdos gestados en la Casa Rosada. Pero la CAP (órgano máximo del PJ) le otorgó soberanía a su decisión. Otros peronistas ya venían trabajando en esa línea más allá de la reunión cumbre de ayer jueves y quedaron a cubierto con la maniobra.
Nada se ha roto hasta ahora entre Kirchner y Duhalde, a pesar de que ellos no imaginan a futuro dos peronismos iguales. Uno, buceando la posibilidad de cambiar las estructuras y acercar la fuerza nacional hacia el Frente de la Victoria con sus nuevos aliados y otro, que buscará acuerdos con los gobernadores justicialistas sin abrir el frentismo histórico peronista más de lo necesario. La Ciudad de Buenos Aires puede ir en camino de convertirse en una nueva Misiones. Es el turno de que mueva Duhalde.