De taradas no tienen nada

De taradas no tienen nada

Desde hace tiempo, Las Taradas vienen transitando diversos escenarios porteños, cada vez con mayor cantidad de seguidores, atraídos por una propuesta divertida, y particular.


Ya desde la entrada, los espectadores recibían un cotillón que incluía maracas, bigotes y el programa de lo que se iba a ver, para hacer del recital una verdadera fiesta.

Minutos antes de las 22, las chicas cruzaron el teatro entonando a capela “El otorrinolaringólogo”, para subir al escenario que, decorado como si fuera el patio de una casa, con una mesa con invitados, respondía justamente a la estética del disco, muy kermese. Los bigotes fueron protagonistas de “Cartas a Eufemia”, y las maracas tuvieron su momento con “Pepito”.

Las Taradas basan su repertorio en canciones poco conocidas de los años 40 y 50. Si bien conservan la sonoridad y esencia original, le agregan un toque personal y más cercano. Así se irá del bolero al cha cha cha, pasando por el swing o el blues, haciendo escalas en canzonetas napolitanas, rancheras o cumbias, cambiando el idioma –español, inglés, italiano y francés– de acuerdo con la canción. Cada tema tendrá su historia y su reescritura única. Con “El show del perro salchicha”, de María Elena Walsh, se levantará la platea al tiempo que Malena Vieytes subirá al escenario para poner en juego un lenguaje de señas para ilustrar la canción. Las luces bajarán para “You’re the Boss” y “Coucou”, los aires a go-go darán paso a “Comin’ Home, Baby” y el vértigo se hará presente con “Cocaine Blues”. Con “Santa Marta” se armó un trencito pero también hubo aires balcánicos cruzándose con sonidos latinoamericanos. Las Taradas empezaron a despedirse con “La parranda” y “Americanizada”. Y el punto final fue “Que no, que no”. Pero quedaba una sorpresa más. Un medley final que tuvo como invitados a Alvy Singer y a Miss Bolivia.

La fiesta terminó y hubo que volver a casa, no sin antes preguntarse cuándo volverán a presentarse Las Taradas. Por eso no es nada extraño que, después de ver su show, uno se vuelva fan de la banda y le quede revoloteando una canción en la cabeza o un pasito de baile. A los que no fueron, vayan buscando la próxima cita, y a los que fueron, nos volveremos a ver, cuando las chicas lo dispongan, para una nueva ceremonia, orgullosamente “tarada”.

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