Un joven de constitución similar a Braian Gallo -pobre, se puede decir- fue detenido este mediodía en suipacha al 400, presumiblemente por robar de un supermercado de propiedad de personas del extremo oriente un yogur y un paquete de galletitas.
Ocho policías se arrojaron sobre él y lo detuvieron. Pero ocurrió que mientras el operativo para encalabozar al peligroso delincuente se llevaba a cabo, el periodista Martín Rodríguez -excolaborador de Noticias Urbanas- detuvo su bicicleta al costado de la calle y les preguntó respetuosamente a los guardianes de la ley por la razón de su procedimiento.
Inmediatamente, los agentes del orden ampliaron su mira, esposaron al cronista malhechor y también lo detuvieron por preguntar. No se puede cuestionar el accionar de la ley e indudablemente, sus agentes no podían permitir que delincuentes de tamaña peligrosidad siguieran caminando por la calle. Además, existe un protocolo no conocido por los ciudadanos, que recomienda a los agentes del caos policial a detener a los que cuestionen su accionar mientras están operando.
¿El resultado del heroico operativo policial? Dos peligrosos malhechores presos, uno por llevarse un yogur y un paquete de galletitas y el otro, por cuestionar el maltrato -en eso la Policía de la Ciudad se especializa- hacia un ciudadano con pinta de pobre.
Mientras tanto, Toto Caputo, Guido Sandleris y Federico Sturzenegger, que fugaron miles de millones de dólares desde Buenos Aires hacia el mundo, siguen caminando por la calle como si nada.