El club Comunicaciones, como tantos clubes que sufrieron la crisis económica y los desmanejos dirigenciales, fue declarado en quiebra.
En cumplimiento con las normas vigentes, un órgano fiduciario asumió la administración del mismo. En el caso puntual, una de sus primeras acciones fue cerrar el instituto educativo que allí funcionaba.
Hace 10 años los docentes se reunieron y conformaron una cooperativa llamada Instituto Comunicaciones que logró reabrir el mismo y llevarlo de los 30 docentes y 75 alumnos con que contaba por aquel entonces a los 78 docentes y casi 550 alumnos que caminan sus pasillos en la actualidad.
Para ello se realizaron inversiones y mejoras que dieron forma a un colegio donde en los tres niveles educativos se brinda una orientación humanística y deportiva, que cuenta con el apoyo de los padres de los chicos y de toda la comunidad.
Paralelamente, el club fue presentando distintas vicisitudes. La más problemática de ellas se encuentra relacionada con un grupo de violentos que conforman la barra brava del club.
Los mismos han ido direccionando la vida del club, adentrándose en sus raíces hasta instaurar un verdadero reinado del terror.
Los miembros de esta barra brava habían tomado instalaciones del club e impuesto condiciones de procedimiento, incluso para el órgano fiduciario que el magistrado interviniente había designado.
Es de destacar que cuando se intentó poner coto a ello y se solicitó la colaboración de la comisaría con jurisdicción en el club, la 47ª, se produjeron hechos de violencia aún peores. Al punto tal que uno de los miembros del citado órgano fue agredido brutalmente y debió quedar internado durante varios días.
Ante lo sucedido, el juez interviniente, con el claro objeto de proteger la integridad física de todos los involucrados, decidió clausurar el club hasta tanto se pueda implantar la consigna policial necesaria que habilitaría a continuar con las actividades.
Ello, sin perjuicio de las manifiestas buenas intenciones, se encuentra perjudicando tanto al Instituto educativo, que al no poder acceder al club no logra cumplir con la orientación educativa consensuada; como a los socios del club que no pueden disfrutar de las instalaciones; y deportistas y federados, que no pueden entrenar, corriendo riesgo de perder sus categorías.
Sin perjuicio de ello, se siguen jugando, a puertas cerradas, partidos de fútbol, que son transmitidos por Fútbol para Todos. Es decir, los únicos beneficiados continúan siendo los violentos de siempre.