Hay quienes sostienen que la adolescencia es la etapa más difícil y conflictiva de una persona en tanto establecimiento de sus relaciones sociales que lo definirán como un adulto ?serio?. No obstante, la educación y los valores que se van adquiriendo como mandatos sociales se extienden a lo largo de la vida. De ahí, que los individuos recuerden con añoranza u odio ese período. Es aquí donde nos encontramos con Belén y Morita. La primera, bella y de mundo, radiante pero sin suerte en su vida sentimental, cree que a través de un catálogo puede comprar al hombre de su vida. En cambio, Morita es más introvertida, con otros valores pero con la misma falta de fortuna para conseguir pareja. De más está decir que Belén era "la" chica del secundario y que Morita tenía un rol más pasivo en su adolescencia. Como antaño, un hombre estará terciando entre las dos y será el nexo entre el presente y el pasado.
El desarrollo de la puesta es dinámico y juega con el estereotipo con el que se construye a los personajes pero no se queda en la mofa, sino que abarca un sutil planteamiento con respecto a los valores con los que uno crece, se desarrolla y de los que a veces también trata de escapar.
La escenografía es de buen gusto y fundamental para la construcción del personaje de Belén, a cargo de Lorena Bernasconi, quien la dibuja con maestría, añadiéndole los aditamentos para que sea odiosa pero sin caer en exageraciones o burlas. Ya todos conocemos a muchas con esos delirios de Paris Hilton. Ángeles Martínez es Morita, la cara de la cordura, timorata y creyente en el amor.
Fina en su composición y más aún con la vuelta de tuerca que propone un final que sucede en el momento exacto, La compra es una comedia que tiene mucho para descubrir más allá del humor de las situaciones que ofrece.