Juan Manuel Olmos es doblemente vicepresidente: es el vice segundo de la Legislatura porteña y el vice primero del PJ de la Capital. Y fue uno de los dos primeros dirigentes del peronismo porteño en criticar las decisiones electorales de Alberto Fernández en la Ciudad. El otro fue Víctor Santa María, titular del poderoso sindicato de encargados de edificios (SUTERH), con quien Olmos mantiene una estrecha relación política. "Nosotros decíamos que Telerman y Filmus debían ir en un mismo espacio. Telerman podría haber ganado la Jefatura de Gobierno y Filmus salir primero en la elección de senadores", señala Olmos, en la entrevista con NU. Actualmente, tanto Olmos como Santa María forman parte de una corriente de renovación en el PJ porteño que se propuso recuperar el caudal electoral del peronismo en la Ciudad, dar pelea en las elecciones del año que viene y sumar fuerzas para disputarle al macrismo la Jefatura de Gobierno en 2011. Olmos lo dice sin vueltas: para él, el mejor candidato porteño es Jorge Telerman. Y sostiene que Alberto Fernández, aún presidente del PJ local, deberá acatar esa postulación si la orgánica partidaria lo decide así.
-La situación electoral en los últimos años fue adversa para el peronismo en la Ciudad de Buenos Aires, ¿cómo piensan revertir esa situación?
-No alcanza con tener una identidad partidaria solamente para una elección. Es condición primaria tener una estructura política. También, una idea de lo que se quiere representar y finalmente, un buen candidato. La búsqueda de las tres cosas es lo que estamos trabajando. En principio, toda estructura tiene que tener una lógica orgánica. Lo que estamos armando ahora es esa lógica orgánica. Tratar de que todos los dirigentes peronistas estén dentro de la estructura del PJ.
-¿Pero por qué cree que aún en el mejor momento de Kirchner, el apoyo popular al Gobierno nacional no se vio reflejado en el distrito porteño?
-Yo creo que la elección de 2005, que coincide con el apogeo de Néstor Kirchner, fue una muy buena elección. El electorado porteño no tiene puesta ninguna camiseta y en cada elección manda un mensaje diferente. A veces se tiene oportunidad de ganar y a veces, aunque se tenga el mejor candidato y la mejor estrategia posible, si la demanda social va para otro lado, indefectiblemente es una derrota. Depende del humor social y para dónde vaya el electorado. No es lo mismo el caso del justicialismo, que es una estructura comprometida con un proyecto nacional como el del gobierno de Cristina Fernández, que el caso de Macri o de Carrió. Para las personas que se representan a sí mismas y no tienen una estructura partidaria es mucho más fácil acomodarse a la demanda de los porteños. En las últimas elecciones a jefe de Gobierno tuvimos una campaña donde la gente reclamaba eficiencia, soluciones. Estaba cansada de los gobiernos de la Alianza y de Ibarra. Y encima nosotros dividimos un electorado que era compatible, dividimos el voto de Filmus y de Telerman. La elección de 2007 sería el manual de cómo perder teniendo dos candidatos que comparten un mismo electorado.
-¿Por qué quienes disentían con la división no la criticaron públicamente en el momento adecuado?
-Convengamos que toda la etapa de Alberto Fernández como jefe político del distrito no fue la etapa de un cabildo abierto, por decirlo generosamente. Fue una etapa donde su capacidad de ejercicio del poder fue muy fuerte, muy elevada. Todo el mundo sabe que mis discusiones con Alberto Fernández eran fuertes, pero tampoco desconocimos su conducción. Eso hay que decirlo claramente. Si nos equivocamos hay que asumirlo como autocrítica. Nosotros en su momento lo dijimos: queríamos que hubiera un solo candidato. Que había que buscar un mecanismo donde Telerman y Filmus estuvieran en el mismo espacio. Con encuestas en la mano, cuando empezó la última campaña a jefe de Gobierno, el mejor candidato, el que tenía posibilidades de ganar, era Telerman. Objetivamente, Telerman podría haber ganado y objetivamente, si todo el espacio hubiera ido junto, Filmus habría ganado la elección a senador. Lo que faltó fue que la conducción hiciera un acuerdo. Eso no se hizo. Algunos dicen que fue por un encono personal. Alberto dio una explicación política, que muchos no compartimos, de que era prioritario asegurarse la elección nacional a costa de relegar la estrategia en la Ciudad. Lo cierto es que cada uno sabe la responsabilidad que le toca. Algunos por decidirlo y otros por consentirlo, todos tuvimos una responsabilidad en esa división.
-Pero por lo que dice, no había mucha posibilidad de pataleo?
-Vuelvo a repetir. El kirchnerismo no es un estado deliberativo de decisiones y esto queda claro en cualquier tipo de debate o posición política. Eso también lleva a que haya un ejercicio a veces demasiado puro del poder, un modelo clásico de conducción peronista que muchos hoy empiezan a criticar al calor de los fracasos?
– ¿Dice "empiezan" o "empezamos"?
-No, yo no critico la metodología porque es la misma del 2003. En todo caso, uno puede criticar las decisiones de gestión y el empecinamiento en sostener algunas decisiones políticas que no tienen consenso. Pero a nivel nacional, a nadie se le consultó si se debía que cambiar la Corte Suprema y lo aplaudimos todos. A nadie se le consultó si había que hacer el canje de la deuda y sin embargo se hizo. A nadie se le consultó si las alianzas internacionales eran las correctas y sin embargo nadie lo criticó en su momento. Al calor del descenso del apoyo popular es mucho más fácil criticar. Me causa gracia escuchar a Ocaña decir que hay que volver al "kirchnerismo explícito". El kirchnerismo explícito no tenía ningún tipo de debate, como tampoco tiene hoy. Los liderazgos políticos se ejercen y si uno está de acuerdo los acompaña y sino, emprende otro camino. Criticar hoy la metodología, que es la misma que se ejerce desde 2003, tiene que ver más con acomodarse al humor social que a decir lo que uno realmente piensa. Si uno es valiente, es valiente siempre.
-¿Cómo ve el futuro de Alberto Fernández dentro del PJ porteño?
-Alberto Fernández fue el presidente del PJ porque era el jefe político del distrito. Esa situación hoy ha cambiado. Ya no es más el jefe político del distrito.
-¿Le van a pedir la renuncia a la presidencia del partido?
-No.
-Se lo pregunto de otra manera: ¿cree que debería renunciar?
-Creo que es una decisión que debe tomar él. Debe decidir si se hace cargo de ser el presidente del Partido Justicialista o si quiere emprender otro camino político. En la época en que Alberto era el jefe del distrito, él, además de presidente del PJ, era el jefe de todo el sector no justicialista del Frente para la Victoria y todos se referenciaban en él. Hoy no tiene la condición suficiente como para ser jefe de todo. Hoy es sólo un par del resto de los dirigentes con poder dentro del justicialismo de la Ciudad, que ostenta formalmente, además, la presidencia. Puede legitimar esa presidencia haciéndose cargo de su rol, pero si lo que él quiere es seguir teniendo una relación política con sectores como Diálogo por Buenos Aires, que exceden al justicialismo y que parecieran entrar en contradicción con el partido, el PJ, en este momento, no lo necesita. No sólo no lo necesita sino que no tiene la misma visión de con quién tiene que compartir las listas el año que viene. ¿Está claro? Si la orgánica del PJ definiera apoyar a Telerman, Alberto Fernández tendría que acompañar esa decisión. Ahora, si su idea es insistir en que no se debe hacer una alianza electoral con Telerman, entonces él entraría en contradicción con el PJ y por lo tanto, debería tomar la decisión de qué es lo que quiere representar. Si acompaña lo que piensa el conjunto del peronismo será el presidente del PJ, sino será solo el presidente formal. Nadie le va a pedir la renuncia, pero tampoco tendrán ningún tipo de peso sus decisiones. La de él pasará a ser una opinión más.