La publicación realizada en el Facebook por el comisario Héctor Eduardo González -titular de la Comisaría 8ª, situada en Almagro- sorprendió a propios y extraños. Allí el funcionario policial se refirió con muy poca discreción al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta -su superior directo-, deformando levemente su último apellido, al que convirtió en “La Rata”.
El comisario actuó de esta manera a causa de la contrariedad que le produjo a su emotividad el pase del personal de comisarías -que dependen de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana- a la nueva policía, llamada “Policía de la Ciudad de Buenos Aires”, que será el resultado de la fusión de ésta con la Policía Metropolitana. De todos modos, la actitud de Calviño refleja el malestar que reina entre muchos efectivos a causa del traspaso, que podría traducirse en el futuro en una catarata de juicios contra las autoridades de la ciudad.
Anteriormente, González -que se convirtió en comisario hacia el fin del año pasado, cuando fueron reemplazados 29 de los 54 comisarios de la entonces Policía Federal-, fue subcomisario en la seccional 42ª, de Mataderos.
La equiparación que realizó el jefe policial del apellido del mandatario con el roedor miomorfo de la familia Muridae le costó, casi instantáneamente, el fin de su carrera, según informó su superior, el superintendente de Seguridad Metropolitana Guillermo Calviño. Éste alegó que tomó la medida “por faltarle el respeto a la investidura de su jefe político”. Desde el martes pasado, el subcomisario Néstor Merli, que era el segundo jefe de la seccional, pasó a ocupar el cargo que dejó vacante González.
De todos modos, el destino de González ya estaba prácticamente sellado, dado que existe una denuncia por cohecho que dio origen a una investigación que determinará si el uniformado recibió coimas en el marco de las “quintas de los comisarios”. Éste es un sistema de recaudación originado en el dinero que pagan los comerciantes, aún los que funcionan dentro del marco de la legalidad, en concepto de “protección”.
Los comerciantes habilitados pagan por vigilancia adicional o, simplemente, para no ser asaltados por los ladrones protegidos por los policías. Los comercios sin habilitación, en cambio, deben oblar sumas mayores para recibir la “protección” de los agentes de la ley y el orden. Las “quintas” incluyen, entre otros, a los supermercados chinos, las farmacias, los restaurantes y las estaciones de servicio, que pagan fuertes cifras a los comisarios. Éstos se quedan con una parte y derivan el resto a las “cajas negras” de la policía.
