En la Argentina de estos días, la realidad transcurre frente a nuestros ojos a tal velocidad que se vuelve incomprensible hasta la tabla del dos. Así se conformó la gigantesca paradoja que viven cotidianamente los héroes silenciosos que sólo buscan vivir de la suya, mientras que ninguno de los declarantes mediáticos del Gobierno capta la propia realidad que transformaron con tan irresponsable incompetencia e inconsciente liviandad.
La paz que no llega
Desde aquellos sucesos de 1862, cuando después de la batalla de Lomas Blancas (La Rioja), el coronel Ambrosio Sandes, preso de un ataque de cruel desvarío, asesinara y luego quemara los cadáveres de cientos de sus enemigos, la furia se enseñoreó en el territorio argentino, como un virus que destruye los proyectos políticos que se edifican sobre la laboriosidad, la ciencia aplicada y la planificación. Aquel episodio le dio origen a la emblemática saga de “La Carbonera de Sandes”, un símbolo de la estupidez de un “tecnócrata de la masacre y el genocidio”, como los definiera Leopoldo Marechal en “Megafón o la guerra”.
La paz no es ausencia de guerra. La paz es el resultado de la política. Cuando no hay política, hay guerra, que es “la continuación de la política por otros medios” (Carl von Klausewitz). Esto se estudia en marketing y en cursos avanzados de gestión empresarial. Por esta razón, los empresarios no son buenos políticos y cuando llegan a trabajar en el Estado dejan tras de sí tierra arrasada. La guerra es una realidad cotidiana en las empresas, en las que siempre hay disputas internas y externas.
El Estado, por el contrario, es un asunto mucho más difícil. Para el Estado, el trabajador es lo más importante, porque es un servidor público. La fuerza de trabajo de un empleado o de un obrero del sector público no es una mercancía transable, sino un servicio a la comunidad. El salario no es un costo para el Estado, es una inversión. Además, el Estado lauda entre los contendientes de la economía, por lo que le pone límite a los beneficiarios del capital y obliga a los dueños de los medios de producción a obedecer las leyes laborales y de abastecimiento de la población.
Toda esta perorata viene a cuento porque los conflictos que se desatan todos los días entre los dirigentes políticos de la coalición gobernante ponen a la Nación en peligro constante. La moneda se desvaloriza, los activos de capital, también. Ni siquiera el riesgo-país se salva, a pesar de que era una variable sobre la que el presidente alardeaba que no le iba a traer problemas. Éste se encuentra, al momento en que se escriben estas líneas, “perforando los 1.500 puntos básicos”. Al mismo tiempo, el diario Ámbito Financiero publicaba este miércoles 28 de agosto un párrafo memorable, escrito en el idioma predominante de estos días: “’El mercado se volcó de lleno a las Lecaps en la licitación del Tesoro de hoy’”, opinaron desde PPI. La letra que vence el 11 de noviembre se colocó a 3,75% de TEM, la que expira el 28 de febrero del año que viene a 3,78%, la que vence el 30 de junio del 2025 a 3,9% y por último, la más larga de acá a un año, a 3,88%”.
Paralelamente, brilla por su ausencia en las preocupaciones gubernamentales la economía real, la que genera trabajo, la que genera cadenas de producción, la que transforma las materias primas en alimentos, en productos de uso cotidiano o en combustibles que, a su vez movilizan vehículos y maquinarias.
Mientras tanto, en la Casa Rosada, como no hay nada que hacer, hierven las aguas. El Jefe Karina Milei ya ha cruzado sus aceros con el ministro del Interior Guillermo Francos, con la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, con el legislador porteño Ramiro Marra, con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con la canciller Diana Mondino, con el presidente (ahora expresidente) del bloque de La Libertad Avanza en diputados, Oscar Zago, con la diputada Marcela Pagano, con la diputada Lourdes Arrieta y hasta con el tercer hombre en el gobierno, Santiago Caputo. Las guerras son tan brutales allí en el cenáculo presidencial, que la vicepresidenta suele hablar de “defensa preventiva” cuando despliega sus argumentos contra las granjas de trolls que operan para su superior (aquí se utiliza lenguaje castrense, claro) en la infernal maquinaria del estado.
Por su parte, Guillermo Francos, para no ser menos que su jefa inmediata, cruzó invectivas, ultrajes, improperios y aún blasfemias con Martín Menem, con Villarruel, con Omar de Marchi -enlace entre la Casa Rosada y el parlamento-, con el diputado Gabriel Bornoroni y con el senador Bartolomé Abdala, por diferentes razones. En general, los roces entre la Rosada y el Congreso tienen que ver con los absurdos mamotretos que llegan al parlamento, que incluyen leyes interminables que deben ser defendidas a pesar de que nadie las leyó. Fue el caso del Decreto 70/24 y de la Ley Bases.
Un capítulo aparte merecen los furcios de la inefable Lilia Adela Bolukalo Lemoine. Más allá de sus frecuentes comentarios acerca de variadas temáticas científicas sobre las cuales dudan aún los propios científicos, Lemoine suele funcionar como una especie de alter-ego del presidente de la Nación. La lista de sus agravios es larga, pero en los últimos días se ensañó con José Luis Espert -a quien atacó acusándolo de gay. Inefable.
Paralelamente, en el día en que cierra esta edición, incompresiblemente el bloque de senadores de LLA expulsó a Francisco Paoltroni, que había cuestionado duramente al todopoderoso asesor presidencial Santiago Caputo. Esta serie de ataques, venganzas, insultos y bajezas de todo tipo intentan ser utilizadas -inútilmente- para desviar la atención de una crisis que comienza a agredir la economía de sectores cada vez más amplios.
PAMI, sí; PAVOS, no
La obra social de los jubilados, el popular PAMI (en sus comienzos, en 1971, se llamaba Plan Médico Integral y quedó esa sigla), que ahora es el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJP), por si los males fueran pocos, sigue envileciendo sus servicios.
Para que un jubilado conserve la cobertura de medicamentos de PAMI al 100%, ahora deberá cumplir determinados requisitos, a saber: que su ingreso previsional no supere en una vez y media el haber mínimo. Éste totaliza la suma de $215.580,82, o sea que el que quiera seguir cubierto no debe cobrar más de $323.371,23. Además, el beneficiario tampoco debe poseer más de una casa, ni un auto de menos de 15 años de antigüedad, ni un avión, ni un yate. Tampoco podrá estar abonado a una empresa de medicina prepaga. La excepción es que si no cumple todas las condiciones, pero gasta más del 5% de su jubilación en medicinas, tendrá derecho a seguir manteniendo el beneficio.
Los que quieran seguir teniéndolo, de todos modos, deberán encarar el trámite vía Internet, que será dificultoso, ya que la atención de PAMI por vía digital no es la mejor.
Kaput!!!!
El ministro Luis Kaput, “el Messi de las finanzas” anunció la reducción en diez puntos del Impuesto PAIS desde el dos de septiembre próximo. El coeficiente se redujo de 17,5% a 7,5%. Rige sólo para importación de bienes y fletes. Los viajeros que cargan su tarjeta de crédito seguirán pagando la totalidad del impuesto.
Es previsible que la medida, que favorece en especial a los autopartistas, es decir, a las automotrices, genere una mayor demanda de dólares por el incremento de las importaciones. Esto también va a impactar sobre una economía que se encuentra “atada con alambre”, en un estado de decrepitud y fragilidad proverbial. Para peor, el ministro Kaput se mostró esperanzado en que esta baja impositiva impacte en los precios hacia abajo, o al menos que disminuya la inflación, que es un objetivo pírrico del extravagante presidente que nos rige.
Mientras todos estos desatinos se concretan, el Ministerio de Economía anuncia asiduamente grandes operaciones como licitaciones de bonos de financiamiento (bicicleta) LECAP, BONCER y Bono Dólar-linked; abstrusas afirmaciones del ministro, que afirmó que “les estamos pagando a los jubilados un 5,5% real más en estos siete meses. Los jubilados le están ganando a la inflación desde que asumió el presidente Milei” y declaraciones del secretario de Finanzas Pablo Quirno, que dijo que “el equilibrio fiscal en la Argentina llegó para quedarse, porque es el primer principio innegociable que tenemos en el Gobierno”.
En las comunicaciones diarias del Ministerio de la timba no hay noticias de la industria, ni del trabajo, ni de la economía real. La única constante es la información sobre manejo de instrumentos financieros y bonos de todo tipo. Cero créditos para la producción, las exportaciones y las importaciones, más allá de la baja del Impuesto Pais.
El bienestar (¿)
Desde la asunción de Milei, al contrario de lo que afirmó el ministro Kaput, se produjo una enorme transferencia de ingresos desde el sector del trabajo hacia los propietarios del capital en cualquiera de sus formas. Hasta junio, según el Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), hasta junio, la caída salarial fue del 14,9%, comparada con junio de 2023.
La lista de los perjudicados la encabezan los trabajadores no registrados, cuyos ingresos cayeron un 24,9%.
Por el contrario, las empresas que multiplicaron sus ingresos hasta límites escandalosos fueron las hidrocarburíferas (YPF-Pan American Energy (PAE)-Tecpetrol); las alimenticias (ARCOR-Molinos Río de la Plata-Mastellone) y las metalúrgicas Ternium y ALUAR.
Por su parte, la pobreza se incrementó en un 58,6%, que son 13 puntos más que el último trimestre de 2023. Esta ecuación equivale a 7,8 millones de pobres. La caída del salario mínimo, vital y móvil fue, hasta junio, del 28,8%.
Lejos de tanta adversidad, la rentabilidad neta de las empresas alimenticias pegó un gran salto. ARCOR, Molinos y Mastellone registraron un incremento del 1.331% en sus ganancias en el primer trimestre de 2024. Las hidrocarburíferas YPF, PAE y Tecpetrol informaron de un salto del 790% interanual, es decir, con respeto al primer trimestre de 2023. Las metalúrgicas Ternium y ALUAR, en cambio, vieron incrementados sus saldos positivos en un 498%. La que se llevó el primer premio en esta desigual carrera, de todos modos, fue Molinos Agro, la exportadora de Pérez Companc, que registró un aumento del 4921% en sus saldos positivos.
Siempre ocurre en las épocas de crisis. Dicen que en el idioma chino mandarín, la palabra crisis es sinónimo de oportunidad. De todas maneras, la palabra oportunidad no equivale a equidad.
Luces rojas
El insospechado Orlando Ferreres planteó que el gobierno “en la teoría” debería devaluar el peso en un 40%, para llevar al dólar oficial a $1.430, un valor similar al dólar ilegal o “blue”.
Los dichos de Ferreres fueron complementados por una feroz represión contra los jubilados en la Plaza de los Dos Congresos. Una patota policial cargó con dureza contra los ancianos que protestaban por la salvaje caída de sus ingresos. Si la respuesta de los empobrecedores al reclamo social va a ser la Guardia de Infantería, el futuro de la Patria es negro.
Para cerrar los muchos males y los pocos bienes, en la semana siguieron llegando noticias inquietantes. El incremento a los jubilados será apenas mayor al 4%, en tanto que las tarifas de los servicios públicos seguirán su marcha avasallante hacia la derrota de los argentinos.
La luz y el gas aumentarán en promedio un 4 al 5%; la nafta y el gasoil se incrementarán en un 19,95% y en un 9.86% respectivamente. Como para elaborar un primitivo inventario, AYSA elevó sus tarifas en un 270,9% en 2024, mientras que los combustibles líquidos lo hicieron en un 79,38% en el mismo período.
También aumentarán en septiembre las prepagas (entre 4,5 y 5,8%), los colegios privados (no se sabe aún, pero será fuerte), el cable y la telefonía (4,9%), como para ahondar el suplicio de los bolsillos argentinos.
El cierre será el incremento al transporte público. Al quitarle el subsidio a la tarjeta SUBE a las 31 líneas de colectivos cuyos recorridos no salen de la Ciudad de Buenos Aires, el boleto aumentará posiblemente hasta un 35%. No va a haber respiro para los que se mueven por dentro de la ciudad.
Las equívocas luces rojas que iluminan débilmente el camino de la economía argentina incrementaron en 2024 la crisis que generó el propio gobierno que encabeza Javier Milei. Esta experiencia ya se vivió en la Argentina en 1955, con el Plan Prebisch y en 1976, con el Plan Martínez de Hoz, que hacía videos cuestionando hasta las sillas que se fabricaban en el país.
Miopía y estolidez que no cesan.