La Prelatura de Esquel y la Diócesis de Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut, emitieron un comunicado donde advirtieron sobre una “tragedia educativa” y la generación de chicos y chicas “semianalfabetos y analfabetos” por los conflictos salariales docentes que restan días de clase, además de la pandemia y la crisis en el sistema educativo.
En el documento sostienen: “Si a la deserción en todos los niveles, le sumamos los problemas nutricionales en los niños y el aumento de las situaciones de abusos que no son advertidos por falta de escolarización, el drama es mayúsculo”, todo ello en el marco de cuatro años consecutivos sin clases normales y la evidencia de “chicos y chicas que en los últimos años del nivel primario no saben cómo tomar un lápiz”.
El pronunciamiento firmado por el obispo Joaquín Gimeno Lahoz, de la Diócesis de Comodoro, y José Slaby, obispo prelado de Esquel, explican: “No sólo no comprenden consignas, sino que tienen una seria dificultad para leer y escribir, no entienden cómo hacer las operaciones básicas de la matemática, etc”.
En ese comunicado, remarcaron que además de la pandemia, en Chubut los conflictos educativos ya venían de antes, por los conflictos entre sindicatos docentes y el Estado, en donde responsabilizaron a ambas partes por esta “tragedia educativa”.
Y argumentaron: “Creemos que en todo el país una de las consecuencias invisibles de la pandemia ha sido el deterioro en la educación de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en nuestra provincia del Chubut es una verdadera tragedia. Hace ya cuatro años (o más) que todas esas franjas no tienen un año completo de clases presenciales”.
▶ La responsabilidad del Estado
Desde la iglesia chubutense precisaron que depende del Estado para salir del “círculo de desaliento” del sistema educativo al sostener: “El Estado puede salir de ese círculo con estabilidad en el pago de los haberes de los docentes en tiempo y forma, con el reconocimiento de paritarias y garantizando la equiparación con otros trabajadores del Estado. Azorados descubrimos que los albergues y algunas escuelas ni siquiera tienen sus edificios preparados después de dos años de pandemia; ello supone que muchos jóvenes, provenientes de parajes y pequeñas localidades, ven comprometida su continuidad educativa. Es terrible que sean decretos y no saberes los que determinan el paso de año o de nivel”.
Y añadieron: “Si cada uno de nosotros hacemos saber que queremos que el Estado utilice nuestros impuestos y erogaciones, privilegiando los gastos en educación sobre otros, es inevitable que se genere un cambio”.
▶ La responsabilidad de los sindicatos docentes
Además apuntaron también a una irresponsabilidad de los gremios por reclamar sus salarios dejando a los estudiantes sin clases: “Los Gremios pueden también evitarnos la tragedia con la búsqueda de caminos de diálogo y si eso no es posible, de protesta que no ponga en juego las clases; los docentes saben que estamos ante una generación de semianalfabetos y analfabetos. Los agremiados deben hacer llegar a quienes los representan su posición contraria a que el modo de protesta sea la suspensión de las clases y aquellos que no están agremiados, deben buscar los modos para hacer escuchar su voz y perder el miedo”.
Y concluyeron en documento de la siguiente manera: “Es hora de enfrentar la tragedia desde la conmoción, que nos estruje el corazón por cada día y cada hora de clases perdidas, que no haya posibilidad de escuchar ni una propuesta más en ningún ámbito mientras las niñas, niños, adolescentes y jóvenes no estén en las aulas. Es hora de que los docentes recuperen su identidad fundamental, que es enseñar y que el Estado privilegie la dirección de sus recursos a la educación”.