Los hombres del Presidente en la Legislatura porteña están furiosos con Aníbal Ibarra y sus legisladores más fieles. Lo acusan de no respetar el acuerdo que, según interpretan, hizo posible que el jefe porteño sea reelecto y también de preferir un tejido de acuerdos con el macrismo antes que con sus socios de la coalición oficialista.
"Nos subestiman. Están insultando nuestra inteligencia", disparó con dureza el legislador kirchnerista Claudio Ferreño, que ingresó al parlamento porteño por el partido que armó el periodista Miguel Bonasso (PRD), quien actualmente responde directamente al santacruceño.
La frase resume el estado anímico del kirchnerismo en la Legislatura, aunque la crisis es más amplia y se extiende, también, al Ejecutivo porteño.
Allí, el secretario de Descentralización, Héctor Capaccioli -mano derecha del jefe de Gabinete, Alberto Fernández- se queja porque, a pesar de que Ibarra le otorgó el espacio, el ibarrismo quiere seguir controlando los estratégicos Centros de Gestión y Participación barriales (CGP’s). Con Rafael "Balito" Romá -que el kirchnerismo cuenta ahora como tropa propia, después del portazo en el ARI- pasa algo similar. El reproche aquí es que al secretario de Desarrollo Social le están retaceando el manejo del presupuesto, elemento central de cualquier área.
Los problemas en la Legislatura son otros, aunque el motivo del pase de factura es el mismo. "Si ellos no nos consideran parte del oficialismo, después que no se quejen si tomamos distancia", amenazó uno de los legisladores del conglomerado kirchnerista, quien por ahora prefiere hablar fuera del grabador.
La frustración llega a tal punto que algunos empezaron a evaluar el distanciamiento de su bloque -seduciendo, incluso, a legisladores afines- de los que conducen la hiperibarrista Laura Moresi y el jefe del Partido de la Ciudad, Jorge Giorno, cuya tira metió cinco diputados.
"El que avisa no es traidor", apuntó el kirchnerista ofendido que amenaza con la guerra fría en la Legislatura. Uno de los nudos de la crisis es que los hombres del Presidente creen ver una suerte de alianza tácita entre el ibarrismo representado por Moresi (en la intimidad, el kirchnerismo bautizó a este sector como "ibarrismo de paladar negro") y Giorno con macristas como Santiago de Estrada o Jorge Mercado.
"Hay un acuerdo entre el ibarrismo de paladar negro y los sectores más duros del macrismo", denuncian.
Ésta es la alianza, interpretan, que posibilitó que De Estrada se alzara con el cargo más preciado del parlamento: la vicepresidencia primera. Muchos, incluso, acusan al propio Ibarra de motorizar la alianza parlamentaria con el macrismo que, según conjeturan, le daría más garantías de gobernabilidad que la que tendría con los socios del Gobierno nacional.
"La Legislatura tiene que tener su lugar. No puede ser solamente una convalidadora de resoluciones del Ejecutivo, como pretenden algunos ibarristas", disparan los kirchneristas. Y adelantan que si las cosas siguen así "saldremos a denunciar la situación públicamente". El día "D" parece ser la sesión extraordinaria acordada para mediados de febrero para tratar el Código Procesal Penal y las modificaciones al de Codigo de Convivencia.
"Éste es un ejemplo del pacto con el macrismo. A nosotros nadie nos consultó sobre esta sesión", explican. Además, suponen que la operadora de Ibarra, Moresi, está pactando con De Estrada a sus espaldas para introducir modificaciones al famoso código de Convivencia, caballito de batalla del macrismo en campaña.
Para complicar aún más las cosas, el bloque kirchnerista también tiene sus propios problemas internos. En la Legislatura aseguran que Miguel "Pancho" Talento -en su momento, el candidato del kirchnerismo para ocupar la vice primera de la Casa- y Ariel "Yuyo" Schifrin, ex mano derecha de Ibarra y sumado de lleno al kirchnerismo, están enfrentados.
Parece que Schifrin no superó el trauma de no haber sido elegido por los hombres del Presidente, que en su lugar prefirieron a Talento.