Convocado por la Red de Organizaciones Gubernamentales para el Desarrollo Sostenible y el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, se realizó el jueves un seminario
sobre el tratamiento de los "Residuos Sólidos en el Area Metropolitana".
Después de escuchar diferentes propuestas y exposiciones, una cosa quedó clara: en la gestión de los residuos y en la disposición final de la basura, los profesionales luchan
fieramente por mantener sus parcelas a salvo de los predadores -es decir, los otros profesionales y los miembros de las ONG’s- con un celo y una fiereza dignos de mejor causa.
El método que se utilizó para las exposiciones individuales quizás no fue el más adecuado: cinco minutos para cada expositor, al que a los cuatro minutos una integrante de la mesa de los anfitriones -a la que uno de los expositores la denominó "Castrilli"- le mostraba una tarjeta amarilla y cuando finalizaba su tiempo de exposición, una roja, como formas de presión para que no se excedieran, dado que había 35 oradores inscriptos.
Entre los que expusieron hubo funcionarios, miembros de las ONG’s y profesionales del área ambiental. Hubo propuestas de alto nivel técnico y de esmerada presentación, pero muy
pocos se acordaron de que, más allá de los residuos, hay gente que sufre las consecuencias de la contaminación que éstos provocan. Un ingeniero del CEAMSE, que dijo que "duerme tranquilo" porque la empresa hace lo que tiene que hacer en los "Centros de Disposición Final", por lo que se evita la contaminación de las aguas suterráneas. Seguramente el ingeniero Rosso duerme lejos del basural de Villa Dominico, en cuyas cercanías las madres temen que sus hijos mueran de alguna de las muchas enfermedades -gran parte de ellas letales- que provoca la contaminación.
Hubo también algunas ausencias. La diputada Beatriz Baltroc faltó a la cita, atrapada quizás por una sesión que exigía la presencia de todas las manos dispuestas a alzarse para aprobar algunos proyectos -como el de la ampliación de la red de subterráneos- muy importantes para el gobierno porteño. También estuvo ausente el representante de la empresa CLIBA, adjudicataria de la recolección de residuos en la zona 1, la más importante de la Capital.
La directora general de Higiene Urbana, Gabriela Faustinelli, destacó las tareas de "recolección diferenciada" que se efectúan en algunas zonas -muy acotadas- de la Ciudad y anunció un programa, "Buenos Aires recicla", que tendrá diferentes subprogramas en las escuelas, las grandes generadoras de residuos y en los servicios de recogida selectiva.
Posteriormente expusieron Daniel Palacios, del "Tren Blanco", que planteó la necesidad de ser reconocidos por las autoridades y por el resto de la sociedad. Paola Giordani, de la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, que depende del Ministerio de Trabajo, se refirió a la necesidad de que los hijos de los recolectores informales del Tren Blanco no sean llevados al trabajo por sus padres. Para destacar el trabajo de los "cirujas" manifestó que son los "únicos ecologistas que hay en Buenos Aires, porque todos hablan del equilibrio ecológico, pero ellos son los únicos que trabajan en algo concreto en ese sentido".
Hubo varios expositores de la Provincia de Buenos Aires, preocupados porque su territorio está siendo objeto de una acelerada degradación a causa de fenómenos naturales, exceso de población y, especialmente, a una falta absoluta de políticas ambientales. Hubo también una fuerte preocupación de parte de algunos expositores por tratar los marcos legales en los que se desarrolla la gestión de los residuos, en tanto que otros -en especial, algunos académicos- relataron experiencias de trabajos de campo concretos. Faltó quien analizara un tema fundamental: el control de las empresas recolectoras, que en la Capital y en los partidos del conurbano cobran los contratos más suculentos que pagan los municipios.