“Espero que todo el país termine enamorado de Christine.” La frase que Mauricio Macri pronunció en Nueva York, en alusión a su pomposo affaire con Madame Lagarde, tendrá su correlato discursivo en los próximos días.
El Gobierno está dispuesto a salir a evangelizar con un mensaje que está al borde del espanto. En un adelanto de lo que podría ser uno de los ejes de la próxima campaña electoral, la Casa Rosada ya adoctrinó a sus funcionarios para que salgan a decir que la economía argentina y su estabilidad económica necesitan de cuatro años más de Cambiemos en la Casa Rosada.
El FMI sueña con la reelección de Macri, porque confía en su capacidad de pago y especialmente en consagrar las reformas diseñadas en Washington para la Argentina. Resuelto el nuevo acuerdo con el organismo, que le permitirá al Gobierno poder financiarse hasta el próximo año, el de la encrucijada electoral, la expectativa es lograr la estabilidad en un año crucial que demostrará la firmeza o no del nuevo plan económico.
Siempre y cuando el fantasma de la volatilidad externa no vuelva a asomar la cabeza, el Gobierno trabajará para recuperar la confianza de los argentinos y hacerles entender que solamente con ellos en el poder se puede garantizar la estabilidad económica, pese a la recesión que ya es reconocida oficialmente hasta por el propio ministro Nicolás Dujovne: “La Argentina va a estar en recesión por un tiempo”, sostuvo en diálogo con Luis Novaresio.
En otra entrevista con La Nación, apuntó: “Evidentemente, hay una visión de que este programa de reformas que comenzó en diciembre de 2015 necesita prolongarse por lo menos otros cuatro años más para consolidarse. Para que los resultados sean bien visibles y para que en 2023, cuando se esté discutiendo la política económica del siguiente gobierno, ya se discuta en un rango mucho más pequeño del que se lo suele discutir en la Argentina, puesto que este esquema debería ser exitoso”, sostuvo el ministro de Hacienda en su diálogo con Federico del Río.
Dujovne, quien siempre estuvo encolumnado en las filas del jefe de Gabinete, el amo y señor de la comunicación estratégica de la Casa Rosada, resume como nadie los lineamientos para la próxima etapa: una campaña electoral sumergida en el mal humor que expresa el creciente rechazo a la etapa de ajuste y a la figura de Macri. “Hay una gran necesidad entre los que apuestan por la Argentina: quieren que nos vaya bien y que se mantenga este proceso de reformas y ven como parte de eso la necesidad de que Cambiemos continúe gobernando entre el 2019 y el 2023”, aseguró el ministro, uno de los oradores que tuvo el encuentro nacional del Pro del sábado pasado en Parque Norte.
En este no estuvieron ni el primer mandatario ni la diputada y líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, quien por estos días disfrutó como nadie la asunción de Carlos Rosenkrantz como nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia, o mejor dicho la degradación de Ricardo Lorenzetti, uno de sus enemigos íntimos. El Gobierno, pese a que no pueda decirlo en voz alta, confía en tener a partir de ahora una mejor relación institucional con el máximo tribunal.
“No hemos tenido conflictos con Lorenzetti, más allá de los ataques o peleas con algún miembro de la coalición gobernante”, sostuvo el ministro de Justicia, Germán Garavano, a la salida de una reunión de gabinete, que ya no tiene a Marcos Peña como el vocero que supo ser, en una etapa en la que se llamó a silencio para cuidarse a sí mismo y al Gobierno en la arena pública, aunque todavía es imprescindible en la vida interna.
La lectura, acertada y sincera, es que encuentros partidarios como el del sábado en Parque Norte sirven para consolidar el discurso entre la tropa propia en “momentos de crisis” y con la maquinaria de campaña que empieza a vislumbrarse como activa y operativa.
“Hay bastante movimiento alrededor de las elecciones y la señal del otro día en Parque Norte es parte de eso. También muestra la necesidad de salir a bancar y empezar a definir la estrategia para el próximo año, porque va a ser una campaña distinta, con mucho mal humor en general”, apuntó a Noticias Urbanas un funcionario con despacho en la Casa de Gobierno, quien por estas horas acompaña los encuentros privados para destrabar en el Congreso de la Nación el Presupuesto diseñado entre Lagarde y Dujovne.
En Parque Norte, el frente Cambiemos ratificó el compromiso de redoblar esfuerzos para defender y seguir llevando adelante la “transformación estructural” que el presidente Macri está liderando en la Argentina y, de paso, blindar la unidad tras los distintos cortocircuitos con el radicalismo que intentó llevarse por delante a Marcos Peña y no pudo.
“Hoy nuestro mensaje es que Mauricio Macri es el mejor piloto para esta tormenta”, asegura un integrante del equipo de comunicación de Casa Rosada, que reconoce que los dichos de Dujovne sobre Cambiemos como garante de la estabilidad económica podrían ser uno de los ejes de la campaña electoral, aunque asegura que todavía no están definidos esos lineamientos. Al inaugurar la actividad partidaria, el jefe de Gabinete sostuvo que la misión es “seguir creciendo y salir a las calles con los ojos, los oídos y el corazón abierto pensando qué es lo que podemos hacer para mejorar todos los días y conscientes de que vivimos un momento en el que la sociedad nos pide mucha responsabilidad”.
“Tenemos que trabajar con la convicción de que somos la única alternativa para hacer una transformación estructural como la que estamos liderando hoy en la Argentina”, fueron las palabras de Marcos Peña en la reunión de Cambiemos, en la que también disertaron, entre otros, Dujovne, Frigerio y también Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, hoy dispuestos a dar señales de ajuste en sintonía con el resto de las provincias con los presupuestos presentados en sus distritos.
Fue el jefe de Gobierno el que sostuvo durante el acto que “costó mucho” llevar adelante este camino del “cambio” y que “está costando ahora, pero con convicción, con temple, con un equipo y una visión de largo plazo vamos a salir adelante”. Asimismo, reconoció que hubo “altibajos” pero insistió en que lo más importante “es que siempre avanzamos en la dirección correcta”.
Vidal, por su parte, ahondó en la necesidad de seguir trabajando con actitud de cercanía y sin perder de vista que Cambiemos “empezó en la gente, porque vinimos a representar un cambio de valores que ya estaba en la sociedad”.
“Uno en la política es como es en la vida misma. Y en la política, como en la vida, todo lo que vale cuesta y lleva años. Por eso tenemos que seguir dando esta pelea, porque estamos dejando huella y esa huella vale la pena; todo lo que ya hicimos vale la pena”, arengó, para luego insistir con que “hay que estar más cerca que antes todavía, porque es en las difíciles cuando hay que poner más el cuerpo, ir más a la calle, a los comercios y estar con los que más nos necesitan”.
Vidal, al igual que Rodríguez Larreta, está preocupada porque la caída en la imagen presidencial y en la expectativa económica termine por arrastrarla a ella. Encima, en Casa Rosada le cerraron de pleno la posibilidad de compensarla por los recursos que ahora debe destinar para afrontar los subsidios al transporte y los servicios públicos. Por ahora, el único camino que le queda es que el Congreso de la Nación sancione una nueva ley que le actualice por miles de millones de pesos lo que percibe por el Fondo del Conurbano. Descartado un decreto presidencial que lo habilite, la gobernadora está decidida a cruzarse con el peronismo para lograr esa indexación.
“El peronismo quiere imponerle a la provincia de Buenos Aires más ajuste que el resto”, aseguró la gobernadora. “Larreta es el que más clara la tiene y sabe que si las provincias están ajustando, ellos (él y Vidal) deben dar una señal en ese sentido. Todavía no sabemos cómo se compensarán esos fondos para Buenos Aires, pero es entendible que María Eugenia atienda su juego, porque se le devolvieron los recursos del Fondo del Conurbano y ahora se tiene que fumar que le coman esos recursos para pagar subsidios en transporte y energía”, apuntaron en Casa Rosada, dando a entender que tarde o temprano llegará una solución para cerrar esa grieta interna.
La gobernadora, además, intenta contener en su distrito el impacto de la etapa del ajuste, secundada por la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, con quien recibió hace unos días a un grupo de obispos bonaerenses que reclaman por la emergencia alimentaria. A los pocos días, el Gobierno reaccionó y ahora le pide a la Iglesia ayuda para la distribución de alimentos para los sectores más vulnerables.
Dujovne, que cerró hace unos días el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario, pronosticó al hablar ante macristas, radicales y lilitos, que el próximo año “vamos a salir fortalecidos” porque “entramos a este proceso con un conjunto de reglas y vamos a salir con las mismas”. También consideró que en otros momentos en los que el país “tuvo problemas de esta naturaleza se apeló a corralitos o se inventó todo lo que había por inventar” y ahora, en cambio, “no inventamos nada; aceleramos nuestro proceso de reformas”.
Los radicales, por su parte, intentaron bajarle el tono a los cortocircuitos de hace algunas semanas y dejaron en claro su pertenencia al frente Cambiemos. “Tuvimos aciertos, errores y también la humildad para reconocerlo, pero la hipoteca la dejaron ellos y la tenemos que levantar nosotros”, sostuvo el radical Mario Negri, titular del interbloque de Diputados, al apuntar una vez más contra el kirchnerismo como el causante de todos los males, en una tónica similar a la de su correligionario Alfredo Cornejo, titular de la UCR y gobernador de Mendoza.
Mientras que el “christinismo” duro sale a defender públicamente los beneficios del nuevo acuerdo con el FMI, que sumó 7.100 millones de dólares más de financiamiento, la política monetaria liderada por el nuevo titular del Banco Central, Guido Sandleris, promete secar de pesos la economía para darle combate a la inflación. Mientras tanto, el ala más política dialoga a capa y espada para destrabar el Presupuesto que consagrará las reformas impuestas por Madame Lagarde.
Rogelio Frigerio, Emilio Monzó, Sebastián García de Luca, Nicolás Massot y Luciano Laspina son las cartas con las que juega el oficialismo para conseguir las voluntades parlamentarias. Con especial necesidad en Diputados, el ministro del Interior es uno de los que dialoga con ese propósito con Sergio Massa, quien tras meses de ostracismo, volvió a la arena mediática hace unos pocos días.
“No hemos hablado mucho sobre la reaparición de Sergio, pero hay diálogo fluido entre él y Rogelio”, apuntaron desde el equipo del ministro, que confía tener un mejor escenario en el Senado, donde inclina la balanza tanto el acuerdo con los gobernadores como las reuniones privadas con el referente del peronismo dialoguista, Miguel Ángel Pichetto, donde su “bloque va a acompañar” pese al rechazo de unos pocos gobernadores.
Incluso algunos que se mostraban más duros, como Miguel Lifschitz, de Santa Fe, han dado señales claras acerca de que “no hay que poner palos en la rueda” en la sanción. “Después nos putearán o no por cómo lo ejecutamos, pero si nos dejan sin Presupuesto nos habilitan un uso más discrecional de los recursos”, señalan.