“El ARA San Juan yace en el fondo del Atlántico Sur porque la OTAN, Estados Unidos y Gran Bretaña nunca perdonaron a Argentina la Guerra de las Malvinas de 1982”, dice la nota de la periodista Patricia Lee Wynne para el medio Sputnik.
Según publica el medio, para Margaret Thatcher y Ronald Reagan fue inaceptable que un país en desarrollo reivindicara la soberanía de una parte de su territorio y de su plataforma continental, en uno de los muy contados rezagos coloniales que perviven.
Por eso respondieron con las armas. Estados Unidos rompió el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que obligaba a los Estados del continente a defenderse entre sí de una potencia extraregional, para apoyar al Reino Unido, su aliado de la OTAN.
Ciertamente, la recuperación de las Malvinas fue una maniobra desesperada de una dictadura militar sangrienta y desprestigiada. La Junta pensó que Estados Unidos la apoyaría en agradecimiento por su contribución para entrenar a los ‘contras’ que combatían al Gobierno sandinista en Nicaragua.
La guerra no era inevitable. Londres pudo buscar una salida negociada tal como exigió la ONU en numerosas oportunidades. Pero había que escarmentar la osadía para que nunca nadie más se atreviera.
“La Fuerza Aérea retiró sus Mirage y confirmó que todos los Lockheed Martin A-4AR Skyhawk fighters están en tierra y no serán reemplazados en el futuro inmediato”, agrega la publicación. Las tripulaciones de submarinos necesitan por lo menos 190 días de inmersión por año y en 2014 solo tuvieron 19 días, según un análisis de IHS Janes, citado en la nota, “la Fuerza Aérea es una colección de aviones viejos de los años setenta que frecuentemente están en tierra por su baja operatividad”.
Argentina habría intentado comprar aviones Gripen de Suecia vía Brasil, pero fue vetada por el Reino Unido, que produce una gran parte de los componentes de la nave, continúa la publicación.
El 23 de noviembre, Janes.com publicó un artículo titulado: “La emergencia del submarino expone las limitaciones de operabilidad de Argentina”, en el cual resalta que “varias plataformas aéreas y marítimas del inventario argentino están fuera de servicio, con presupuestos vaciados que llevan a la falta de repuesto y mantenimiento”.
Citando a fuentes militares locales, la publicación destaca que la Armada tiene sus cuatro aviones de patrullaje P-3B fuera de servicio, y que el único avión con un detector de anomalías magnéticas (DAM) capaz de detectar submarinos bajo el agua es un S-2T Turbo Tracker, que volvió al servicio en 2016 tras pasar varios años en tierra.
Más grave aún, desde 1982, los británicos no sólo están en posesión de las Malvinas, sino que ocupan millones de kilómetros cuadrados del territorio marítimo argentino, explotando los recursos pesqueros que no les pertenecen y avanzando en la exploración de hidrocarburos.
Todo esto defendido desde la base de la OTAN en Monte Agradable, con submarinos nucleares controlando el camino hacia la Antártida, el objetivo final.
“Por eso se hundió el ARA San Juan”, finaliza la periodista.