El Banco Central de la República Argentina pretende “normalizar” las proporciones de billetes en circulación en el mercado a fin de que en 2018 la mitad de billetes circulantes sea de 500 pesos; el 18 por ciento sean de 100 pesos (actualmente es el 71 por ciento); el 14 por ciento de 200 pesos; y el 7 por ciento de 50 pesos.
De esta manera se deja sólo un 11 por ciento de espacio en el mercado para billetes de menor denominación y, en paralelo, cabe mencionar que el BCRA ya había mostrado interés en traer al país billetes de plástico para combatir el rápido deterioro y su falsificación.
Según un informe publicado por el diario Clarín, hoy existe un capital circulante de casi 600.000 millones de pesos. Sin embargo, para ajustarse a los estándares internacionales, el 87 por ciento de los billetes debe salir de circulación y ser destruidos.
Esto sucede por el mal estado de los billetes, así sea por estar sucios, dibujados, rotos en sus ángulos, precariamente unidos con pedazos de cinta adhesiva o demasiado gastados por la cantidad de veces que pasaron por manos, bolsillos, billeteras o cajeros automáticos.
Es que un billete de baja denominación debe destruirse a los 14 meses de haber salido de la Casa de la Moneda, y los de más alta denominación, a los 28 meses. Pero en Argentina esos plazos llegan a triplicarse. Por eso, se busca catalogarlos en una escala del 1 al 6, donde el grado 1 corresponde al billete impecable y el 6, al más deteriorado, siendo destruidos los que se ubican entre los grados 2 y 6. Para ello, se instaló una máquina que llega a destruir 600 mil billetes por hora y actualmente se inutilizan unos 4,2 millones diarios.
