Una fórmula disruptiva pero coherente. La afinidad ideológica entre Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto, el más macrista de los peronistas en estos tres años y medio de Gobierno de Cambiemos, ha decantado en la bomba electoral del oficialismo y en la resignación de los más puros de la Casa Rosada, que no imaginaban un vicepresidente tan vinculado con los doce años del kirchnerismo.
La opción por Pichetto se fue configurando el lunes, luego de que Ernesto Sanz, el que reunía el consenso de todos, desistiera el ofrecimiento. No es nuevo el acercamiento con el rionegrino, con quien el Poder Ejecutivo trabajó muy cómodamente la agenda parlamentaria del oficialismo. Bendecirlo como candidato puede parecer intempestivo, pero en la cabeza del triunvirato de gobernadores de la UCR siempre estuvo en consideración un acuerdo con Alternativa Federal que no se logró con Roberto Lavagna ni con Juan Manuel Urtubey, ahora aliados dentro del espacio que lidera aquel.
El radicalismo generó las condiciones necesarias para el desembarco del ex jefe de los senadores del kirchnerismo, a partir de la posición partidaria ratificada durante la Convención en Parque Norte. La maniobra demuestra la fragilidad de las máximas de campaña con las que Marcos Peña y Jaime Durán Barba venían predicando a lo largo de la historia política del macrismo. Otro síntoma del cambio interno habían sido las últimas medidas de corte kirchnerista que la Casa Rosada había impulsado en los últimos meses, en simultáneo con una apertura política, en la que Marcos Peña y su guardia de fuego jamás creyeron. La convocatoria por los diez puntos, el acuerdo de precios y el programa para fomentar el consumo en cuotas, son las impensadas acciones para un círculo presidencial que siempre se recostó sobre lo propio.
Después de las duras críticas de Alfredo Cornejo y Gerardo Morales contra Jaime Durán Barba, empezaba a quedar claro que la disputa era contra el amo y señor de las estrategias electorales. Para garantizar la paz social dentro de la alianza, Mauricio Macri resolvió tomar las recomendaciones de los correligionarios que amenazaban con pedir la Vicepresidencia, pese a que nunca estuvieron realmente interesados en ella.
Hubo consenso para proponerle el lugar en la fórmula a Ernesto Sanz, pero el mendocino rechazó la invitación y en cambio propuso el nombre de Miguel Ángel Pichetto, quien hace diez días aún se mantenía firme en su decisión de jugar por fuera de la alianza de Gobierno.
“Si los radicales venían todos encolumnados detrás de un solo nombre, tal vez no nos quedaba otra que entregarles la fórmula”, sostuvo a Noticias Urbanas, un alto funcionario de la Jefatura de Gabinete. La dispersión y el manoseo de nombres, también alimentada por distintos sectores de la Casa Rosada, oxigenó a Mauricio Macri para hacerse cargo de la decisión y retener para sí la última palabra.
Todo decantó en el ahora ex referente de Alternativa Federal, primero por afinidad ideológica y luego porque el escenario polarizado requería un gesto fuerte para convencer a algunos gobernadores para que inclinen la cancha a favor de un segundo mandato macrista. Por eso, Pichetto asumirá el rol que hoy ejecuta Rogelio Frigerio: la relación con los gobernadores.
Finalmente, Emilio Monzó tenía razón y el Gobierno terminó entregándose a una apertura política no deseada para los paladares más finos que comanda el Jefe de Gabinete, al que costaría imaginar en un segundo mandato con el mismo poder de fuego que tuvo hasta hoy. La lectura que hacen desde los despachos del Congreso de la Nación es que todavía no recibieron ninguna propuesta para que Monzó sea candidato o tenga un lugar dentro del Gabinete en un segundo gobierno. “Su relación con Pichetto es fluida y cercana, por lo que es probable que Emilio, en este contexto, nuevo tenga un rol distinto del que tenía hasta ahora, pero no hay nada definido”, sostienen.
Tras el anuncio y luego de compartir un primer momento a solas y tomarse la foto juntos tan esperada, Macri y Pichetto viajaron juntos a Vaca Muerta para participar de una cumbre empresarial, que los esperaba exultantes y totalmente rendida a sus pies.