“Hostigamiento personal y persecución política” es lo que Dante Palma denuncia estar sufriendo, y también es el título de la nota que publicó en su blog personal a modo de defensa por las acusaciones y denuncias que lo apuntan como “un abusador, un violador, un acosador, un golpeador y hasta un pedófilo”.
Todo comenzó con la denuncia de su expareja a través de las redes sociales por un supuesto hostigamiento, abuso y maltrato. Luego, Dante Palma acumuló más denuncias provenientes de sus ámbitos laborales: la Universidad de San Martín y la UBA, donde se desempeñó, hasta hace poco tiempo, como profesor, por supuesto abuso a alumnas.
Sin publicar la identidad de aquellas mujeres que lo denunciaron, Palma argumentó que el fin de “la hostigadora” fue dañar su imagen pública, por lo que decidió mantenerse al margen de ese “circo mediático”.
“Toleré las injurias más aberrantes porque desde una primera carta en Facebook en la que se me atribuía haber ejercido violencia psicológica por, presuntamente, sugerirle a mi pareja que se depile y que no eructe, y, presuntamente también, burlarme de una amiga y de una abuela y haber hecho que se retirara antes de su cumpleaños (SIC), la mala fe y la ignorancia del enjambre cibernético y de redactores de portales de tercera línea que no podrían aprobar un examen de lectocomprensión, transformó aquella carta donde se me imputan hechos falsos, en un testimonio por el cual yo, de repente, me habría transformado en un abusador, un violador, un acosador, un golpeador y hasta un pedófilo”, se defendió el ex panelista.
Así, también alegó que lo que se buscó (o se busca) fue su “destrucción psicológica”, pero que, al no haberse logrado tal fin su ex pareja llevó estas denuncias a su espacio laboral. Éstas, a su vez, se habrían transformado, según señaló, “en persecución política de agrupaciones de ultraizquierda de la Universidad y de los medios hegemónicos”. “Naturalmente, haber trabajado en 678, haber publicado libros críticos hacia el periodismo y haber hecho política en la Universidad iba a tener sus costos, así que nada de esto me sorprendió pero nunca imaginé un montaje tan artero basado en una mentira flagrante y detrás de una bandera encomiable por la que siempre milité desde el territorio y desde la academia”, expuso, haciendo referencia a “los derechos de las minorías y a las políticas de género”, temas que abordó en cursos de posgrado y en su tesis de doctorado.
Y, al respecto de la veracidad de las denuncias de abusos que recaen sobre él, alegó: “La hostigadora, bien asesorada y más de 40 días después de comenzar su acoso en las redes, hizo una denuncia civil en la Oficina de Violencia Doméstica cuya carátula es Violencia familiar. En denuncias de ese estilo, el juez (o la jueza) pregunta a la denunciante qué desea y si ésta afirma tener miedo es natural que se imponga lo que se conoce como una cautelar de restricción que, en este caso, fue por 60 días”. Y, acto seguido, aclaró que “por ignorancia o por mala fe, la existencia de una orden de restricción fue presentada como una “prueba” en mi contra cuando de ninguna manera lo es. ¿Por qué? Porque la ley es clara en eso e indica que se trata de una cautelar, esto es, una medida que se toma “por las dudas” hasta que se investigue y que no supone ningún indicio de culpabilidad sobre la persona a la que se le aplica”.
En consecuencia, Palma contó que esta restricción fue presentada ante las autoridades de ambas universidades “como prueba”, “acompañada del pedido de separación del cargo o, en su defecto, suspensión preventiva”.
“El pedido era insólito no solo porque de lo que se me acusa es falso, sino porque existe el principio de inocencia y porque la persona que me hostiga no es alumna ni de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA ni de la UNSAM”, completó.
Por otro lado, el profesor quiso desterrar el mito sobre su supuesta suspensión en las universidades: “Tras actos violentos y amenazas de las cuales hay testimonio fílmico y que constan en actas, ambas universidades decidieron adoptar para conmigo la figura de una “eximición” de dar clases. Ni me echaron, ni me suspendieron”.
Sin más, Dante Palma publicó el dictamen del Asesor legal de la Facultad de la UBA y opinó: “El dictamen es tan claro que me exime de cualquier comentario. Sin embargo, miembros del Consejo Directivo de la Facultad siguieron sosteniendo que debía apárteseme del cargo. Después de leer esto: ¿hay alguna duda de que se trata de una persecución política?”.
La otra cara de la moneda
“Cuando la persona que me hostiga presentó su denuncia civil que derivó en la automática cautelar de restricción, con mis abogados mostramos el modo en que quien decía tener miedo realizaba todo tipo de acciones para inducirme a que viole la restricción, algo que hacía arrobándome y amenazándome en redes sociales, llamando por teléfono a mi casa y presentándose a mis lugares de trabajo. Es raro que una persona que dice tener miedo intente contactar a quien dice temer y que el supuesto monstruo que la atemoriza no haga nada para contactarla, ¿no?”, contraatacó Dante Palma ante la Y así, continuó: “¿Saben qué? La jueza le impuso una orden de restricción a ella. Sí, leyeron bien: la misma jueza que me había impuesto la restricción a mí le impuso una restricción perimetral a ella. La propia hostigadora lo reconoció en Facebook pero luego borró todo pues el hecho no la dejaba bien parada”.
“Por último, les cuento que desde febrero hasta hoy recibí, como les decía, amenazas de todo tipo incluso de muerte; escraches; perdí un trabajo en un portal de noticias por el acoso sistemático de cuentas bastante particulares; hasta el día de hoy se acosa incluso telefónicamente a los responsables de la radio en la que trabajo exigiendo que se me quite del aire, lo que configura un flagrante caso de atentado contra la libertad de expresión”, contó, al igual que detalló otras múltiples formas en las que aun sufre de acoso.
Para concluir, Palma cerró: “Soy inocente; no existen decenas de denuncias penales como dicen agrupaciones de ultraizquierda ni la persona que obsesivamente me persigue hace 6 meses”.