“Yo creo en los sueños, en la suerte y en el destino, pero básicamente creo en las oportunidades. Y cuando una oportunidad aparece si uno cree que es parte del color del sueño, tiene que tomarla”. Así empieza el tráiler deNasha Natasha (Nuestra Natalia, en ruso), el documental del reconocido director Martín Sastre que debutó el 27 de junio en el prestigioso Festival de Cine Internacional de Moscú.
El hilo conductor del documental es la gira del año 2014, la más grande de la cantante, en la que viajó a través del Transiberiano por 16 ciudades de Rusia por 30 días. “No es la película sobre mi vida personal ni sobre mi carrera personal”, afirma Natalia Oreiro. “La intención, por mi parte, era de alguna manera tratar de responderme a mí misma a una pregunta: por qué una mujer sudamericana, que nació en un lugar tan alejado como El Cerro de Montevideo, podía relacionarse tan sinceramente con una mujer que nació, por ejemplo, en Siberia. Cómo, teniendo idiomas tan distintos, podíamos tener un diálogo tan fluido y comunicarnos desde el corazón. En lo personal creo haber encontrado esta respuesta a través de este documental.”
Cada vez Rusia recibe a la cantante uruguaya con calurosas bienvenidas en aeropuertos y con miles de fans cantando los temas en español durante conciertos. Natalia dice que este sentimiento tan cálido es mutuo: “Crecimos juntos, la primera vez que viajé a Rusia tenía solo 23 años”. Por eso, según ella, la gente se siente tan cercana y la trata como una amiga.
La estrella de telenovelas latinoamericanas se encuentra entre las actrices más famosas y queridas del país euroasiático. El romance nació en la década de los 90, cuando en Rusia se popularizó la telenovela Muñeca Brava que Natalia protagonizó junto a Facundo Arana. Desde entonces la actriz ha viajado en varias ocasiones al Viejo Continente. Incluso aprendió a hablar en ruso e hizo una miniserie rusa, Al ritmo del tango. “Hace diez años estuve viviendo en Moscú, y me encantó vivir aquí”, confiesa Natalia en la rueda de prensa en la capital.
Con el paso del tiempo el cariño del público ruso parece no haber dejado de incrementarse. Para muchos la actriz se convirtió en un ídolo y una gran fuente de inspiración y motivación. “Natalia nos ha cambiado la vida totalmente. Gracias a ella ahora tenemos el coraje de perseguir nuestros sueños y hacerlos realidad”, comenta Natalia, una estudiante de Vorónezh (a 500 km al sureste de Moscú) que lleva años aprendiendo español y planea ligar su futuro con América Latina.
Vínculo cultural
Tanto Natalia como Martín Sastre, director de Nasha Natasha, sienten que tienen una conexión especial con Rusia. “Es el país de mi abuelo que no conocí. Entonces, para mi era un viaje a lo más profundo”, admite Sastre. En cuanto a la cantante, ella siempre dice que se parece mucho a la mujer rusa.
Cabe mencionar que Rusia está presente en la vida de Natalia incluso fuera de su vida laboral. Desde hace mucho en su casa habita el espíritu ruso-soviético en forma de regalos recibidos durante giras. De esa forma otros miembros de su familia incluido el hijo Merlín se familiarizan con el país sin cruzar el océano. “Merlín ama Cheburashka, Masha y el Oso(dibujos animados más famosos de la URSS y Rusia), y ha adquirido la cultura rusa”, cuenta Natalia.
(RBTH: Russia Beyond The Headlines)