Con jornadas turbulentas en los mercados, y mientras Javier Milei y Luis Caputo dan sucesivas explicaciones sobre la “profundización del esquema monetario” y el “cierre de la canilla de la emisión”, en el Gobierno sobrevuela una inquietud de fondo acerca de cómo sostener la expectativa.
La estela de la Ley Ómnibus y del Pacto de Mayo se va apagando y ahora la gestión libertaria tiene que demostrar que puede ser eficaz para mejorar la vida de los argentinos y seguir dominando la agenda.
“Entramos en la etapa en que nos tenemos que proponer facilitarle la vida a la gente. Si no podemos salir del cepo ahora, tenemos que ir por otro lado”, dijo un colaborador con llegada directa a los hermanos Milei.
En sus últimas apariciones públicas, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, hizo especial hincapié en defender los logros del Gobierno. “Todos dicen que falta gestión. Algunos gobernadores y políticos que han pasado por el poder también dicen lo mismo. ‘Falta gestión, hay que gestionar’. Esas son las cosas que yo no entiendo. De donde estábamos en diciembre cuando asumimos el gobierno a donde estamos hoy, ¿eso no es gestión?”, soltó el ministro coordinador.
En la cúpula del Gobierno habían pedido, en una de las últimas reuniones de gabinete, que los ministros salieran a poner en valor aquello que están haciendo en sus carteras. De hecho, la Casa Rosada comenzó a intervenir con más fuerza en los equipos de comunicación de algunos ministerios, para reforzar ese frente. Pero la mayoría de los ministros sigue cómodo en un perfil bajísimo, una postura que, si bien no permite exhibir logros, también reduce al mínimo el margen de error. “No es fácil para algunos ministros hablar públicamente, hace falta training”, se sinceró en las últimas horas un funcionario.
La Argentina cambió. En 7 meses, hemos logrado mucho: superávit fiscal, una baja en los índices de inflación y más libertad para los argentinos. Esto es resultado de la gestión, el trabajo y el coraje. (2/2)
— Guillermo Francos (@GAFrancosOk) July 11, 2024
¿Y ahora qué?
Tras la grandilocuencia que tuvieron los eventos del 9 de Julio -hay quienes creen que el desfile militar provocó un golpe de efecto mayor al del Pacto de Mayo en Tucumán- para el Gobierno no resulta sencillo mantener la centralidad. “La expectativa que generamos con los primeros hitos es difícil de sostener en el tiempo… enseguida aparece la pregunta: ¿Y ahora qué?”, reconoció un colaborador en Balcarce 50.
Un importante ministro dijo: “La situación de la gente mejoró con la baja de la inflación, con la quita de la intermediación en los planes sociales, con el orden en las calles… Ahora esperamos la reactivación económica a partir de la reglamentación de las leyes y de la instalación del Régimen de Inversiones (RIGI)”. El propio Milei puso sobre relieve en las últimas horas: “Roma no se hizo en un día y nosotros llevamos cien años de decadencia. Pretender que pudiéramos arreglar todo en seis meses parece bastante disparatado”.
En este sentido, el Gobierno comenzó a ramificar la agenda para llenar los espacios y no perder la impronta. La gestión de Milei espera que en las próximas semanas comiencen a tratarse en el Congreso el paquete de leyes en materia de seguridad impulsados por Patricia Bullrich. En especial, la iniciativa para bajar la edad de imputabilidad, que todavía espera la firma del Presidente para ser remitido al Parlamento. En ese proyecto intervino fuertemente el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que quiere materializar algunos objetivos de gestión que se planteó para su paso por la función pública antes de retirarse de la actividad.
Con el Congreso con una agenda de baja intensidad por el receso invernal, en el Gobierno proyectan que agosto va a estar copado por la discusión judicial. Hay confianza en poder tratar con éxito los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla y cada día cobra más cuerpo la idea de tratar en simultáneo la ampliación de la Corte Suprema, probablemente a nueve miembros.
Además está la idea de darle vuelo a la gestión del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, con el impulso de la “Ley Hojarasca”, que incluye la derogación de un compendio de leyes presuntamente obsoletas. También está al salir la reforma electoral (se presentaría en tres leyes separadas) que está preparando la vicejefatura de Gabinete de Interior y la Dirección Nacional Electoral (DINE), a cargo de María Luz Landívar.
Pero, en rigor, todo esto se mueve en el plano de las intenciones, porque el Poder Ejecutivo aún debe sondear a los bloques “amigables” en el Congreso para acordar la agenda parlamentaria de los próximos meses. Se espera que esta semana se organice una reunión relevante con los legisladores aliados en la Casa Rosada para abordar este tema.
En la Casa Rosada aseguran que también buscarán avanzar con la agenda de las privatizaciones, una de las banderas que los libertarios agitan desde el día uno. En ese sentido, quieren insistir con la privatización de Aerolíneas Argentinas, una de las empresas del Estado más emblemáticas. En la gestión de Milei están sondeando intereses de los privados y quieren proponer esquemas para que las provincias y los municipios costeen los vuelos que no resultan rentables para la compañía.
El Gobierno, en simultáneo, tiene que hacer esfuerzos por respetar su propia narrativa de libre mercado y de repliegue del Estado. Los últimos anuncios en materia monetaria para que no crezca la cantidad de pesos en circulación implica una mayor intervención en el mercado financiero que hasta aquí no se había visto.