El jefe de Gabinete macrista Horacio Rodríguez Larreta ha llegado a una obsesión tal por suceder a Mauricio Macri que hasta el propio jefe de Gobierno lo tildó de “un poco ansioso” en alguna oportunidad y con una sonrisa a flor de labios. Es que pese a lo imprescindible que resulta Larreta para el correcto funcionamiento de la gestión PRO, el tema de las candidaturas siempre fue altamente espinoso y conflictivo en el submarino amarillo. Basta recordar la negativa de Gabriela Michetti a encabezar una alternativa provincial, medida que le dejó justo el hueco a Sergio Massa para “cabecear” al gobernador Daniel Scioli y al propio Macri a la vez en un solo tiro. A éste último con el agravante de sumarle al primo Jorge, único bastión que posee el PRO en la Provincia.
Si bien Larreta tuvo un respiro cuando se decidió que María Eugenia Vidal -que le venía soplando la nuca en la Ciudad- se fuera a cubrir el flanco que había dejado desierto Michetti, lo cierto es que las PASO constituyen el escenario menos deseado por Horacio. Siempre estuvo acostumbrado a medir la relación con sus pares del partido tirándoles los kilos encima, haciendo valer su potestad de repartidor de partidas presupuestarias y del funcionamiento, seguimiento y control de cada uno de ellos.
Vidal en Provincia va todo a ganancia ya que su instalación allá – a pesar de ser nacida en el conurbano- no era la ruta por la que iba acumulando. Pero Macri sabe que que su propia figura, con la disciplina de su vicejefa y algo que le aporte su primo, harán un combo atractivo para cualquier escenario. Se juega pato o gallareta a que eso salga bien. Veremos.
Gabriela Michetti realizó la elección que todos le reclamaban si quería ser candidata, superando ampliamente su performance de medio término del 2009. Ya instalada en el Senado junto a Diego Santilli, sólo allí Larreta ya tiene dos problemas para el 2015. Cualquiera de los dos, y sobre todo el Colorado han demostrado su voluntad de querer ser y habrá que ver en qué condiciones, pero ya es seguro que no será ajeno a la disputa. Lo de Michetti es todavía más pesado para Larreta, fue contundente en octubre y desde allí espera.
No paran allí los aspirantes, ya que Cristian Ritondo no deja pared por pintar en su camino hacia Bolívar 1 y también ha expresado públicamente su deseo de “suceder a Mauricio” en un reportaje de contratapa de nuestro semanario hace quince días.
La cuestión es que en Bolívar 1 también circulan versiones que aseguran que el tema de las PASO tuvo el pleno aval de Mauricio Macri, sabedor de qué el “dedazo” para elegir sucesor podría generar más problemas que una competencia interna que no lo comprometa. En su proyecto presidencial es importante tanto sacar un buen guarismo en la Ciudad como retener el Gobierno posiblemente en una segunda vuelta, las dos palabras malditas para Horacio Rodríguez Larreta. No hubo, hay ni habrá escenarios de triunfo para el actual jefe de Gabinete en esa instancia. Es una valla casi imposible de saltar para el calvo dirigente.
Sin embargo su férrea voluntad hará que sea una ciclópea tarea la de correrlo de la carrera. Hará todo lo que tiene que hacer, dormirá todavía alguna hora menos que ahora y trabajará el doble del infierno que ya habita. La vida para él no tendría sentido sin esa lucha.
El peronismo PRO tiene un peso territorial relativo pero siempre es más efectivo que el nacido en 2003 en Belgrano allá por la calle Arguibel. Y la vocación por el poder en Ritondo y Santilli es de lo más parecido a Horacio, aunque desde deferentes plataformas y métodos.
Y Michetti es la “incógnita del millón”. Le alcanzará el Senado en su carrera ascendente o lo usará como trampolín porteño. Ni ella hoy lo sabe. Pero mientras Macri reniega con su armado grande, el pago chico ya está tomando temperatura de antemano.