Mauricio Macri es, indudablemente, el hombre preferido de los mercados. Al fin y al cabo, los resultados electorales son sólo una contingencia en el mundo de los negocios. Por eso, su derrota no perjudicó su imagen en ese particular medio ambiente.
Los votantes argentinos, claramente, no pensaron lo mismo que los hombres de negocios. Sus intereses difieren radicalmente de los de quienes reinan en el mundo empresario, por lo que, ignorando los encomios de éstos, pulverizaron de manera contundente las chances de Mauricio Macri de ser reelegido como presidente de la Nación el 27 de octubre de 2019.
Pero, aunque quedó fuera de la política grande, Macri sigue estando presente para los argentinos a través de su legado, que se constituyó en una herencia que interferirá negativamente con cualquier posibilidad de desarrollo en Argentina por muchos años.
Por estos días, las autoridades económicas argentinas cargan con un peso terrible en las negociaciones con los hombres de Kristalina Georgieva en el Fondo Monetario Internacional. ¿Las razones? El monto del dinero que le otorgaron al gobierno de Cambiemos fue voluminoso, los plazos de pago fueron muy cortos y la “seguridad jurídica” que obtuvieron los prestamistas es invulnerable.
Por eso, en las negociaciones, las autoridades del FMI se mantienen en inflexibles posturas, en las que no ceden ni un ápice frente a las propuestas argentinas de pago. A pesar de “los cinco minutos” con los que alardea Mauricio Macri, muy diferente sería su posición si aún estuviera en el poder. Muchos sospechan, inclusive, que en 2019 el dudoso ingeniero eligió ceder el gobierno para que la magnitud de la crisis que dejó atrás terminara con el peronismo y su fracaso emparejara las opciones a futuro con los partidos liberales de derecha.
Oscuros “kristalinistas”
Los hombres de Georgieva, para empezar, duplicaron su propuesta en los plazos de pago: Argentina pidió 20 años y los “kristalinistas” contraofertaron 10 años. Argentina quiere pagar entre 2026 y 2046, pero se les respondió que eso, jamás. Exigieron que los pagos se produzcan entre 2024 y 2034.
El plazo de gracia solicitado por Argentina –de cuatro años, imprescindibles para empezar a ordenar la economía-, motivó la respuesta de que Argebtina sólo cuenta con dos años de plazo para empezar a pagar los servicios de deuda.
Guzmán solicitó además que la cuota anual de pago de capital e intereses sea de tres mil millones de dólares anuales, pero los burócratas “kristalinistas” se plantaron en seis mil millones. Si Argentina ofreció pagar 1.500 millones semestrales, ellos solicitaron que sea la misma cifra, pero de manera trimestral. Es decir, el doble.
Siguiendo con la inveterada costumbre del “No”, los usureros efemeístas, ante el pedido argentino de bajar la tasa anual al uno por ciento, se sostuvieron en su exigencia inicial del 4,05 por ciento anual. Esta vez no fue el 100 por cien, sino el 300 por cien. Para peor, votaron en contra de Argentina, Alemania, Francia, Japón y Estados Unidos.
De esta manera, la deuda sin quita de capital ni de intereses, suma 47.000 millones + 13.000 millones=60.000 millones de dólares. Una hermosura.
Es sabido, además, que las revisiones a las que somete a sus deudores el FMI son incómodas y se traducen en permanentes observaciones sobre la política económica de sus deudores. Las autoridades argentinas, conscientes de esta circunstancia, solicitaron que las revisiones sean semestrales, pero el organismo multilateral de “crédito” exige que sean cuatritrimestrales.
El goce de los burócratas
El placer de algunos funcionarios radica no sólo en desarrollar sus funciones, sino en disfrutar de los viáticos. Miles de historias abonan esta teoría.
Ni siquiera en la cuestión de la oficina permanente en Argentina los burócratas quieren ceder. Los hombres de Guzmán pidieron que no haya un economista residente en Buenos Aires, ya que así los viajes son con costos a cargo del Gobierno argentino, pero los satánicos doctores del No (James Bond, película de 1962) exigieron que se mantenga la oficina permanente en el Ministerio de Economía, para seguir gozando del calor de los dólares argentinos.
La estrategia de los efemístas es simple. Primero es No, luego se duplican en sus respuestas.
Pero, en algunos ítems, los funcionarios extranjeros se superaron a sí mismos. No sólo duplicaron, sino que triplicaron en ocasiones las solicitudes del Gobierno argentino. Un caso es la brecha entre el dólar oficial y el dólar blue, que Argentina se dispone a fijar en hasta el 90 por ciento. La respuesta fue que no podía pasar del 30. Hasta en esas sutilezas se entrometen.
Otro rubro en el que hubo discordias fue en el precio del dólar. Argentina quiere que al 31 de diciembre de 2022 el dólar oficial no pase de $160, mientras que el FMI evalúa un salto hasta $360. Al mismo tiempo, Argentina proyecta la estimación sobre el dólar paralelo hasta no más de $360, con intervención del Banco Central, pero la respuesta fue que debía flotar libremente a $550, es decir, sin la intervención del Banco Central para “anclar” el precio.
El precio de la vulnerabilidad
La Argentina pretende, además, manejar su moneda. Con respecto a una hipotética devaluación, propuso que ésta se produjera sólo en la misma línea con la inflación, pero los “kristalinistas” exigen una devaluación a 30 días de la firma del acuerdo, en dos etapas. Esta primera etapa llevaría el dólar de $100 a $300. Luego, en una segunda etapa, que culminaría en junio del año que viene, saltaría de $300 a $360.
Sólo cabría imaginar, si el dólar saltara de esta manera, el impacto que produciría en el ya devaluado nivel de vida de los argentinos. Y permitiría sospechar, además, quiénes son los que, en el mismo día en que este número de Noticias Urbanas está a punto de llegar a sus lectores (11 de noviembre de 2021), llevaron al dólar a saltar la barrera de los $200. Si el FMI son los propios bancos (perdón si algún niño aún ignora que Papá Noel son los padres), cabría preguntarse quién opera contra la moneda argentina en los días en los que sus autoridades monetarias se resisten a aprobar todas estas medidas antipopulares, antinacionales y usurarias.
Siguiendo con la suma de obstáculos que levantan todos los días los agentes de la usura internacional, la Argentina quiere adicionar al acuerdo un ítem que exige que por dos años sean suspendidos los giros a sus casas matrices de las empresas extranjeras radicadas en la Argentina. Por supuesto, los burócratas del FMI exigieron que debe existir “libre giro” de utilidades de las empresas a partir de los 60 días de firmado tal acuerdo.
Jubilaciones en el tobogán
Las autoridades económicas se plantearon que las jubilaciones serán incrementadas en una cifra que supere al menos en un uno por ciento a la inflación, pero los burócratas del FMI pretenden poner un tope máximo equivalente a $140, que a la fecha en que se escriben estas líneas serían $24.360. El haber jubilatorio mínimo, por su parte, equivale a $29.135.
Otra controversia es la exigencia del FMI de que se reimplante el sistema de jubilaciones privadas, que estaba corporizado en las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
No contentos con sus exigencias de anular o disminuir al mínimo posible los legítimos derechos del Pueblo, los técnicos fondomonetaristas quieren que el Gobierno implante paritarias con techo inflacionario, con flexibilización laboral, sin doble indemnización, relegando a los sueldos estatales por debajo de la inflación.
Por el contrario, el Gobierno argentino sostiene que las paritarias deben excluir la flexibilización laboral y la doble indemnización debe mantenerse hasta el 31 de diciembre de 2024.
Abonando un camino de recuperación de las ganancias empresariales en detrimento de los asalariados, paralelamente el FMI sostiene que la inflación 2022 debe ser proyectada al 25 por ciento; la de 2023, al 15 por ciento y la de 2024, al cinco por ciento.
A contramano del organismo de crédito multilateral, el Gobierno argentino proyecta una tendencia a 2022 del 55 por ciento; al 2023, al 45 por ciento y a 2024, del cinco por ciento.
Siguiendo por la misma senda, mientras que Argentina plantea que deben existir acuerdos de precios sensibles de la economía y deben mantenerse los subsidios en algunas áreas, el FMI exige que debe haber una libertad absoluta de mercado, sin susidios ni controles.
¿Un Congreso pintado?
Las autoridades argentina pretenden además que el acuerdo sea firmado sin intervención del Congreso, tal como fue tramitado el préstamo original, algo a lo que los burócratas de Washington se oponen, exigiendo que el acuerdo pase por ambas cámaras para su aprobación. Esto es sólo para entorpecer el arreglo, ya que es posible que pronto la oposición consiga aumentar su representación parlamentaria y sabotee en el máximo posible la firma.
Para perfeccionar el ahorcamiento financiero a la Argentina, que propone utilizar un nuevo tramo de Derechos Especiales de Giro para compensar la salida de divisas que girarán las multinacionales a sus casas matrices, los funcionarios “kristalinistas” contraofertaron que los DEG se limiten a u$s 5.000 millones, una cifra a todas luces insuficiente.
Finalmente, aunque siempre pueden aparecer nuevas sorpresas, la Argentina se propone impulsar un nuevo impuesto a la riqueza para sostener la ayuda social y el mercado interno. Esta intención fue contrarrestada por los muchachos de Kristalina, que no se oponen al sostenimiento de las retenciones y apoyan el aumento de la recaudación, con una fuerte baja en el déficit fiscal. No vaya a ser cosa de que no queden dólares para girar a la casa situada en el 720 de la Calle 19, en Washington.
A modo de provocación
Eran esperables las propuestas argentinas para intentar la cancelación de una deuda tomada de manera intempestiva, sin respetar las normas de nuestro país ni las dela comunidad financiera internacional.
Proteger el mercado interno, tantas veces vendido sin recibir nada a cambio; proteger el salario y las jubilaciones; proteger el presupuesto nacional; proteger la salud, tan vapuleada por la pandemia son los objetivos de un gobierno que de debate entre sus propias contradicciones y el acoso de quienes quieren reinstaurar el neoliberalismo.
La mitad al menos de las propuestas de la burocracia “kristalinista” no son necesarias para sus mandantes. Simplemente van en la misma línea del Gobierno anterior: economía agraria, cero industria, bancos poderosos, bonos que son rentables sólo para los bancos extranjeros, rentabilidad óptima para fondos piratas.
No se supo jamás de que estas propuestas, que tan prolijamente defendieron los técnicos supuestamente imparciales del FMI, hayan generado riqueza para quienes no pertenecen a la élite financiera. Para ellos, una propuesta de desarrollo interno generada en un país “emergente” es un mal ejemplo y debe ser abortado de cualquier manera.
Ésta es su fórmula. Si prospera, la Argentina seguirá inmersa en el sendero de la decadencia por el que tan trabajosamente se inmoló Mauricio Macri.