Según marcan las distintas encuestadoras –más allá de su desprestigio en los últimos tiempos–, Mauricio Macri marcha primero en el tramo final de la campaña. Difieren algo en los números que van desde 6 hasta los 12 puntos de diferencia, todas ellas con el ingeniero que lidera Cambiemos arriba. De ahí la importancia que le asignaron los medios y los propios espacios políticos al debate, interpretando que era una de las últimas posibilidades que tendría Scioli para acortar o revertir la brecha que supuestamente los separa.
Luego del debate y de la postura vertida en la noche del domingo por los candidatos, quedó claro que cada uno prefirió lo seguro, le habló a los propios y apenas por extensión a los más cercanos. Macri igualando a Scioli con Cristina y el pasado (la base de la ola amarilla) y Scioli metiendo miedo sobre el posible advenimiento del ajuste, el desempleo y la vuelta a escenarios complicados por el endeudamiento (“volvemos al 2001”).
Si esta elección todavía tiene algún grado de incógnita en su resultado final es por la decisión de Macri de no desarticular los argumentos con los que lo atacó permanentemente Scioli. Nunca queda claro lo que va a hacer, cómo y con quiénes en términos macro y microeconómicos. Es absolutamente cierto que cualquiera de los dos que asuma como Presidente lo hará con las arcas del Estado en estado terminal con lo que deberá generar confianza interna y externa sin tener una moneda literalmente. Scioli tampoco dijo una palabra al respecto pero tiene la suerte de que nadie se lo cuestiona.
Se calcula que existen unos 8.000 millones dólares en las silobolsas que no han sido liquidadas por los chacareros a la espera de un mejoramiento del dólar. Ellos podrían ser un refuerzo inmediato para el Gobierno si el dólar fuera acomodado de entrada por la futura administración, no digamos hasta el nivel blue sino hasta un término medio entre este y el oficial, o sea, entre 12 y 13 pesos. También es cierto que según informaciones cuasioficiales, existen 200.000 millones de dólares de argentinos en el exterior. Para este capital en el equipo de Scioli está previsto un blanqueo de capitales, que si fueran destinados a la inversión productiva y generadora de empleo no pagarán impuestos y para el caso de solamente repatriarlos no debería ser explicado su origen aunque, obviamente, sería gravado. Otra parte del dinero no declarado se encuentra en las cajas de seguridad de los bancos o bien “en los colchones” como se dice vulgarmente. Macri aún no ha dejado trascender nada a este respecto, pero las versiones de sus equipos hablan de que también ofrecerán algún tipo de facilidad para el regreso de los dólares tan necesarios.
Para buscar los fondos Macri ya envió a sus expertos a los organismos multilaterales primero, aunque se sabe que nada de eso es rápido cuando de desembolsos se trata. Para ello también contactaron fondos de inversión, casi todos ellos norteamericanos, que están llegando a la Argentina desde las PASO. Además, las negociaciones con los organismos occidentales tendrán una escala previa en el tema de los holdouts, lo que no significa para el futuro gobierno un esquema de “pago ya” pero sí dar las señales correctas hacia la solución del tema. En materia de países interesados en nuestro desarrollo, Estados Unidos, China y Rusia son las tres alternativas que deberíamos aprovechar.
Uno de los mayores miedos es cómo va a ser el futuro endeudamiento de la Argentina, con quiénes y para qué. Cómo será el tratamiento de la deuda hacia el futuro, y la responsabilidad en la devolución de la misma. Los ejemplos por los que ha pasado la Argentina no lo ayudan (1976/1993/2001) y es por eso el miedo, algo que es real, qué refiere a algo que ya pasó. Sobre eso se apoya el oficialismo al decir que no se quiere volver atrás. Es ese el atrás y está fresco en la cabeza de cualquier argentino que tenga más de 40 años.
Lo que hay que explicar no es tan difícil, la deuda no es un pecado en sí misma, constituye una herramienta de progreso. Lo que está mal es tomarla con irresponsabilidad, para pagar déficit operativo y no construir riqueza o, directamente, para pagar otras deudas, el mecanismo que se fumó los préstamos del FMI, los megacanjes y los blindajes del pasado. El cepo es parte de este tema, lo saca la confianza en el mediano plazo o estamos en problemas.
Otro tema de ataque continuo desde el oficialismo, y que como el anterior es un problema para todos (no solamente para Macri), es qué se va hacer con los subsidios al transporte y a la energía en toda su cadena. Desde la extracción de petróleo hasta las facturas que llegan de gas, agua y luz a cada casa. ¿Los sacarán? ¿Será de golpe, parcialmente, cómo impactará en las facturas y, por ende, en los salarios? Nadie lo sabe. Lo bueno es que hay una conciencia de hacia dónde no se debe retroceder y eso es lo que desean expresar estas líneas. Si nadie dice lo que va a hacer, la gente sabe que no quiere perder lo ganado, quiere ir por más y no por menos, por eso cambia.
Para terminar, el alineamiento internacional hoy tiene ejes claros que fueron mutando a partir de las nuevas realidades: el terrorismo, el narcotráfico y el comercio bilateral y entre bloques de países. La realidad de las potencias en los nuevos escenarios y cómo se mueve el desarrollo a su alrededor hace que cada uno deba tener un plan para cada una de ellas y aprovechar la oferta en los cuatro puntos del planeta. Hoy, precisamente, Francia convocó indirectamente a Estados Unidos y Rusia a combatir el Estado Islámico. Increíble hace unos meses, esa alianza era impensada. Hoy es una realidad a atender desde el continente de la paz, el nuestro. Veremos los nuevos peligros, nuestros conflictos regionales y los mundiales. Los agrupamientos y el multilateralismo imperante en la economía y la seguridad mundial. El narcotráfico, base indiscutible de la destrucción social, ¿lo combatiremos o haremos como qué mientras el país se desangra y los compatriotas se matan entre ellos?
La ola del cambio viene clara y contundente respecto del cansancio de determinadas figuras y prácticas. CFK y La Cámpora a la cabeza. Pero esto hubiera estado ya liquidado si el responsable de dibujar el cambio hubiera sido más explícito en estas cuestiones. Scioli tampoco dijo nada de eso, pero nadie se lo reclamó. Su plan –si lo tuviera- fue a la cuenta del descrédito de Kicillof. Solamente por eso llegamos hasta el 22 con el panorama indefinido. Y, además, algo del miedo sigue intacto. Por eso, el fantasma de Menem, de De la Rúa, de Cavallo le da sobrevida a Scioli. Macri ya ganó la parte del repudio mayoritario hacia Cristina. Y está cerca de ganar todo el 22. Pero el “basta de Menem” se fue en helicóptero con un desempleo del 30 por ciento y varios muertos en la calle. Si mata al voto miedo, Macri ganará cómodo. Si no, posiblemente quizás gane y que Dios nos ayude.