El histórico barrio de Chacarita, fue elegido como el barrio más cool y peculiar, según un reciente estudio del prestigioso diario estadounidense The New York Times. Lo cierto es que en la búsqueda del título de “el nuevo barrio más cool” en cualquier ciudad, se establecen ciertos criterios que van más allá de la simple geografía.
Entran en juego elementos como una escena café con esa particular combinación de acogedor y pretencioso, chefs que mezclan lo innovador con lo visualmente impactante (¡para Instagram!), y tiendas que destilan autenticidad hasta el último rincón, resistiendo incluso los embates inevitables de los aumentos de alquiler.
Pero la verdadera esencia reside en las peculiaridades, y en el corazón de Chacarita, un barrio antes eclipsado en el centro-norte de Buenos Aires, abundan. Allí, un café se convierte en santuario para la fotografía y santuario para el jazz. Dos venerables pizzerías, hermanas gemelas inauguradas en 1947, se mantienen firmes junto a la estación de metro, sirviendo porciones generosas cubiertas de mozzarella y cebolla.
Y en la periferia suroeste, un cementerio se erige como testigo silente, honrando a figuras legendarias como Carlos Gardel y Jorge Newbery, entre una maraña de tumbas humildes, recordando el papel secundario que juega en comparación con el célebre camposanto de la Recoleta.
Las esquinas y sus historias
A solo diez paradas de metro desde el bullicio del Obelisco, Chacarita se revela como un universo propio, donde cada esquina cuenta una historia. Sus raíces se remontan a huertos y esparcimientos jesuitas, antes de transformarse en un crisol de transporte y vida obrera, con sus calles empedradas tejiendo un tapiz de arquitectura colonial salpicada de toques art déco y brutalistas.
Cada paso es un viaje en el tiempo, desde las robustas puertas de madera hasta los intrincados hierros forjados que enmarcan las ventanas, testigos mudos de vidas pasadas.
Pero Chacarita no se detiene en la nostalgia; su avenida Jorge Newbery late con un pulso hípster, donde las tiendas de moda, cafés chic y bares de vermut danzan al ritmo del cambio. Entre sus joyas, La Botica del Pastelero emerge como un santuario para los amantes del horneado, mientras Facón despliega un escaparate de diseño local que desafía las expectativas. Lugares como Falena, la librería-bar oculta tras muros de ladrillo, añaden un toque de misterio a la travesía, invitando a los aventureros a descubrir sus secretos más guardados.
El barrio viejo
Pero es en las calles menos transitadas donde el verdadero espíritu de Chacarita se revela, donde un almacén convertido en centro cultural alberga jóvenes entusiastas girando en ruedas gigantes, explorando nuevas formas de expresión y conexión. Aquí, la vida late con un ritmo diferente, donde cada esquina ofrece una sorpresa, y cada paso es una invitación a descubrir lo inesperado en el corazón de la ciudad.
Explorar el encanto añejo de Chacarita revela un ambiente pragmático con delicias asequibles. Desde la tentadora fugazzeta de Santa María, con su queso fundido y cebollas tostadas, hasta los churros rellenos de dulce de leche de la centenaria Fábrica de Churros Olleros, hay placeres que no rompen el banco.
Sin embargo, el verdadero deleite se encuentra en la sencillez de un almuerzo en la Colonia 10 de Julio, donde la carne con papas fritas, aunque modesta en precio, es una experiencia satisfactoria, en un ambiente que evoca una autenticidad inigualable.