En su saludo, el papa se refiere al jefe de Gobierno como “querido hermano” y destaca el encuentro: “Esta cumbre convocada por Ustedes, alcaldes de distintas ciudades, y la dinámica de trabajo propuesta tiene la particularidad y la riqueza de una doble perspectiva que sortea dialécticas o falsos antagonismos que, ciertamente, no ayudan a asumir la complejidad de la cuestión ambiental y de las múltiples dimensiones que implica. Al reunirse, Ustedes reconocen la imperiosa necesidad de ampliar la mirada y buscar un bien mayor que favorecerá a todos; pero lo hacen sin evadirse ni desarraigarse de las problemáticas como de las posibilidades que sus ciudades representan”.
Asimismo, Francisco cita la exhortación apostólica Evangelii Gaudium y señala: “Este tipo de encuentros e iniciativas nos recuerda que también somos parte de la solución y que la misma vendrá como fruto de un trabajo común. Gracias”. En su carta, el papa también cita un pasaje de la encíclica Laudato Si, y sostiene: “Darle a ciudadanía a la búsqueda de transformaciones estructurales que permitan reducir la contaminación climática nos impulsa a «reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres»”. Y sostuvo que no hay que sumarse a “la apatía y la desidia fruto de políticas mal aplicadas y de retóricas estériles”.
“Impulsemos en nuestras comunidades una cultura en la que todos se sientan convocados a colaborar como instrumentos de Dios en el cuidado de la creación para que esta siga siendo una casa para todos”, indica el papa en el párrafo final de la misiva.
La carta fue leída por el secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad, Fernando Straface, en el cierre del encuentro internacional más importante sobre ciudades y cambio climático. Esta es la primera vez que en el marco de una cumbre de C40 se realiza un Foro Interreligioso y Social con líderes de cultos y comunidades de fe. Como resultado de ese encuentro, realizado ayer en la Usina del Arte, los alcaldes recibieron la publicación Foro de Diálogo Interreligioso y Social: Aportes de las religiones frente al cambio climático, que reúne las contribuciones de más de 20 instituciones y comunidades de fe.
“El compromiso de todas las ciudades que formaron parte de la Cumbre Mundial de Alcaldes C40 tiene que potenciarse, multiplicarse y expandirse. Todo el trabajo que hicimos acá tiene que llegar, a través de ustedes, a sus países de origen para ponerlo en marcha a nivel nacional y global. Camino a la COP 27, tenemos que seguir profundizando este rumbo para llegar a ese encuentro mejor preparados, más comprometidos, y con acuerdos mucho más sólidos a nivel internacional”, concluyó Rodríguez Larreta. Antes del cierre, los alcaldes participantes hicieron una foto de familia sobre el escenario, frente a todos los asistentes a la cumbre.
La Cumbre Mundial de Alcaldes de C40 es el encuentro internacional de ciudades y cambio climático más importante. Durante tres días, más de 120 alcaldes de ciudades de todo el mundo y 150 ciudades argentinas debatieron sobre recuperación verde y justa, bienestar integral y financiamiento verde. Como resultado, intendentes de todo el país presentaron una Declaración de Ciudades Argentinas, que las compromete a presentar planes de acción climática y abrir información y datos sobre el cambio climático, entre otras cuestiones. Asimismo, tras la cumbre internacional, y de cara a la COP27, las ciudades arribaron al “Consenso de Buenos Aires”, con nuevos compromisos de las ciudades, de las principales instituciones financieras de la región y del sector privado para garantizar el financiamiento climático que requieren las ciudades de América Latina.
La carta
Vaticano, 28 de setiembre 2022
Lic. Horacio Rodriguez Larrreta Alcalde de Buenos Aires.
Querido hermano,
Gracias por la invitación para participar de la octava Cumbre Mundial de Alcaldes que se realiza en la ciudad de Buenos Aires y, bajo el lema “Unidos en acción”, busca impulsar y desarrollar medidas capaces de contrarrestar el cambio climático y promover un futuro sustentable.
Las consecuencias del cambio climático son evidentes y urgen alcanzar acuerdos de cooperación con la mayor participación de todos los ciudadanos en la búsqueda de soluciones reales; una cooperación que, si quiere ser efectiva, como nos recordó la reciente pandemia del COVID 19, necesita trascender fronteras y mancomunar esfuerzos. Frente a la tentación de replegarse y pensar aisladamente las respuestas a lo que acontece es de suma importancia generar un diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces y no la apariencia de uno de los principales desafíos que tenemos como humanidad (cfr. Evangelii Gaudium, 205); y este tipo de encuentros e iniciativas nos recuerda que también somos parte de la solución y que la misma vendrá como fruto de un trabajo común. Gracias.
Esta Cumbre convocada por Ustedes, alcaldes de distintas ciudades, y la dinámica de trabajo propuesta tiene la particularidad y la riqueza de una doble perspectiva que sortea dialécticas o falsos antagonismos que, ciertamente, no ayudan a asumir la complejidad de la cuestión ambiental y de las múltiples dimensiones que implica. Al reunirse, Ustedes reconocen la imperiosa necesidad de ampliar la mirada y buscar un bien mayor que favorecerá a todos; pero lo hacen sin evadirse ni desarraigarse de las problemáticas como de las posibilidades que sus ciudades representan. Son capaces de concentrarse en las vicisitudes y problemas cotidianos, pero con una perspectiva más amplia: la casa de todos nos convoca y, entre todos, cada uno desde su idiosincrasia, cultura, historia y capacidades nos está conminado a trabajar para su protección y conservación.
En este sentido, deseo que los esfuerzos realizados para llevar adelante esta cumbre puedan volverse operativos y, de este modo, contrarrestar la tentación de generar proyectos y declaraciones formales – nominalismos declaracionistas – incapaces de convocar y suscitar adhesiones de transformación y cambio. Recordemos que el cambio requerido también implica que los líderes de hoy escapemos del reino de la sola palabra, de la cultura de la imagen y del evento; se trata de crear las condiciones necesarias donde los ciudadanos y especialmente los jóvenes vean y experimenten que sus esfuerzos y sus compromisos no son en vano. Crear garantías para que sea valorado y reconocido el compromiso de todos los ciudadanos es también construir un futuro sustentable. Como líderes no podemos permitirnos sumar a la contaminación ambiental existente el aire viciado del descreimiento, de la apatía y la desidia fruto de políticas mal aplicadas y de retóricas estériles incapaces de proporcionar “pistas de aterrizaje” al deseo y a la voluntad de involucrarse de gran parte de la ciudadanía.
Todas las acciones requeridas para reducir la contaminación climática y la promoción de un futuro sustentable requieren también liderazgos que vivan su vocación política con austeridad, convicción, honestidad y responsabilidad. Actitudes que ayudarán a suscitar la empatía necesaria que impulse las transformaciones estructurales que se necesitan. Hace bien asumir que la empatía es mucho más que un mero slogan intimista; se trata más bien de una fuerza motora que provoca e impulsa al compromiso con el otro. Sin educar a la empatía, sin una cultura de la empatía, podremos tener perfectos y acabados diagnósticos, ciudades y planes bien proyectados, pero faltará la “fuerza del sentido” que sostendrá en el tiempo las exigencias de cambio que la crisis ambiental reclama a todos. De este modo, darle ciudadanía a la búsqueda de transformaciones estructurales que permitan reducir la contaminación climática nos impulsa a «reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (Laudato Si, 49).
Pensar un futuro sustentable y sostenible para nuestras ciudades implica no perder de vista que hoy día «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (Laudato Si, 139). El impulso de estilos de vida más amigables con el medioambiente reclama, a su vez, la promoción de estilos de vida más amigables entre todos los habitantes de la misma ciudad y, por tanto, no ignorar a los excluidos; una ciudad verde se medirá también en su capacidad de atención y promoción de los más débiles como signo vivo de una conciencia realmente ecológica. Los invito a estar atentos a los discursos encubiertos que, en nombre del cambio climático, terminan por impulsar políticas de zonas protegidas, exclusivas o determinados estilos de vida donde la solución genera más exclusión y descarte. Una ciudad verde es también una ciudad capaz de crear un ecosistema basado en el bien común donde sea reconocido el derecho al futuro de las generaciones que vendrán y de los más pobres. «Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!» (Evangelii Gaudium, 210).
Estimados alcaldes, permitanme recordar con Ustedes que el mundo que nos rodea es algo más que un problema a resolver, es también un misterio gozoso que estamos invitados a contemplar con jubilosa alabanza (Cfr. Laudato Si, 12); y está en todos nosotros trabajar para que este don recibido no deje de suscitar la maravilla y el estupor. Impulsemos en nuestras ciudades una cultura en la que todos se sientan convocados a colaborar como instrumentos de Dios en el cuidado de la creación para que esta siga siendo una casa para todos.
Que el Señor bendiga cada uno de Ustedes y sus comunidades; y, por favor, no se olviden de rezar por mí o pensarme bien.
Fraternalmente