El periodismo está pasando por su peor crisis en el mundo en estos mismos momentos. La falta de veracidad en las noticias, las operaciones políticas y económicas, la estigmatización de grupos étnicos y la información parcial o, peor aún, la desinformación sobre los temas que atemorizan a sus anunciantes o a las cancillerías de los países más poderosos del mundo, son moneda corriente en los medios de comunicación masivos.
En medio de estas descorazonadoras noticias, el Papa Francisco cuestionó el último 18 de junio “la falta de honestidad” y “la desinformación” que son comunes en los medios.
La Argentina no podía estar ausente ante tanta adversidad. En un informe realizado mediante encuestas online en 46 países –varios latinoamericanos- por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, los medios argentinos lideraron el ranking de la desconfianza del público en la región.
Paralelamente, el programador australiano Julian Assange, fundador de WikiLeaks, se encuentra en vías de ser extraditado desde el Reino Unido a los Estados Unidos de Norteamérica, acusado de filtrar miles de cables producidos por diversas agencias gubernamentales estadounidenses, en los que se informaba sobre una serie de crímenes cometidos por fuerzas militares en las guerras de Irak y Agfanistán y sobre evaluaciones políticas de sus embajadas a lo largo del mundo, en las que se vertían comentarios despreciativos contra políticos y diplomáticos de diversos países, muchos de ellos aliados de los EE.UU.
Entre los videos que fueron filtrados desde WikiLeaks, figura uno tomado el 14 de julio de 2007, en el que la tripulación de un helicóptero Apache asesinó en Bagdad al reportero gráfico de la agencia Reuters, Namir Noor-Eldeen y a nueve personas más, que ni contestaban el ataque, ni tampoco veían a sus asesinos en la noche.
El Papa Francisco habla
En el transcurso de una audiencia con miembros de la Sociedad San Pablo, una congregación que se dedica a la evangelización a través de los medios y la tecnología, Francisco manifestó que “si hoy tomamos los medios de comunicación falta limpieza, falta honestidad, falta integridad. La desinformación está a la orden del día. Se dice una cosa, pero se esconden muchas otras“.
El Papa, que recibió a sus huéspedes en el Palacio Apostólico, los animó a no permitir que lo antedicho empañe su trabajo de difusión y que su mensaje “proceda realmente de la vocación, del Evangelio, que sea nítida y clara”. Inclusive, les solicitó a los paulinos que apunten a “redimir a la comunicación del estado en el que se encuentra hoy”.
El Pontífice se quejó porque “en manos de todo un mundo de comunicación que, o dice la mitad, o una parte calumnia a la otra, o una parte difama a la otra, u ofrece escándalos, porque a la gente le gusta consumir escándalos, es decir, comer suciedad ¿No es verdad? Es así”, finalizó.
Assange, en la cuerda floja
Julian Assange es un programador que creó el sitio web WikiLeaks, en el que fueron publicados miles de documentos de distinto origen, siempre originados en filtraciones de acciones que diversos gobiernos del mundo preferirían que se mantuvieran ocultas.
A raíz de la publicación del ataque del helicóptero, que fue filtrado por WikiLeaks el cinco de abril de 2010, se desató una feroz persecución contra Assange, que incluyó dos denuncias por violación –luego desestimadas- radicadas en Suecia.
El 19 de junio de 2012, Assange solicitó asilo en la embajada de Ecuador en Londres. El Gobierno de Rafael Correa se lo concedió el 16 de agosto, dos meses después de que comenzara a gestionarlo.
Grandes periódicos del mundo, como The New York Times, The Guardian y la revista Der Spiegel publicaron el 25 de julio de 2010 unos 92 mil documentos relacionados con la guerra iniciada en 2001 en Afganistán, proporcionados por WikiLeaks, que no pidió ninguna compensación monetaria a cambio.
El 22 de octubre de 2010, WikiLeaks publicó Irak War Logs (Documentos de la Guerra de Irak), que contenía 391.831 documentos filtrados desde el Pentágono. En ellos se informaba que las autoridades estadounidenses habían dejado sin investigar miles de informes que daban cuenta de abusos, torturas, violaciones y asesinatos cometidos por la policía y el ejército iraquí, aliados de los invasores de Irak. Mientras que oficiales británicos y norteamericanos informaban que no existían registros de esas víctimas, los informes publicados por WikiLeaks habían demostrado que sí existían.
En los documentos se describían torturas contra prisioneros, que eran golpeados y sometidos a descargas eléctricas, todo ello con conocimiento de las autoridades estadounidenses y británicas. No constaba en los informes que los soldados norteamericanos hubieran perpetrado directamente las torturas, pero sí que amenazaban a los prisioneros con permitir a los policías y soldados iraquíes que lo hicieran.
Como no hay dos sin tres, el 28 de noviembre de 2010 WikiLeaks filtró a los diarios The Guardian, Le Monde, The New York Timer y El País y al semanario Der Spiegel 251.187 cables y telegramas entre el Departamento de Estado y las embajadas de Afganistán, Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Bolivia, Bosnia Herzegovina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Norte, Corea del Sur, Cuba Ecuador, Egipto, El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, España, Francia, India, Irán, Israel, Italia, Japón, Kosovo, Kuwait, México, Nicaragua, Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, Rusia, Serbia, Siria, Sudáfrica, Turquía, Túnez, Uruguay, Venezuela y Yemen.
Las filtraciones que publicaron Assange y sus secuaces son muchas más e incluyen al archivo denominado Global Intelligence Files Leak (correos de la empresa de inteligencia privada Stratfor), The Intolerance Network (17 mil archivos de la organización española HazteOír y su subsidiaria internacional CitizenGo) y el programa Año Cero, que le atribuyó a la CIA, que permite hackeos a los IPhones, a los televisores Samsung y a los teléfonos que utilizan el sistema Android, de Google.
El once de abril de 2019, Assange fue detenido por la policía británica, luego de que ese mismo día el presidente Lenin Moreno le retirara la nacionalidad ecuatoriana que le había sido concedida en 2017 y anunciara que dejaba de darle asilo político.
En estos días, exactamente el 14 de marzo de 2022, la máxima instancia judicial británica le denegó la apelación a Assange y quedó, por lo tanto, a punto de ser extraditado a Estados Unidos, adonde podría ser condenado hasta a 175 años de prisión.
El filósofo, lingüista y politólogo Noah Chomsky, evaluó que “haciendo a un lado las minucias legalistas, las razones básicas para la tortura y enjuiciamiento de Assange son que cometió un pecado mortal: dio a conocer al público información de los crímenes estadounidenses que el gobierno, por supuesto, hubiera preferido que permanecieran ocultos”.
Chomsky, que visitó una vez en su refugio a Assange, declaró que “sus preocupaciones son entendibles. Fueron explicadas hace años por Samuel Huntington, profesor de Ciencia de Gobierno en Harvard, quien observó que ‘el poder se mantiene fuerte cuando permanece en la oscuridad; expuesto a la luz comienza a evaporarse’”.
Finalmente, Assange expresó alguna vez que WikiLeaks ha publicado más documentos clasificados de diferentes gobiernos que la totalidad de los medios de comunicación del mundo. Apesadumbrado, agregó que “eso no lo digo para demostrar nuestro éxito. Más bien, muestra el alarmante estado del resto de los medios de comunicación. ¿Cómo es que un equipo de cinco personas ha llegado a mostrarle al público la información más reprimida, a ese nivel, que el resto de la prensa mundial junta? Es vergonzoso”.
Como corolario, el fiscal italiano que encarceló a Antonio Gramsci el nueve de noviembre de 1926, anticipó la condena contra Assange, aunque residiera en la lejanía. “Debemos evitar –dijo, proféticamente- que este cerebro funcione durante 20 años”. Triste destino, si no se lanza pronto un fuerte clamor de justicia que se expanda por el mundo.
Un informe algo incompleto, pero revelador
El Reuters Institute, de acuerdo con una nota del profesor de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Quilmes Martín Becerra, publicó el informe Digital News 2022, en el que se documenta “cómo el vínculo entre el periodismo y gran parte del público puede estar desvaneciéndose”.
“Como en los años anteriores –planteó el especialista-, entre los 46 países relevados, las personas encuestadas de la Argentina vuelven a situarse entre las más desconfiadas en el ecosistema informativo, cuya agenda está anclada desde hace casi 15 años en una polarización tan notoria como asimétrica, con los principales grupos mediáticos y sus figuras notorias activando la agenda parcial de uno de los dos polos”.
De todos modos, Becerra se niega a “atribuir la baja credibilidad de los medios argentinos a la polarización política y social”. El intelectual santafesino plantea que “Brasil también es una sociedad polarizada, pero la confianza en el sistema de medios que declaran las personas encuestadas es bastante superior a la de la Argentina. Esto puede obedecer a variables socioculturales, pero también a que el sistema de medios comerciales de Brasil ha conservado rasgos de profesionalismo que, en cambio, fueron desatendidos por las empresas de medios argentinas, envueltas en un agite faccioso que uno de sus máximos editores describió como ‘periodismo de guerra’”.
Becerra relata que ya en 2018 una encuesta global del Pew Research Center también detectaba “números rojos para el ecosistema de información y opinión de la Argentina en relación a otros países. Una década antes, la consultora de opinión pública Mora y Araujo difundía un estudio que mostraba que la imagen negativa de los principales medios (Clarín, La Nación, Página 12, Radio Mitre, Radio 10 y Radio Continental) superaba con creces su imagen positiva”.
Becerra plantea además un panorama terrorífico para los periodistas que no quieren dejar de serlo. “El encogimiento de los mercados noticiosos generalistas fruto de la polarización, la migración de las audiencias –sobre todo, juveniles– a contenidos breves y accesibles a través de dispositivos móviles con formatos personalizados y ubicuos (TikTok) y el acecho de las plataformas digitales, que intermedian en el negocio publicitario y afectan la economía de los medios tradicionales, le agregan incertidumbre a un contexto en el que la precarización daña la calidad y el empleo en las redacciones”.
El estudio confirmó lo que ya se sabía. Los medios tradicionales más vistos son Telefé (Paramount), TN (Clarín), C5N (Indalo), y A24 (Grupo América). Casi las mismas empresas –se infiltra Infobae- dominan el espectro digital. TN Online (Clarín), Clarín Online (Clarín), La Nación Online (La Nación) y A24 Online (Grupo América) son las más consultadas.
De todos modos, la encuesta del Reuters Institute muestra una caída fuerte, de 20 puntos, de la TV como fuente de las noticias. “Otra tendencia que destaca el informe del Reuters Institute es el aumento declarado sobre la escucha de podcasts, que realizaría el 34%, según el sondeo”, acota Becerra.
El científico advirtió además que “en cuanto a las plataformas más usadas para el acceso a las noticias digitales, Facebook lidera el ranking en la Argentina, seguida por WhatsApp y luego por Instagram. Es decir que en el podio se ubican tres plataformas de Meta, el conglomerado de Mark Zuckerberg”.
También, vuelve a advertir Becerra, “la encuesta arrojó que el 75% de las personas encuestadas usa el teléfono inteligente (smartphone) para acceder a noticias. El celular es más utilizado que la computadora de escritorio (27%) y la tablet (5%) juntas”.
En cuanto a la metodología del trabajo del Reuters Institute, éste “está basado en una encuesta online realizada a 93 mil personas adultas en 46 mercados (cerca de 2000 por país) entre enero y febrero de 2022. Es importante advertir que su metodología impide conocer en detalle la experiencia de los sectores que, por razones socioeconómicas, geográficas, de género y de edad, utilizan menos los entornos digitales. Es decir, hay una sobrerrepresentación de quienes utilizan cotidianamente Internet, poseen buenas conexiones de red, tienen destrezas y tiempo para responder los cuestionarios y una subestimación del resto de la población”. Nada de Conurbano, en una palabra, advirtió Becerra.
Finalmente, según el doctor en Ciencias de la Información expresó que “en un país como la Argentina, como en la mayoría de los del ‘sur global’, esos obstáculos recortan la pretensión de representatividad. El Reuters Institute es consciente de estas limitaciones. Con todo, el trabajo se suma a los hallazgos de otros estudios previos y actuales, como encuestas de opinión pública presenciales realizadas en distintos sectores y hay tendencias que este informe confirma y actualiza. Además, tiene la virtud de establecer comparaciones entre países en base a la misma técnica de sondeo online”.
Un epílogo que no es un final
El periodismo hace muchos años que se encuentra en terapia intensiva en nuestro país. La falta de datos en los trabajos periodísticos, la negación de las fuentes y la información direccionada atentan contra la veracidad de las noticias. Un detalle: los periodistas jamás revelarán la identidad de sus fuentes, pero en algunos casos, este ocultamiento se parece demasiado a noticias reveladas por operadores, muy lejanas a cualquier atisbo de veracidad.
El periodismo argentino se debate en una crisis que sólo podrá ser superada cuando los empresarios de medios dejen de presionar a sus editores para que mientan en nombre suyo. Y algunos editores deberían comenzar por sufrir alguna vez algún ataque agudo de…dignidad.
Periodismo de guerra no es periodismo.