Cuando se les pregunta acerca de la batalla electoral de 2019, todos responderán, invariablemente, que el único principio del que no se puede prescindir en el peronismo es que debe permanecer unido.
¿La razón? La fuga de los peronistas que presentaron opciones electorales por fuera del PJ fue el motivo de la entronización de Cambiemos, más que la imagen de Mauricio Macri o la validez de su propuesta política. Uno de los dirigentes consultados ejemplificó el concepto argumentando: “En la provincia de Buenos Aires, el peronismo obtuvo casi el 53 por ciento, si sumamos los porcentajes de Cristina, Massa y Randazzo, tres opciones netamente peronistas, excepto por la incomprensible presencia de Margarita Stolbizer”.
Volver a 2003, a 2007 o al casi irrepetible 2011 sería entonces el ideal que albergan in pectore los peronistas, en lo que consideran que es casi una obligación, después de las dos derrotas seguidas que cosecharon frente a Cambiemos.
Eduardo Valdés aseveró a Noticias Urbanas: “Creo que con Perón solo no alcanza. Y creo que sin el kirchnerismo, que tampoco puede solo, no llegamos”. “El desafío de la unidad es una tarea ecuménica muy complicada –casi bergogliana, quiso decir–, pero de todos modos, yo no me rindo. Nosotros tenemos que construir la alternativa para 2019, porque si los distritos más importantes logran hacerlo, eso servirá de espejo para todos los demás. Y quiero apostar en ese casillero”, prosigue el exlegislador porteño, exjefe de Gabinete de la Cancillería y veterano sobreviviente de todos los naufragios.
En cuanto al cómo, el dirigente está convencido de que “hay que dejar pasar el fin de año y esperar a que se aquieten las aguas”. “Después tenemos que empezar a juntarnos. Este es el tiempo de los coroneles, el tiempo de rearmar, de curar las heridas y de empujar hacia arriba a los que pueden ser conducción”, analizó en tono de facultativo.
De todos modos, Valdés se queja porque “quieren jubilar a dirigentes que hoy están más lúcidos que nunca, y eso no es una buena idea. Hay que mirarse en el espejo del papa Francisco, que armó un gran revuelo a los 78 años”.
El diputado del Parlasur se siente representado por la negociación que culminó con la lista de unidad que se armó en el peronismo bonaerense, que sumó a todos los sectores y que desde el 19 de diciembre próximo alternará en la presidencia al intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, en 2018 y a Fernando Gray en 2019. “Hay que juntar los troncos”, graficó.
Para la Ciudad, propone el mismo esquema: “Hay que traer a un montón de gente que hoy no está. ¿Quién puede negar que Alberto Fernández tendría que estar? ¿Y Gustavo Beliz y Rafael Bielsa y Ginés González García? ¿Y Julián Domínguez, que ya estuvo con Cristina? Son personas valiosas y respetadas que debemos recuperar”, finaliza.
La exlegisladora porteña Silvia La Ruffa, que por estos días forma parte del Nuevo Espacio de Participación, se mostró conforme con la performance del peronismo en las elecciones del 22 de octubre último. “La gente nos votó para ser la principal fuerza de la oposición”, relegando al prometedor Martín Lousteau al tercer lugar.
Para la etapa que va del 23 de octubre a las elecciones de 2019, La Ruffa piensa: “Es necesario formar un frente electoral en el que se consolide lo ya hecho y permita sumar a los que esta vez no nos apoyaron”.
Para que esta suma conforme una verdadera propuesta política, la exlegisladora considera que además “hay que escuchar los reclamos de los porteños”. “Existen nuevas formas de participación que antes no existían, los diversos sectores sociales tienen otras maneras de expresarse y hay que ir hasta ellos para conocer las reinvindicaciones que plantean.”
Paralelamente, La Ruffa alega que en la última elección el oficialismo en la Ciudad tiene por primera vez mayoría propia porque alcanzó un bloque de 33 legisladores. “Esto resultó en que el Presupuesto 2018 fue aprobado solo con los votos de ellos, desechando las propuestas de la oposición, sin diálogo y sin mantener las formas adecuadas, desmintiendo el discurso que despliegan permanentemente.”
Al mismo tiempo que aboga por mantener unida a la fuerza propia, la exlegisladora, a la que este cronista encontró alguna vez repartiendo volantes en épocas de campaña, reconoció las dificultades que alfombran el camino. “Va a ser difícil armar la unidad del peronismo, para conseguir un resultado que seguramente va a estar más cercano al 45 por ciento de 2007 que al 54 por ciento de 2011. De todos modos, los errores de Macri nos pueden ayudar mucho. Lo que ocurrió con los dichos del diputado Tonelli, que afirmó que la rebaja que recién votaron disminuirá las jubilaciones pero no su poder adquisitivo, demuestra que Cambiemos no tiene reacción. Esas barbaridades son un buen factor para que nos unamos”, plantea entre sonrisas, para rematar planteando: “Ellos no ganaron por mucho, pero para derrotarlos tenemos que estar juntos”.
Fernando Barrera se refirió a la unidad recientemente lograda en la provincia de Buenos Aires: “Tenemos que imitar el ejemplo”.
Finalmente, La Ruffa reconoce: “Existen heridas no cerradas, pero una cosa es segura y es que nosotros no estamos en condiciones de pelearnos por lo que pasó. Eso se tiene que terminar y tenemos que pasar a la etapa de la construcción. Lo contrario es perder”.
En el mismo día en que el peronismo, paradójicamente, decidía que el interbloque Unidad Porteña contendría mejor las diferencias internas que un bloque unificado, María Rosa Muiños habló con Noticias Urbanas sobre el futuro, el presente y las vicisitudes que deberá enfrentar el peronismo de aquí en más para ser una alternativa válida en 2019. “¿Es optimista en este camino?”, lanzó el cronista, y obtuvo una respuesta realista: “Será un proceso penoso, pero necesario, por eso soy optimista, porque de estos procedimientos salen las cosas buenas. Va a haber que trabajar mucho hacia adentro y hacia fuera”. La legisladora, a quien Noticias Urbanas entrevistó más tarde en su despacho (ver nota aparte), centró su visión en el funcionamiento partidario. “Hay que democratizar el partido. Hay una visión de la gente de que los partidos son cosas cerradas. Nosotros, a principios del año que viene, debemos convocar a elecciones internas porque hoy las autoridades partidarias tienen el mandato prorrogado. Debemos conseguir una mayor transparencia para que la gente se acerque al peronismo.”
Fernando Barrera, abogado cercano a la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) e integrante del directorio del Ente Único de Control de los Servicios Públicos, asegura poseer “una visión optimista”. “El 2019 no está tan difícil. Allí creo que el PJ necesita reconstruir un espacio de convocatoria a los que están cercanos y que tienen que ver con nosotros. Tenemos que devolverle al pueblo la confianza y el optimismo en que somos capaces de crear una sociedad mejor”, sostiene.
En este sentido, aboga por imitar “el ejemplo de la provincia de Buenos Aires”. En tanto, aclara que está conforme con la actuación del peronismo en la última elección, cuando consiguieron reunir a muchos de los sectores que parecía que podían ir por fuera del partido, aunque agrega que “hace falta más, mucha más amplitud”.
“De todos modos –agrega–, acá hay sectores que no se sintieron convocados, tanto es así que deberíamos considerar por esto que el 20 por ciento que obtuvimos fue un piso. A partir de allí, es necesaria una convocatoria más amplia, porque hubo sectores del peronismo que acompañaron pasivamente nuestra propuesta. Porque hay algunos que directamente no están en el partido o no están activos y otros se fueron y hay que llamarlos, como a los compañeros que hoy están en el Frente Renovador. También hay que hablar con algunos sectores del progresismo.”
Para explicar el concepto, Barrera argumenta que “el peronismo siempre fue capaz de tener una actitud de conducir este espacio en los procesos políticos, pero cuando no lo hace, todos los actores se dispersan. Por eso, hay que hacer un gran esfuerzo para construir horizontalmente, porque hoy no hay liderazgos que contengan al conjunto. No hay conducción, por eso debe haber un ámbito para armar los consensos necesarios y para dirimir las diferencias. En este terreno, se debería tomar en cuenta el ejemplo de la CGT, donde este ámbito existe y los sindicalistas poseen, por tanto, una larga experiencia en esta tarea”.
“Es el tiempo de los coroneles”, afirma el dirigente Eduardo Valdés.
“El espacio que tenemos que construir es un espacio para crecer horizontalmente, que conduzca a la diversidad–continúa Barrera–. Esto sólo es posible si se logra culminar una síntesis política. Aquí no hay que repetir lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires, que en la elección fue con una sigla diferente, pero sí hay que imitar lo que se está haciendo hoy, que armaron una lista de unidad en la que están contenidos aún los que formaron parte de otras listas. Así se reconstruye la institucionalidad del PJ, conteniendo a todos.”
“En este punto, hay que seguir la enseñanza de Perón, que desarrolló el concepto de Unidad Nacional. Para construir un Proyecto Nacional hay que reunirse con todos los sectores, porque a nosotros la derecha nos ganó con los votos. Ellos lograron armar la unidad del campo antinacional y nosotros debemos oponerles una fortaleza similar y contraria”, finaliza el integrante de UPCN.
¿Habrá nuevamente tríada dialéctica?
El peronismo se dispone, en síntesis, a enfrentar una batalla en la que por primera vez en su historia debe construir políticamente desde su propia debilidad. Las apelaciones a la necesidad de estar unidos y a construir ámbitos para dirimir las diferencias también hablan de un pasado reciente tormentoso, en el que el peronismo fluctuó entre el desarrollo de un proyecto político no demasiado lejano al que hoy corporiza Cambiemos, y otro, de cuño muy diferente, que lideraron por doce años Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Al peronismo nunca le fueron ajenas las contradicciones, por eso en su interior transcurrieron todos los procesos de la tríada dialéctica hegeliana: tesis, antítesis y síntesis. No otra cosa fue el proceso que lideró Carlos Menem (la tesis liberal), que generó su propia antítesis (la anarquía), un período que culminó –tras el lamentable interregno de Fernando de la Rúa– con la crisis de 2001. Luego llegaron Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner (la síntesis peronista), que lograron construir, con sus más y con sus menos, una alternativa que duró doce años en el poder.
“Hay que escuchar los reclamos de los porteños”, dice la exlegisladora Silvia La Ruffa.
Independientemente de las opiniones favorables y contrarias, las derrotas suelen sumir al peronismo en la anarquía, que es lo que está ocurriendo ahora, cuando la tesis liberal se encuentra en su apogeo. Este reñidero hipercrítico e hipercombativo, que enfrenta a todos con todos, llegó el 22 de octubre a su límite. ¿Podrá el peronismo recobrar su capacidad de construir un proyecto superador de la realidad “kryptonítica” que hoy lo mantiene sumido en la debilidad?