Reunidos en el hotel Conte, dirigentes peronistas de todo el país lograron a duras penas acordar una lista única -que encabezarán José Luis Gioja y Daniel Scioli- para las internas del ocho de mayo próximo, aunque los acuerdos hasta ahora fueron parciales. No se puede decir que el acuerdo haya servido para lograr la unidad -una palabra que le queda grande-, si bien se respira que el poder no anida en la máxima conducción los mantendrá unidos hasta 2017, en el mejor de los casos.
Además, en el tiempo que corre, la elección era imposible de realizar por lo que la lista única era “el menor de los males”, más aún teniendo en cuenta que la jueza electoral María Romilda Servini de Cubría tiene el ojo puesto sobre el partido y podría decretar su intervención ante el menor amago de controversia.
Como era de esperar, están representados todos los sectores del PJ y del kirchnerismo, menos los jóvenes de La Cámpora, que hoy son casi parias dentro de la estructira partidaria, después de haber sido casi el poder total. Esto ocurrió porque la mano que los encumbró ya no abofetea como antes.
El punto de acuerdo estuvo basado en los dos primeros lugares de la lista, que encabezará el diputado -y exgobernador de San Juan- José Luis Gioja, que será secundado por Daniel Scioli. Ninguno de los dos es hoy un líder del peronismo, por lo que les falta entidad para conducir esta complicada nave. Sólo podrán, entonces, acelerar y disminuir la potencia de los motores, pero el timón siempre estará en otras manos y lo saben. Gioja, por su parte, es un líder en retirada, ungido hoy para que tenga una retirada digna.
La insistencia de Scioli es inentendible. Era el caballito de batalla de la Cámpora y del kirchnerismo más duro después que desistieron con Jorge Capitanich y además contaba con toda la oposición de la Liga de Intendentes de la Provincia que dejó destrozada y fundida. Los popes del territorio se juramentaron no dejarlo pasar a la conducción, pero así y todo ante este pobre escenario de transición, Scioli dio un paso al frente solo para acompañar su final con la testimonialidad de Gioja
Además de ellos estuvieron presentes, oficiando como garantes del trabajoso acuerdo, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey; el gobernador de San Juan Sergio Uñac; la gobernadora de Catamarca Lucía Corpacci; el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán y el gobernador de Tucumán Juan Manzur.
Siguiendo con las jerarquías que exige la liturgia peronista, también se hicieron presentes los intendentes de Florencio Varela, Julio Pereyra, que además preside la Federación Argentina de Municipios; Gustavo Menéndez (Merlo) y Martín Insaurralde (Lomas de Zamora).
A continuación, se podría mencionar la presencia de los senadores y diputados Miguel Pichetto (Senador Río Negro); Jorge Taiana (Diputado Parlasur); Fernando “Chino ” Navarro (Diputado Provincial Buenos Aires), Carlos Kunkel (Diputado Nacional Buenos Aires), Juan Manuel Abal Medina (Senador Buenos Aires).
Como en todo cónclave peronista, también suelen hacerse presentes los ex de todo pelaje, que concurren presos de la nostalgia, como para no perderle la mano a la sensación de “estar ahí”. Así estaban el exgobernador de Jujuy, Eduardo Fellner; el exintendente de La Matanza, Fernando Espinoza; el exgobernador de Mendoza, Celso Jaque; el exgobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera; el expresidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez y el el secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
No podía faltar, más en los tiempos que corren, en los que la conflictividad gremial será alta, la presencia del Movimiento Obrero, que estuvo escasamente representado, pero marcó su presencia. En primer lugar, el secretario general de la CGT Alsina, Antonio Caló, fue elegido como uno de los vicepresidentes partidarios. Víctor Santa María y Andrés Rodríguez, que ocupan los más altos cargos en el peronismo metropolitano -presidente y vicepresidente, respectivamente- estuvieron allí.