Finalizado el recuento de los votos emitidos el domingo último en las elecciones legislativas, volvieron a recrudecer los movimientos sísmicos en el seno del Partido Justicialista, que se encontraban circunstancialmente desactivados por razones electorales.
Urgidos por encarar un proceso de unificación de sus fuerzas hoy dispersas, los dirigentes del PJ que tienen aspiraciones de conducción comenzaron a moverse, en principio con cierta sutileza, ya que se encuentran sumidos en terreno irregular y resbaladizo.
Los primeros en levantarse, tras las inesperadas derrotas de algunos caudillos provinciales, fueron los triunfantes gobernadores de San Juan y Tucumán, Sergio Uñac y Juan Manzur, respectivamente. Se reunieron el martes último –rápidos de reflejos– en Tucumán y comenzaron a enviar mensajes hacia todos los demás peronistas que aspiraban a construir poder.
Por lo pronto, varios de los derrotados el domingo quedaron fuera de la carrera que encararán, en principio, solo el tucumano y el sanjuanino, aunque se podría incorporar algún otro audaz que haya salido airoso de la prueba electoral. Tanto el salteño Juan Manuel Urtubey como el cordobés Juan Schiaretti y el chaqueño Domingo Peppo se disponían a comenzar a transitar este lunes ese camino que ya no será de ellos, ante las derrotas que sufrieron en sus distritos, porque es sabido que el peronismo no tolera perdedores.
En esta semana se produciría el primer encuentro de los gobernadores peronistas. Allí se encarará el rediseño de la estrategia hacia 2019. Los temas cruciales que los convocan serán, oficialmente, la distribución de la coparticipación federal y la reforma impositiva que quiere encarar el Gobierno, pero en realidad su intención es la de comenzar a pulsear por la construcción de los nuevos espacios de poder que resultaron de los comicios legislativos del domingo último.
En el terreno de los gestos preliminares, Uñac y Manzur colgaron en las redes sociales una foto que los muestra a ambos con una leyenda reveladora: “El peronismo que viene”. Esta semana, en una nota periodística, el sanjuanino alegó que la renovación del PJ debe pasar a través de la Liga de Gobernadores, el estamento del que surgieron dos de los presidentes del pasado: Carlos Menem y Néstor Kirchner. Esto sin considerar a Eduardo Duhalde, que fue el presidente provisional que prohijó la crisis de 2001, que fuera elegido por el Congreso de la Nación. La fuente del poder de los tres expresidentes peronistas, la que los llevó hasta la Casa Rosada, fue su poder territorial. Esa es la historia que quieren repetir Manzur y Uñac.
En ese sendero, cuando al sanjuanino le preguntaron por la circunstancia de la expresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que fue la peronista que más votos obtuvo el domingo, contestó que “no es una cuestión de votos. Se trata de interpretar a la sociedad y de presentar nuevos liderazgos”.
El camino que deberán recorrer los conjurados será azaroso, porque la negociación con los gobernadores no carecerá de matices. Todos aspiran a tener una “terminal nacional”, esa que les permite construir más obras, invertir más dinero en el desarrollo de sus comunidades y cultivar una relación directa con la Casa Rosada, ese domicilio que hoy avizoran, al menos, como hostil.
En la provincia de Buenos Aires se definirá una porción importante del futuro del peronismo, se hable de 2019 o de años posteriores. En este sentido, los movimientos renovadores ya comenzaron.
Este jueves a las 16.30, la conducción del peronismo bonaerense se reunió en la sede del PJ nacional, en Matheu 130, para rediscutir la ecuación de los mandos provinciales.
Existe un nuevo estamento de poder en la Provincia, no porque no existiera desde antes, sino porque tiene nuevos representantes. Tres de ellos suenan como posibles sucesores del actual presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza. Son la intendenta de La Matanza, Verónica Magario; su colega de Merlo, Gustavo Menéndez, y el jefe comunal de Moreno, Walter Festa.
En medio de estas febriles negociaciones, roscas y alianzas de todo tipo, existe un dilema de hierro, que afecta no solo al peronismo provincial, sino también al nacional: que todos los que no están se suban al barco y que los que están dentro no corran hacia los botes salvavidas.
Esta ecuación involucra a muchos tripulantes y a numerosos fugitivos del aparato del PJ, entre los que se cuentan a Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, Florencio Randazzo, Adolfo (y Alberto) Rodríguez Saá, Mario Das Neves, Carlos Verna y a la dupla cordobesa que conforman los sinuosos Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota.
Schiaretti aspiraba a conducir la Liga, pero las dos contundentes derrotas que sufrió en Córdoba lo bajaron del barco y su futuro en el PJ se encuentra en suspenso. CFK, por su parte, también perdió, por los que, al igual que sus cofrades en la derrota, podrá formar parte del colectivo, pero no de la mesa chica. De todos modos, como depositaria de casi tres millones y medio de votos, se parará en un escalón superior al de los demás. Solo los triunfadores quedarán por encima.