Que para 2015 falta mucho, es cierto, máxime cuando se trata del reloj político. Por eso, el Pro considera que la construcción que pueda darse desde la gestión es fundamental para solidificar la vidriera de lo hecho y también de lo que se pretende hacer: el terreno de la intención. En ese sentido, Macri entiende el juego. Y lo está jugando. Y lo jugará más fuerte conforme se acerquen los comicios del año próximo. Y, para eso, entiende, tiene algunos alfiles.
Una de las principales apuestas del Jefe de Gobierno porteño fue, es y será la política del tránsito y transporte. Sin ir más lejos, a principios de mes Mauricio Macri inauguró la ampliación de tres kilómetros de la autopista Illia, a la altura del aeroparque Jorge Newbery, que facilita la conexión con las avenidas 9 de Julio y General Paz. Desde el Pro aseguran que beneficia a más de cien mil automovilistas, que a diario reducen al menos en veinte minutos el trayecto entre el Microcentro y el norte de la Ciudad y el Conurbano. La presentación fue realizada en conjunto con la Presidenta, un gesto inusitado de ambas partes, pero con crédito para ambas partes también.
Además de buscar la profundización de la propuesta del metrobús, que hoy corre por avenida Juan B. Justo, por 9 de Julio y, en su versión sur, por Coronel Roca y Fernández de la Cruz, que tuvo amplia aceptación en los porteños y bonaerenses que cotidianamente circulan por Buenos Aires, el Ejecutivo local idea llevar a cabo la extensión de la Línea H de subterráneos, con eje en las avenidas Jujuy y Pueyrredón, hasta Plaza Francia, en Recoleta, y hasta Pompeya, hacia el sur. El plazo de finalización es en septiembre de 2015. Justo un mes antes de las elecciones. Si lo concreta, será un punto fuerte para Macri.
Otro tema que preocupa a los porteños –y mucho– es el relativo a las inundaciones. Se suele decir que en Buenos Aires caen dos gotas y la Ciudad rebalsa de agua. Y es verdad. Basta recordar –aunque no fueron dos gotas las que cayeron– el episodio de abril de 2013, a partir del cual la zona norte se vio gravemente afectada. Macri siempre supo que este puede ser su talón de Aquiles.
Así, durante su administración, para reducir el área inundable en la cuenca del Maldonado, por caso, completó la construcción de dos túneles aliviadores para aumentar la capacidad de drenaje del arroyo. El primer túnel –el corto– se terminó y está operativo desde junio de 2011, y el segundo –el largo– funciona desde agosto de 2012. El Plan Hidráulico beneficiará, en teoría, a más de un millón de habitantes de la Ciudad de Buenos Aires.
Según el GCBA, las principales obras, concebidas en su conjunto y ya comenzadas –con muchos parates en el medio–, son los túneles aliviadores del emisario principal del arroyo Maldonado, que tiene varias obras complementarias: la readecuación del emisario principal de la cuenca C, perteneciente a la cuenca Boca-Barracas; los canales aliviadores de la cuenca del arroyo Erézcano y de la cuenca Ochoa, y la ampliación de la Red Pluvial en la Ciudad de Buenos Aires.
Pero lo más importante es lo que viene, lo que se debe terminar en 2015 y que Macri promete que serán soluciones duraderas: la finalización de los canales aliviadores de los arroyos Vega y Medrano, la cuenca Cildáñez inferior y superior, las cuencas Larrazábal y Escalada y las cuencas Radio Antiguo, Ugarteche y los restantes componentes de la cuenca Boca-Barracas.
El tránsito lento de la Ciudad es otro de los focos en los que Mauricio Macri reparó desde los inicios. Y esa atención fue sostenida, intensificada, desde las ciclovías, que año tras año ganan kilómetros, a los pasos bajo nivel y viaductos. La idea es optimizar la circulación y conectividad y mejorar la integración de los barrios.
De esa manera, desde que el macrismo es gobierno en Buenos Aires, se llevan construidos 22 pasos bajo nivel y, para el año que viene, se planea emplazar otros seis más. Antes de las elecciones, obviamente. La inversión está estimada en 450 millones de pesos y se ubicará, en su mayor parte, bajo la traza del ferrocarril Sarmiento.
Además, la obra más grande en este sentido será la del paso bajo nivel ubicado en la avenida Constituyentes y las vías el ferrocarril Mitre, ramal José León Suárez, que costará unos 119.950.000 pesos. Se extenderá desde la avenida Mosconi y su continuación, Olazábal, hasta el eje Cullen-José León Cabezón, entre Villa Pueyrredón y Villa Urquiza. El proyecto incluye pasos peatonales bajo nivel, con escaleras y rampas para personas con movilidad reducida, y la construcción de calles de convivencia, que permitirán el acceso de los frentistas a sus viviendas y comercios.
Por su parte, con el afán de evitar inundaciones en el túnel, se prevé una readecuación general del sistema hidráulico existente y la instalación de una estación de bombeo con tres bombas conectadas a un grupo electrógeno. “Con esta obra se agregará un espacio verde y se construirá una suerte de plaza para que puedan disfrutar los vecinos. Este tipo de cambios son de gran impacto, porque desaparecen los congestionamientos en el tránsito y porque se incorpora un sitio que pueden aprovechar grandes y chicos”, expresó el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain.
Uno de los restantes pasos bajo nivel estará en avenida San Martín y el ferrocarril Urquiza, en Villa Devoto, y otro de los viaductos se construirá en la avenida Congreso y las vías del ferrocarril Mitre (ramal Tigre), en el límite entre Belgrano y Núñez. También en la avenida Congreso y las vías del ferrocarril Mitre (ramal Mitre) se hará otro viaducto, en el límite entre Villa Urquiza y Coghlan. En tanto, los pasos bajo nivel de Beiró y el ferrocarril Urquiza, en el barrio de Agronomía, y de Balbín y el ferrocarril Mitre (ramal Mitre), en Saavedra, están a la espera de la licitación pertinente.
Como parte de su Plan de Movilidad Sustentable, Macri inauguró, entre otros, los cruces bajo nivel Altolaguirre (atraviesa las vías del ferrocarril Mitre, ramal José León Suárez, y conecta las calles Roosevelt y Blanco Encalada, en Villa Urquiza), Manuela Pedraza, Monroe, Larralde, Sarmiento, Soler, Mosconi, Bonorino, Punta Arenas y Dorrego.
“Son obras que significan más seguridad vial para los vecinos, pero también menos contaminación ambiental, que es lo que buscamos permanentemente con la agenda verde de la Ciudad”, expresó el Jefe de Gobierno. Y si la ocasión no está, la genera. Como cuando tiene que ponderar las bondades de su criatura Ciudad Verde, gestada como “un proyecto para los próximos 20 años, que apunta centralmente a mitigar los efectos del daño que provoca el cambio climático, reducir la temperatura de la Ciudad, disminuir el consumo energético y limitar la emisión de gases de efecto invernadero”, según se expone en el portal del GCBA. En ese orden de cosas, el problema de la basura es histórico en la Ciudad, como histórica es la preocupación de los vecinos al respecto.
Acerca de esa cuestión, Juan Carlos Villalonga, ex-Greenpeace y presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, declaró recientemente al diario La Nación que “para 2015 ya va a estar en marcha una segunda planta [de tratamiento de residuos], gracias a que se logró rezonificar un par de terrenos. Porque, además, producto de una relación no armónica con la provincia, la Ciudad ha tenido que procurar que todas estas plantas estén dentro de su territorio, y eso no es lo más racional. Lo racional sería aprovechar terrenos de la Ceamse, instalar grandes plantas de procesamiento de orgánicos, compostaje, todo eso en las afueras de la Ciudad. Pero eso requiere una armonización de políticas que hoy no existe”. Difícil, pero con proyecto en pie.
Asimismo, en relación al mismo asunto, a partir de octubre de 2014, en la Ciudad comenzará a regir un nuevo contrato para el servicio público de Higiene Urbana. De ese modo, se prevé que el distrito porteño cuente con más barredoras mecánicas para las zonas de alto tránsito y con un servicio especial que consiste en el retiro de excrementos de animales de la vía pública. Por ejemplo, la empresa Cliba actualmente cuenta con cinco barredoras mecánicas. Con el nuevo contrato, la compañía pasará a prestar servicio en las comunas 2, 13 y 14 e incorporará siete barredoras grandes y siete minibarredoras.
En cuanto a la recolección de la basura, hoy un 66 por ciento de la Ciudad tiene contenedores negros para disponer las bolsas. Con el nuevo contrato, para marzo de 2015, el cien por ciento de las cuadras van a ser contenerizadas para que la basura no se deje más en la vereda, sino dentro del contenedor.
Por último, uno de los grandes desafíos de la exhibición Pro con chances de materializarse electoralmente –o no, depende cómo salga– está referido a la organización de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que tendrán sede en Buenos Aires y se llevarán a cabo en 2018. Falta, falta mucho, pero la campaña ya empezó hace rato y apunta a instalar a la Ciudad –hacia afuera y hacia adentro– como un enclave en el que se da a lugar a cosas grandes, importantes. Y en el medio de todo, como figura del marketing porteño, vuelve a la cancha Lionel Messi.
Dos ediciones atrás ya comentábamos que la promoción empezó rengueando. El afiche que anda dando vueltas por todo el mundo muestra a Messi sonriente (cobró unos 14 millones de pesos, que negoció con el mismísimo Mauricio Macri y que serán destinados a su fundación), con Planetario de fondo y la leyenda “Don’t miss Buenos Aires”. Hasta ahí todo en orden, salvo por el detalle –erróneo– de la cuenta de Twitter: @TurismoBA, con menos de una veintena de seguidores, en lugar de @TurismoBUE, la oficial.
En el macrismo ya toman como un triunfo la participación de Messi en la campaña, a sabiendas de que la propia Presidenta intentó tentar al jugador ofreciéndole, como una suerte de homenaje, bautizar los juegos nacionales como Evita-Lionel Messi. Pero Cristina no tuvo suerte. Macri sí, al menos en este capítulo. Habrá que ver, de cara a octubre del año próximo, qué suerte corren las otras dimensiones de la gestión Pro. Y si esa suerte finalmente se consuma y toma cuerpo en las urnas.