Macri no tiene los estándares republicanos en los que yo creo, pero claramente tiene menos tentaciones antirrepublicanas que el kirchnerismo”, desliza Fernando Sánchez, uno de los hijos políticos de Elisa Carrió y, tal vez, quien mejor traduce el pensamiento de su jefa.
Carrió está, por estos días, embarcada en la tarea de ampliar Unen tejiendo una alianza con Macri. Ampliación que es resistida mayoritariamente dentro de la coalición deGuiño centroizquierda. Es por eso que las flores de Sánchez hacia el Pro no son para nada inocentes.
En la contra de Noticias Urbanas, el diputado nacional por la Coalición Cívica-Unen se extendió sobre el punto de inflexión que atraviesa su fuerza política, argumentó sobre la necesidad de aliarse al jefe porteño para evitar la consolidación de un “narcoestado” –algo que, según él, sucedería en el caso de que en 2015 ganara algún presidenciable del PJ– y se despachó sin piedad contra Adrián Pérez, hoy en el Frente Renovador y recientemente vapuleado por Carrió: “Adrián es una gigantesca decepción”.
La charla política, sin embargo, no esquivó los temas personales. El lilito confesó que, en el umbral de los 40 (y su consiguiente crisis), estuvo a punto de “dejarlo todo”, aunque después del quiebre anímico revalidó su compromiso con la política comprobando la hipótesis de que aquello que no mata, fortalece.
–Días pasados, Lilita volvió a desconcertar en Corrientes, cuando se levantó en medio de un acto público mientras hablaba Gabriela Michetti. La verdad, no se entiende bien qué está pasando en la Coalición Cívica-ARI.
–Yo estuve en ese encuentro, con dirigentes políticos, en la Expo Rural que organiza anualmente la Sociedad Rural de Virasoro, y lo cierto es que no hubo ningún desplante, todo lo contrario. Lilita se levantó a fumar y quedó más cerca aun de Gabriela. Incluso, cuando terminó el acto, nos sacamos una foto todos juntos. Y lo que pasa es que buscamos ampliar una alianza capaz de ganarles a la cultura del PJ, la corrupción y la amenaza cierta de la instalación de un narcoestado.
–¿Y qué pasa si esa propuesta no es mayoritariamente aceptada en Unen?
–Aceptaremos esa decisión, pero después que cada uno se haga responsable de las consecuencias de lo que esa decisión implica. Entre Scioli, Cristina y Massa no hay diferencias: lo único distinto es el estilo de comunicación. El hecho de que gane Scioli o Massa nos va a llevar al mismo resultado de siempre cuando gana el peronismo: el primer año la gente está feliz, el segundo empieza a sentirse confundida y en los dos siguientes les entra la desesperación para que se vayan.
–Michetti aseguró que Carrió no podría estar en Pro.
–Por supuesto, porque Lilita es parte de una alianza que se llama Unen. Tampoco nosotros queremos estar en Pro. Y ni siquiera es una cuestión ideológica la unidad sí o la unidad no. Me pregunto: si [los sectores de Unen que rechazan una alianza con el Pro] no pueden ganarle a Macri, ¿cómo van a hacer para ganarle al PJ?
–Pino Solanas no lo quiere a Macri, ¿usted sí?
–Yo tampoco lo quiero a Macri. Lo que digo es que Pro tiene menos tentaciones antirrepublicanas que el kirchnerismo. Seguramente no tiene los estándares republicanos en los que yo creo, pero son mejores que los del Gobierno nacional.
–¿Cómo lo argumenta?
–Bueno, por ejemplo, el Presupuesto en la Ciudad pasa dos veces por la Legislatura. La rendición de gastos es más clara, mejor. El Presupuesto nacional, en cambio, pasa una vez y después se amplía y redirecciona de un modo totalmente arbitrario mediante las facultades delegadas. Personalmente, no comparto la relación que Pro tiene con el sector privado, pero hasta donde se sabe no financió su campaña con la mafia de la efedrina. Tiene una distribución arbitraria, discrecional, podríamos decir que poco republicana de la pauta publicitaria, pero no compra “línea editorial”. El kirchnerismo tiene un exsecretario del Sedronar procesado, Granero. Incluso, Michetti tiene mayor decencia que Macri y apego a valores republicanos. En fin, son niveles diferentes.
–Hace unos días Carrió calificó a Adrián Pérez como el joven que “le arrancó todo”. ¿Usted está de acuerdo?
–Adrián Pérez fue una gigantesca decepción. Una persona no puede estar tanto tiempo en una fuerza política si no comparte muchas cosas. ¿Qué tiene en común con el massismo, entonces? Y, lamentablemente, la única respuesta que encontramos es que quería una banca de diputado.
–¿Alguna vez quiso dejar la política?
–Sí, varias. Tuve la crisis de los 40 y pasé por momentos difíciles, en los que me cuestioné muchas cosas, entre ellas seguir o no en la actividad política. Los 40 son un momento de balance. En 2011 hicimos la peor elección de la historia, en 2012 cumplí 39 y empecé a transitar la crisis de los 40. Ahí me planteé seriamente abandonar todo.
–¿Y qué fue lo que hizo que cambiara de idea?
–Revalorizar lo que habíamos hecho y darme cuenta de lo mucho que falta por hacer. El relato K dice: hicimos mucho y falta poco. Y yo creo que es absolutamente al revés: hicieron poco y falta mucho. Creo, además, que hoy hay peligros mucho más grandes que hace diez años y, por eso, es importante no solo permanecer sino ampliar la alianza para ganar las elecciones. Hoy el avance del narcotráfico es grave porque, además, trae aparejada una degradación de los vínculos personales, familiares y político-institucionales. Entonces, al final de ese proceso personal mi perspectiva cambió. Empecé a percibir que los traspiés electorales que tuvimos fueron pruebas que nos fortalecieron. Y, finalmente, hoy creo que hay dos formas de entender la política: como una prueba o como un negocio. Yo la entiendo como una prueba.