Josep María Vallés Casadevall, famoso teórico político contemporáneo, explica que las principales divisiones políticas surgen de los clivajes sociales. Y la historia parece darle la razón. A principios del siglo XX, el imperialismo entró en conflicto con el nacionalismo. Esta fragmentación derivó en el magnicidio del principal heredero del imperio austrohúngaro que se desencadenó en la Primera Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra, el fascismo se opuso al liberalismo. Y posteriormente, vino la Guerra Fría que simbolizó la lucha entre el capitalismo y el comunismo. Actualmente ya causa de la globalización, el mundo se encuentra dividido por clivajes de múltiples características.Sin embargo, parece haber dos bandos que quedaron intactos: la derecha y la izquierda.
Esta aparente dualidad es muchas veces usada para describir a partidos políticos a lo largo del mundo. Y América Latina no es la excepción. En Argentina, el Frente de Todos (FdT) suele entrar en la categoría de centro-izquierda. Y en Brasil, su tocayo viene a ser el Partido de los Trabajadores (PT). Al agruparlos, la creencia de que estos dos partidos tienen más semejanzas que diferencias se refuerzan. Los encuentros públicos en los que Cristina Fernández de Kirchner y Lula Da Silva se muestran unidos parecen validar aún más esta inferencia. ¿Pero son realmente dos gotas de agua? ¿O más bien, una de aceite y una de agua?
Gustavo Marangoni, politólogo y socio de la consultora M&R Asociados, conversó con Noticias Urbanas (NU) y ofreció su punto de vista. Con respecto a su linealidad ideológica, Marangoni explicó que izquierda y derecha corresponden a conceptos más del siglo pasado. Sin embargo, no dudó en calificar al kirchnerismo de populismo de izquierda. Con respecto al PT de Lula Da Silva, afirmó que lo ve más de centro. Y juzgando por las últimas elecciones brasileñas, el politólogo sostiene que difícilmente se podría encontrar en la campaña del PT referencias de izquierda. Marangoni justifica su postura por las alianzas electorales y de gobierno que Lula se ha conformado.“Lula es de centro y está mayoritariamente apoyada por el establishment de Brasil”, sostuvo el politólogo.
Otro de los puntos en donde el FdT insiste en coincidir con el PT es su oposición a las políticas neoliberales. Según Marangoni, justamente el término “neoliberalismo” es un concepto que se utiliza más de forma discursiva y no para describir una praxis económica. No obstante, ofreció una comparación entre los gobiernos de Alberto Fernández y Lula Da Silva. “Desde el inicio del mandato de Alberto Fernández, notamos una vocación limpia por cumplir con las obligaciones que implica el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”, explicó Marangoni. “A la vez, notamos la implementación de medidas tanto ortodoxas como heterodoxas para combatir la crisis en un escenario de pocas reservas de divisas y muchos pesos dando vueltas”, continuó.Por otro lado, con respecto a la política económica del actual presidente brasileño, Marangoni destacó la continuidad de las medidas liberales de Fernando Henrique Cardoso.
La política social parece ser el punto de encuentro entre la FdT y el PT. En el caso argentino, el programa más exitoso es la Asignación Universal por Hijo (AUH). Su equivalente brasileño es el Bolsa Familia, introducido por Lula Da Silva. Marangoni afirmó que esta clase de políticas universales fueron tendencia en los años 2000 y que su mayor virtud es que se han logrado mantener. “Es la forma de poner directamente en los bolsillos de los más necesitados ahorro y recursos que provienen del presupuesto público”, ilustró el politólogo. “Ante eso, pudimos decir que hay una similitud entre la FdT y el PT”, remarcó.
Las condenas judiciales de los principales líderes de estos dos partidos es un eje que no puede pasar desapercibido. A principios del pasado diciembre, el Tribunal Oral Federal Nº2 dictó la condena a la actual Vicepresidenta por la Causa Viabilidad. En este escenario, el kirchnerismo apeló a la supuesta persecución judicial de la mandataria. Y el ejemplo más cercano que perdió fue el de Lula Da Silva, quien fue a prisión por menos de dos años por la causa conocida como Lava Jato. En este contexto, Cristina Fernández no dudó en compararse con el ahora Presidente de Brasil. Incluso el propio Lula alegó que ambos fueron víctimas del lawfare.
De acuerdo a Marangoni, se pueden percibir algunos puntos de coincidencia. “Tanto Lula como Cristina manifestó en su momento ser sujetos de una persecución judicial”, resaltó el politólogo. No obstante, Marangoni destaca la innegable diferencia entre los resultados: Lula Da Silva, a diferencia de Cristina Fernández, estuvo efectivamente preso. Esto se vincula con los diferentes procesos judiciales de cada país. A diferencia de Argentina, en Brasil con una condena ya confirmada en segunda instancia, el acusado puede ir preso. Por otro lado, tal como dijo el abogado constitucionalista Félix Lonigro en un reportaje con NU, otra diferencia fundamental es la gravedad de cada una de las causas. “El caso de Lula ha sido una causa de corrupción también, pero el entramado es una lenteja comparada con lo de Cristina”, afirmó Lonigro. “Lula es Blanca Nieves al lado de la vicepresidenta”, enfatizó.
Con respecto a la política exterior, NU dialogó con el analista internacional y Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico (IPE), Jorge Castro. Según Castro, Brasil es una potencia de alcance internacional. De acuerdo a los datos proporcionados por el analista, Brasil se ubica tercero, después de China e India, en el ranking de países emergentes. Asimismo, Brasil representa el 74% del PBI regional del Mercosur. Y 54% del de todo América del Sur. Además, Brasil es la octava economía más importante a nivel mundial. “En ese sentido, Argentina no tiene nada que ver”, aseveró Castro. “El gobierno argentino requiere de los vínculos con Brasil para su inserción en el mundo”, explicó el analista. Por otro lado ya diferencia de lo que discursivamente el FdT deja entrever, según Castro, esta necesidad hace que el vínculo entre ambas naciones no sea ni de carácter doctrinario, ni ideológico. “Argentina siempre va a estar dispuesta a tratar con Brasil, sin importar su signo político”, concluyó.
Para finalizar, Castro describió el estilo de la política exterior de cada país. De acuerdo al analista, las Relaciones Exteriores de Brasil responden a sus características como nación y sistema político donde el poder radica en el Congreso. En el extremo opuesto, Castro explica que la política exterior argentina es un atributo meramente presidencial. “Si hay un debilitamiento de la autoridad política del Presidente como sucede en este momento con Alberto Fernández, desaparece la posibilidad de que Argentina lleve a cabo una política exterior consistente y de largo plazo”, detalló el analista que explica que esta debilidad surge del sistema hiperpresidencialista.
A la luz de este análisis, se podría decir que las coincidencias entre el partido liderado por Lula Da Silva y el kirchnerismo son meros reflejos de un discurso y no de una realidad. Mientras el PT se mantiene en el centro, el FdT parece refugiarse cada vez en su núcleo más duro. Esta diferencia tiñe el resto de sus características. Los desenlaces también son distintos: la economía brasileña es decisiva a nivel mundial, mientras que la argentina está cada vez más devaluada. Aunque Lula y Cristina se prefieren políticamente, pero también existen las diferencias.