Néstor Grindetti: “Voy a cambiarle la cara a Lanús”

Néstor Grindetti: “Voy a cambiarle la cara a Lanús”

Por Fernando Riva Zucchelli y Enrique Colombano

El ministro de Hacienda porteño apunta a gobernar el distrito bonaerense que lo vio nacer y promete mejoras en seguridad, salud y espacio público. Afirma que no quitará planes ni subsidios sociales.


Néstor Grindetti apuesta otra vez por Lanús. Como en 2011, cuando decidió jugarse a disputar la intendencia del municipio a pesar de que el Pro no tenía candidato a gobernador. Y en 2013, cuando presentó en ese distrito una lista de postulantes a concejales sin adherir a la boleta de diputados que llevaba a Sergio Massa en primer lugar y a la cual el macrismo acompañaba en el resto de la Provincia. En ambas ocasiones, la corajeada de ir con boleta corta le dio buenos resultados: la primera vez, obtuvo un digno segundo puesto contra el intendente kirchnerista Darío Díaz Pérez, en una elección en la cual la presidenta Cristina Fernández arrasó a nivel nacional. Dos años más tarde, logró dos bancas de concejal, que permitieron agrandar el bloque del Pro a tres miembros.

Conoce a Mauricio Macri desde hace 36 años (en 1979 ingresó a trabajar en Socma como cadete y fue haciendo carrera en el mundo empresarial hasta llegar a integrar el directorio de Sideco Americana) y lo acompaña desde el comienzo de su primera gestión porteña, conduciendo el Ministerio de Hacienda. Siempre se lo menciona entre los nombres que podrían ocupar algún cargo de relevancia en un hipotético gobierno nacional del Pro. Pero él prefiere que su destino político esté en el distrito bonaerense que lo vio nacer, 60 años atrás.

–¿Cómo ve la realidad provincial del Pro por estos tiempos?
–La veo creciendo mucho y, además, con la alegría de que el trabajo dio sus frutos. Empezamos hace unos meses a trabajar con María Eugenia [Vidal] y ella ya está plenamente instalada. No para, tiene una relación con los vecinos bonaerenses muy importante. Se relaciona muy bien desde lo social, entiende muy bien los problemas y explica muy bien las soluciones. Además, es incansable.

–El Conurbano y el interior de la Provincia presentan realidades diferentes. ¿Cómo se planea la campaña para cada uno de los sectores?
–Desde ya que hay problemáticas distintas. Los problemas de seguridad, salud e infraestructura que puede tener el primer cordón del Conurbano son distintos de los que puede tener Brandsen o San Vicente. Incluso en el interior de La Matanza, que es un distrito enorme, hay realidades diferentes. Desde ya que, al haber problemáticas diversas, las soluciones que se proponen también lo son. La provincia de Buenos Aires es un territorio tremendamente vasto, con muchísimas realidades. Lo bueno es que María Eugenia ha logrado meterse en cada una de esas realidades y, obviamente, hay una propuesta para cada una de ellas.

–En el hipotético caso de que el Pro se alzara con el triunfo tanto en la Ciudad como en la provincia de Buenos Aires, ¿cuál es la agenda de temas metropolitanos más urgente que van a plantear los gobernantes de ambos distritos?
–A esa situación yo le agregaría que Mauricio va a ser presidente. Y eso va a influir para que las cuestiones comunes se ataquen con mucha más facilidad, porque va a haber mucho más diálogo. Uno es el tema de la cuenca Matanza-Riachuelo. De nada sirve que la Ciudad hoy no vuelque sustancias tóxicas al Riachuelo si la Provincia sigue siendo un desastre. En el tema salud, por ejemplo, se podrían elaborar políticas entre la Provincia y la Ciudad. Hoy la Ciudad atiende en sus 33 hospitales a muchísimos bonaerenses. Ambos distritos podrían acordar que en el primer cordón del Conurbano se brinde una mayor atención primaria de la salud y que solamente se deriven a la Ciudad los casos que necesiten de un cuidado especial. Eso descomprimiría muchísimo a los hospitales porteños y le evitaría al vecino bonaerense la necesidad de viajar. También está el tema del transporte: la conectividad entre el Conurbano y la Ciudad sigue siendo una cuestión muy importante. Hoy hay un solo puente que une la Ciudad con Lanús. Tenemos programado un segundo. Y eso, trabajando conjuntamente entre Ciudad y Provincia, sería mucho más fácil. Porque, salvo en lo político, el AMBA es un área totalmente integrada.

–También está el tema de los residuos que la Ciudad lleva a la Provincia para la disposición final en los rellenos sanitarios de la Ceamse, que en más de una oportunidad generó quejas del Gobierno bonaerense.
–Hoy la Ciudad ha avanzado muchísimo en la reducción de los residuos áridos y reciclables. Y estamos preparando una licitación de dos plantas de tratamiento para residuos orgánicos. La Ciudad, en muy poco tiempo, va a llevar muy pocos residuos a la Ceamse, con lo cual esto va a dejar de ser un problema para la relación entre ambos distritos.

–Usted siempre fue muy crítico del intendente kirchnerista Darío Díaz Pérez pero también del massismo de Lanús, al que acusa de acuerdista. ¿Sigue sosteniendo eso?
–El massismo en Lanús tiene dos vertientes, una representada por Nicolás Russo y la otra por Noelia Quindimil. Noelia ha votado sistemáticamente en contra del oficialismo y Russo lo ha hecho sistemáticamente a favor. Es una cosa que no se entiende desde la conducción del massismo, pero que nos demuestra que al menos gran parte de esta fuerza es lo que yo vengo sosteniendo desde hace tiempo: una especie de neokirchnerismo o filokirchnerismo. Massa fue jefe de Gabinete de Cristina. Y al acompañar políticas de Gobierno del Ejecutivo local, sus dirigentes muestran que son más de lo mismo.

–Evidentemente, usted no compartía la idea de que el Pro fuera a una interna nacional con Massa, ¿no?
–Yo a Massa siempre lo vi más en una interna dentro del Frente para la Victoria que con el Pro. Porque una interna define candidatos dentro de una ideología, un proyecto y unos valores. Y la verdad es que en todo eso no coincidimos mucho con Massa. Massa coincide más con el kirchnerismo. Y el Pro es lo que es: un amarillo bien definido. Yo creo que el Pro ha logrado una identidad bien definida. ¿Qué se dirime en la Argentina? No es peronismo contra radicalismo. No es una cuestión de partidos. Son dos estilos distintos de hacer política. La vieja, no importa el color, que nos trajo a esta situación en la que estamos hoy en Lanús, en la Provincia y en el país, y la nueva, que propone una vinculación entre el Estado y la gente totalmente distinta, con una preocupación por lo que le pasa a la gente y soluciones concretas. Un estilo de hacer política que mira para adelante, que busca el consenso. De un lado está el Pro, y del otro, todo el resto. El Pro es lo nuevo, y hoy, justamente, hay un deseo de cambio muy grande que puede satisfacer.

–¿Usted también es partidario de que la fórmula del Pro a nivel presidencial sea pura?
–Sí, definitivamente. Yo creo que lo mejor que le puede pasar no solo al Pro sino al país es que Mauricio tenga un compañero o compañera de fórmula totalmente amarillo. Eso le daría mucha más coherencia a la conducción que el país necesita. Gobernar el país a partir del año que viene va a ser un tema que va a necesitar de mucha garra, mucha cohesión, mucha coherencia y mucho trabajo en equipo. Por eso, una conducción biamarilla es la más indicada.

–Pero la fórmula provincial podría tener algún matiz diferente a partir de cómo se vienen estructurando las alianzas, ¿no?
–Sí, es posible. Tenemos una vertiente radical con la que se está hablando y una vertiente peronista con la que también hay contactos. Además, hay muchos partidos vecinales, mucha gente que se ha acercado que no proviene de la política. Así que alternativas hay varias.

–¿Usted cree realmente posible que María Eugenia Vidal gane la Provincia o se conforman con hacer una buena elección que les sume para la nacional?
–Yo creo que ganar la Provincia es posible. No trabajaría para eso si no lo creyera. También sé de las dificultades. Pero cuando uno la ve a María Eugenia vincularse con la gente, y la necesidad que tiene la gente de que alguien le proponga un futuro posible, no un futuro relatado, uno confía. Y cuanta más necesidad desde el punto de vista social demuestra alguien, María Eugenia más llega. Así que, realmente, me parece que ganar es una misión absolutamente posible.

–¿Y cómo van a hacer para convencer a aquellas personas que actualmente tienen planes sociales y que tienen miedo de perderlos si cambia el signo político del gobierno?
–Nosotros miramos a la gente a los ojos. Si ponemos un cartel diciendo “no vamos a quitar los planes”, es solo un cartel. Podemos ponerle “te lo juro por mi mamá”, y no va a dejar de ser eso. Pero si yo miro a la gente a los ojos, como hago todas las semanas, si voy a las cooperativas y digo: “Miren, quitar los planes no solo sería, desde el punto de vista humano, una barbaridad porque dejaríamos sin comer a un montón de gente, sino una tontería porque generaría una crisis social muy grande”, es diferente.

–Entonces usted plantea que hay que mantener los planes sociales.
–Lo importante es ser claro en esto: nosotros no vamos a quitar los planes. Lo que vamos a hacer es ordenarlos para que los reciba quien realmente los tiene que recibir. Y la recepción del plan tiene que ser contra trabajo. Digna. No para los amigos del poder. Hay que trabajar por esto; si no, se genera un círculo perverso, que genera la ilusión de creer que el Estado puede mantener a la gente eternamente. Y cuando digo que los planes no pueden ser algo eterno, ¿significa que los vamos a cortar? No. Significa que vamos a crear trabajo y que las mismas personas se van a querer ir del plan porque van a ganar más trabajando. Lo que hay que hacer es resolver la cuestión estructural, que es la falta de trabajo. Entonces, mientras Mauricio, con su política económica nacional, y María Eugenia, desde la Provincia, generan empleo, nosotros desde el municipio vamos a ir atendiendo y cuidando esa asistencia social.

–¿Y cómo reacciona la gente cuando usted les dice esto?
–La gente quiere trabajar. Cuando charlo con las personas que no tienen trabajo, me dicen que se sienten mal por su situación y que la quieren revertir. No son vagos. Es gente que no tiene trabajo en este momento por un problema de crisis económica y social. Y en cuanto a quién tiene que recibir un subsidio o un plan, eso es algo que se puede determinar fácilmente. Por ejemplo, yo no tengo que recibir el subsidio al gas, porque lo puedo pagar. Pero acá es al revés: acá resulta más cara la garrafa para el que vive en la villa que el gas domiciliario. ¿Qué hizo el Gobierno nacional? Hizo la fácil: subsidió a las empresas. Entonces, al hacer esto, perdió el control de la prestación. ¿Qué pasaba con los ferrocarriles cuando todavía eran privados? No cobraban los boletos, porque total recibían el subsidio. Todo eso genera una tremenda distorsión.

–¿Hay una gestión posible para el Pro en Lanús sin Macri presidente?
–Bueno, acá en la Ciudad la hubo. No solo con signo distinto del Gobierno nacional sino con bastantes palos en la rueda. Sin embargo, hicimos dos gestiones, ya casi viene la tercera y pensamos expandir nuestra experiencia al resto del país. Así que, más o menos difícil, se puede.

–Si esto fuera un programa televisivo y usted tuviera que convencer al electorado de Lanús para que lo vote mirando a una cámara, ¿qué le diría?
–Le diría que va a tener un estado que va a estar cerca de la gente. Un estado presente que va a reemplazar a uno que está ausente. Nosotros pensamos un Lanús que genere trabajo, un distrito donde la gente, realmente, sea feliz viviendo allí. Y para eso hay que mejorar la seguridad, la infraestructura, la limpieza y, además, todo lo que tiene que ver con la cultura, el deporte y todo aquello que tiene que ver con el buen vivir y que no está vinculado con lo económico ni con la cuestión infraestructural. Cuestiones que hoy parecen blandas, porque la gente está preocupada por evitar que la afanen o porque se cae adentro de un bache. Nosotros tenemos un plan para cada cuestión, que vamos a ir presentando en sociedad en los próximos días. Y hemos trabajado las diferentes realidades barriales. Lanús hoy se inunda, pero se inunda en distintos barrios por distintas cuestiones. Algunas son estructurales y otras coyunturales. En estas últimas la solución es más rápida. Hay que detectar las causas. Con nosotros van a tener un Estado que va a estar al servicio de la gente.

–Desde el punto de vista humano, ¿qué lo motiva a encarar este desafío?
–Para mí sería la frutilla del postre, a la edad que tengo, poder cambiarle la cara a Lanús. Y si gano, eso es lo que voy a hacer. Sé que en cuatro años no voy a arreglar todo, pero sí que puedo modificar su rumbo para mejor.

–¿La mitad de años que estuvo Quindimil le alcanza?
–(Risas) Denme cuatro, nomás.

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