El acto en el que se festejaron los 205 años de la Revolución de Mayo y en el que el kirchnerismo celebra desde hace doce años su propio nacimiento fue una manifestación multitudinaria, en la que los herederos del movimiento político que fundara hace casi 70 años el general Juan Domingo Perón intentaron una vez más desmentir que se acerca el fin de su ciclo.
En la última conmemoración de la fecha fundacional del gobierno kirchnerista, la multitud que asistió a la convocatoria fue tal que este cronista ni siquiera podía caminar en las cercanías del Cabildo y debió retirarse unas cuadras para poder tomar las notas que exige el oficio, porque entre apretones no se puede escribir.
Más por menos o menos por más
No existen pautas indiscutibles cuando se trata de cuantificar los asistentes a actos, marchas cortas y movilizaciones largas. Hay quienes dicen que caben tres personas por cada metro cuadrado, o cuatro. O que una Plaza de Mayo llena significan unos 50 mil asistentes.
En este caso, la Plaza estaba repleta y las calles adyacentes, incluidas Defensa, Bolívar, Balcarce, ambas diagonales, la Avenida de Mayo, Reconquista, 25 de Mayo y otras, estaban muy altamente ocupadas, más algunas que otras. Es imposible saber cuántos asistentes tuvo el acto, pero basta saber que superó por bastante a las movilizaciones que se produjeron a lo largo de todo este año. Hay quienes hablaron –quizás exagerando un poco, aunque si se cuenta desde el viernes la cifra es mayor– de medio millón de personas, pero lo cierto es que la convocatoria del Gobierno fue masiva.
Una composición muy variada
Observando las caras con las que se cruzaba, este cronista puede afirmar que la composición social de los asistentes incluía a personas de casi todos los estamentos sociales. Hubo muchas familias con cochecitos de bebés, muchas parejas jóvenes y de mediana edad que fueron acompañados por sus hijos, rodeados por el espectáculo de la gran capacidad movilizadora de las agrupaciones más importantes del kirchnerismo.
Un detalle a tener en cuenta es que, por la presencia de miles de chicos, se debería limitar en el futuro la utilización de bombas de estruendo, que habitualmente sobresaltan a los más grandes y pueden llegar a traumatizar a los más chicos.
Es indudable que las políticas del kirchnerismo llegan hasta todas las clases sociales, porque fue posible divisar rostros de todo tipo, desde los tonos más oscuros hasta los más claros, sin reparar en ninguno en especial. Todos estaban representados.
Un punto aparte fue el nivel organizativo que exhibieron las agrupaciones que disputan poder dentro del kirchnerismo. En la Diagonal Sur se concentraron los del Movimiento Evita, cuyos adherentes se extendían a lo largo de varias cuadras.
La Cámpora debió llegar por la avenida Rivadavia, porque por la Avenida de Mayo no se podía pasar. A las 15, cuando entraron en la Plaza, la multitud ya era bastante grande. Cerca de las vallas que rodeaban el palco se aposentaron La Tupac Amaru, Unidos y Organizados Capital y Kolina, que responde a la ministra Alicia Kirchner.
Los datos de color los brindaron la profusión de bandas, murgas y tamborileros, que atronaron el aire con sus canciones –el peronismo es muy ruidoso–, entre las cuales sigue siendo el gran hit el tema de Creedence Clearwater Revival “Ascensión de la mala Luna”, que también fue el gran éxito del Mundial de Brasil.
El enigma de fin de año
Es impredecible el rumbo que tomará el kirchnerismo a fin de año, cuando la Presidenta abandone la Casa Rosada. Una larga serie de preguntas desvelan a analistas, militantes, funcionarios y curiosos.
¿Cómo será la sucesión dentro del peronismo? ¿Habrá sucesión? ¿Será Daniel Scioli el heredero del kirchnerismo? Si lo fuera, ¿va a ser el jefe solo de la administración pública o de todo el peronismo? ¿Cómo hará CFK para seguir siendo la conductora estratégica cuando deje el Gobierno, tal como se supone que es su intención?
Todas estas preguntas aún no tienen respuestas seguras, pero algunas cosas ya están claras hoy. El único distrito en el que gobierna el kirchnerismo que se declaró en rebeldía fue Mendoza, y allí es casi seguro que triunfaría la alianza entre el Pro, el radicalismo y el Frente Renovador. Aún así, en las PASO realizadas el 19 de abril, el Frente que aúna a toda la oposición provincial ganó por apenas cinco puntos.
Excepto en Córdoba y en San Luis –adonde gobiernan los rebeldes José Manuel de la Sota y Claudio Poggi, respectivamente, este último alineado con los Rodríguez Saá–, el resto de los gobernadores peronistas se mantienen con los “pies dentro del plato”.
Por esta razón, la liturgia peronista se expresó con la presencia en el palco de los gobernadores kirchneristas “puros” Daniel Scioli (Buenos Aires), Sergio Urribarri (Entre Ríos), Eduardo Fellner (Jujuy), José Alperovich (Tucumán), Lucía Corpacci (Catamarca), Juan Manuel Urtubey (Salta) y Jorge Capitanich (Chaco).
El baño de humildad que pidió la Presidenta ya empapó a casi todos los que se supone que eran los destinatarios de su mensaje. En un movimiento que hace de la disputa de poder el motivo de su existencia, hubiera sido impensable ver hace algunos años atrás a algunos rudos dirigentes renunciando a sus candidaturas sin contrapartidas muy gruesas.
Fue una enorme sorpresa que dirigentes peronistas de primera línea hayan aceptado desistir de algunas candidaturas. El último fue Martín Insaurralde en la Provincia, pero antes lo antecedieron Sergio Urribarri, Jorge Taiana y Agustín Rossi en sus carreras presidenciales, que quedaron limitadas a Florencio Randazzo y Daniel Scioli.
Pero también hubo ducha en la provincia de Buenos Aires para Diego Bossio, Carlos Castagneto, Fernando “Chino” Navarro, Patricio Mussi, Gabriel Mariotto y Santiago Montoya. Algunos se decantaron porque se diluyeron solos y otros optaron por quedar al costado del camino, al no conseguir el apoyo político que hubieran necesitado para seguir en carrera.
Aparentemente, hasta ahora el único rebelde que aún no entregó las armas es el combativo intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, aunque es seguro que no podrá resistir mucho más. Scioli ya recibió de la Casa Rosada el pedido para que lo ayude a decidirse, aunque es incierto el resultado de su misión. La teoría del poder en la Casa Rosada es que debería haber no más de dos candidatos a presidente y no más de tres postulantes a gobernador en territorio bonaerense, escaldados por la profusión de candidatos en la Capital, que terminaron restándole solidez al único precandidato que estaba en condiciones de ganar la interna y proyectarse en la general, Mariano Recalde.
La respuesta al pedido presidencial ordenó la interna, alineó a los aspirantes dentro del proyecto y, en especial, demostró palmariamente, por si quedaban dudas, que la Presidenta es la conductora estratégica del Frente para la Victoria en general y del peronismo en particular.
Una muestra más ocurrió en los últimos cuatro meses, cuando se pudo ver que Daniel Scioli dejaba poco a poco de lado el color naranja, asumía como propias hasta las más polémicas medidas del Gobierno nacional y comenzaba a utilizar el azul y blanco del FpV en sus apariciones públicas.
La liturgia peronista, esa que muchos acusan a la Presidenta de haber olvidado, estuvo presente en el palco oficial el último lunes. Volver a las fuentes es su mejor garantía de pelear con posibilidades cuando hay una elección, y nadie lo sabe mejor que la jefa de Estado.