Las aguas están más turbias que nunca en la cúpula de la Iglesia Católica y más precisamente en el Estado Vaticano. El poder corroe -como casi desde su inicio- una de las instituciones históricas del cristianismo y en algunos casos, los beneficios de algunos llegaron a su fin. Esta es una de las tantas historias de fines de privilegios que escribió el nuevo Papa argentino desde que llegó al Vaticano, pero al parecer por sus consecuencias, sea la más peligrosa. Los eternos rumores acerca de la conspiración contra Jorge Bergoglio, el Papa Francisco arrecian esta vez de una manera feroz. “No pasa de 2019” aseguran en la vieja Italia. De todos modos el veterano guerrero, iniciado en una Guardia de Hierro (argentina y peronista), con un pasaje interesante pero no absoluto por la Compañía de Jesús, se muestra sereno, en paz, conocedor de las distintas problemáticas con que lo bombardean, pero intenta no aparecer abrumado. Ese sería el principio del fin y lo sabe.
El secretario de Estado del Vaticano, y uno de los gerentes internos de los conspiradores, el cardenal Pietro Parolin, astutamente no se encontraba en Roma al tiempo que separaban de los cargos a sus protegidos en la influyente estructura de prensa del Vaticano, incluido su diario y la histórica Sala de Prensa. Con diferentes formas -renuncias y cesantes, todos suplantados por leales a Francisco- aquellos que acudían al Cardenal Parolin en busca de refugio, se quedaron sin trabajo en menos de 15 días teniendo mucha trascendencia este hecho en los medios del mundo.
Parolin se encontraba -según informa Clarín- “primero en la República africana de Malí, después en Taranto en la más grande acería de Europa, luego también en Irak, donde fue fotografiado en un túnel subterráneo excavado por el Estado Islámico”.
A Parolin lo describen algunos medios específicos como el único cardenal en condiciones de reunir los votos suficientes para ser elegido en un cónclave como “papable”. Se empieza a crear un relato desde el cuál el reemplazo del actual jefe de Estado se da casi como un hecho, se habla de un “cónclave no lejano???” restando solo saber si su desplazamiento tendrá que ver con las revoluciones de colores que ya se deglutieron otros jefes en distintos continentes. En este caso podría estar ligado a “cuestiones de salud” de esas que suceden cuando no hay muertes y quedan pontífices eméritos sin poder.
“En el Vaticano, hay corrupción”, ha admitido el papa Francisco, en una conversación en noviembre de 2016 con los superiores de las órdenes y congregaciones religiosas y meses después revelada por el jesuita Antonio Spadaro, uno de sus más íntimos confidentes.
El Estado que dirige tiene un presupuesto cercano a los 545 millones de euros, no siendo esa cifra algo espectacular desde el ámbito corporativo aunque si le proporciona un estándar de vida muy bueno y seguro a quienes integran esa privilegiada y pequeña familia.
Como un antecedente reciente de la corrupción, en diciembre de 2018 el cardenal George Pell, consejero directo del papa Francisco y prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede (un superministerio de Finanzas), ha sido condenado por abusos sexuales a menores por un tribunal de Melbourne, según informan los medios locales. Pell, de 77 años y considerado el número tres del Vaticano, es el clérigo de mayor rango jamás condenado por un delito de pederastia y el primero de la cúpula de la curia romana.
Pero no todos los delitos en el Vaticano son de pederastía. El Banco Ambrosiano fue un banco italiano fundado a fines del siglo XIX y que se derrumbó estrepitosamente en 1982. Su presidente, Roberto Calvi, era el presidente del Banco del Vaticano (por lo tanto accionista mayoritario de la Banca Cattolica del Veneto) Paul Marcinkus, de la que participaban algunos cardenales, obispos y prelados de alto rango de la Iglesia Católica, Michele Sindona, empresario y banquero siciliano de contactos con la mafia y quien le dio entrada a la logia masónica P2, con miembros pertenecientes a la banca, a la política, al periodismo, el Poder Judicial, a las Fuerzas Armadas entre otros. El Banco Vaticano era el accionista principal del Banco Ambrosiano, y se sospechó que la muerte del papa Juan Pablo I en 1978 estaba ligada al escándalo del Ambrosiano. El Banco fue acusado de concentrar fondos secretos de los Estados Unidos, del Sindicato -polaco- Solidaridad y del ejército de los Contras en Nicaragua, además de otros fraudes multimillonarios de agencias de seguridad mundiales.
El Instituto de Orientación Religioso (I.O.R.) representa la continuidad del banco del Vaticano y tampoco es ajeno a las denuncias de lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas en distintos puntos del planeta.
Según fuentes confiables, Noticias Urbanas ha accedido -fuera del país- a información sensible acerca de 500 trillones de dólares que se encuentran en este momento sin destino en el mundo, a partir de la negativa de Francisco de que el IOR o cualquiera de sus subsidiarias intervenga en “ningún proceso sospechado de lavado” desde el Vaticano. La cuestión es que la suma es tan estrafalaria, para ser más claros corresponde a 500 más quince ceros.
Y ese problema que en cualquier momento le explota en las manos a alguien, es imposible integrar en la economía del mundo esa enorme cifra sin despertar alarmas de todo tipo. Esta encrucijada de los grandes operadores de dinero sucio del mundo se cruza con una frase que un experimentado funcionario argentino dijo a este cronista al poco tiempo de asumir Francisco: “en el Vaticano se bancan todo, abandonar la pedofilia, avanzar con las leyes inclusivas, despenalizar algunos pecados, pero lo único que no se bancan de ninguna manera los popes del Vaticano es que le toquen el bolsillo y salir de la riqueza” .
Los intereses por donde colocar este “sobrante mundial de dinero en medio de las peores hambrunas y guerras” ya alcanzan a las actividades de distintas Agencias de muchos países centrales (muchas generadoras de este excedente) y ya se ha cruzado la interna geopolítica de qué hacer con esta millonaria suma. ¿Cuanto de esta fortuna pasaba por el Vaticano? Obviamente nadie lo sabe y tampoco es posible pensar que fuera el cien por ciento. Pero la decisión de cortar uno de los sistemas de lavado de dinero más grandes del mundo empieza a tener consecuencias serias para países y personas. Se le podrían dar 500 billones de dólares a cien países a la vez, obvio sin descontar el “pago por lavado” del dinero ilegal que se utiliza en estos casos y ronda el 50 por ciento. Salvaría al mundo, pero primero que no es la idea y segundo que es imposible. Entonces?
Francisco piensa en su movida de entrada a China como el trampolín que le permita saltar la trampa y de paso ganar amigos en el medio del asedio. Pareciera tener todos los boletos comprados para caducar su mandato en 2019. Su mirada también se dirigirá a sus compatriotas a ver cómo se comportan ante uno de los fraudes más grandes de la humanidad. El acoso de nuevos Vatileaks recargados por agencias occidentales (e israelíes) más la presión de los tenedores de estos capitales y sus socios cardenalicios, harán lo necesario para desplazarlo. Parolin se relame pero puede haber sorpresas, los túneles no siempre te llevan al lugar elegido.