Entre Neuquén y Mendoza hay 923 kilómetros de distancia, unas 9 horas y media de viaje en auto. Y entre Mendoza y la Ciudad de Buenos Aires, 1.079 kilómetros más, otras 13 horas sobre ruedas. La amplia distancia geográfica y temporal entre estas capitales de distinto tamaño y estilo puede enlazarse políticamente en el calendario electoral.
Una ya fue. Otra está por verse este domingo. La más grande, el plato fuerte, quedó para el 27 de octubre.
Neuquén, una nueva derrota radical
Cuando la oleada macrista estaba en alza, a fines de 2017, Neuquén fue una de las 13 provincias en las que se impuso Cambiemos en la elección legislativa nacional. El triunfo le dio al intendente de la capital, el radical Horacio “Pechi” Quiroga, el impulso necesario para ilusionarse con lograr en 2019 la gobernación, sueño que se le había frustrado un par de años antes. Pero cuando llegó el comicio provincial el diez de marzo último, con la recesión ya instalada, Quiroga terminó en un incómodo tercer lugar.
El último domingo, ese efecto negativo sobre la situación nacional en la provincia patagónica arrastró a otro referente oficialista, Marcelo Bermúdez, que perdió la elección por la sucesión de Quiroga. Derrota doble para Juntos por el Cambio: cayó un hombre del PRO y, después de 20 años, la UCR perdió el control de la capital provincial a manos del MPN.
Neuquén se sumó así a una seguidilla de derrotas radicales en capitales provinciales: Santa Rosa (La Pampa), Córdoba (Córdoba), Paraná (Entre Ríos) y Santa Fe de la Vera Cruz (Santa Fe). Bastiones urbanos que habían sido -con otros- pilares del triunfo de Mauricio Macri en 2015.
El año radical tuvo un par de alegrías en las dos provincias que gobierna: Gerardo Morales pudo reelegir en Jujuy y Gustavo Valdés ganó la legislativa en Corrientes, donde, por una vieja intervención federal, tiene el calendario desfasado y recién renueva mandatario en 2021.
Mendoza, la restante
La tercera provincia en manos del radicalismo es Mendoza. Curiosa historia para este distrito, obligado a una renovación permanente, ya que no permite ni una reelección al gobernador. En 2007, cuando el entonces mandatario Julio Cobos decidió sumarse a la transversalidad kirchnerista, insólitamente su delfín perdió contra el PJ la pelea local. Así, hasta 2011 gobernó Celso Jaque y luego lo sucedió otro peronista, Paco Pérez. Una gestión muy cuestionada de este último le permitió a otro ladero de Cobos, Alfredo Cornejo, recuperar la provincia para la UCR en 2015.
No fue demasiado complicado para el actual titular del partido lograr una imagen de gestión superior a la de su antecesor. Pero como en Neuquén, la oleada nacional trae ahora alguna sombra sobre la sucesión. Este domingo, el radical Rodolfo Suárez y la camporista Anabel Fernández Sagasti se juegan a todo o nada.
En las PASO de principios de junio, Suárez ganó su interna y el oficialismo también le sacó ventaja al frente peronista del que emergió Sagasti. Todo parece encaminado para retener la provincia, pero otra vez la incertidumbre económica y política genera dudas. Este martes, Alberto Fernández y un grupo de gobernadores se acercó a abrazar a esta senadora camporista, una de las mimadas de Cristina. ¿Le alcanzará para el batacazo? Las encuestas le dan ventaja al oficialismo, aunque algunas con un margen demasiado breve como para hablar de partido liquidado.
La Ciudad, expectante
Curiosamente, como pocas veces, la elección en Mendoza será seguida con interés desde Buenos Aires. La mirada es dual y de fácil comprensión: el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, sueña con un triunfo radical que confirme la preeminencia de los oficialismos locales y sea un buen augurio para su propia pelea, el 27 de octubre. Su rival del Frente de Todos, Matías Lammens, apuesta a lo contrario. Una sorpresa que sea un símbolo de la avanzada opositora y lo ayude a él a forzar un ballotage.
En las PASO porteñas se dio un antecedente particular: en votos afirmativos, los que cuentan para el 27/10, Larreta consiguió 50,67%. Es decir, superó el número necesario para ganar sin balotaje. Pero el 11 de agosto hubo récord de voto en blanco (más de 8%) y es una incógnita qué pasará en la elección general.
Para buscar el triunfo sin revancha y compensar el peso (negativo) que puede significar Macri en el distrito, Larreta se garantizó el apoyo de dos fuerzas que no llevan candidato a jefe de Gobierno y que consiguieron algunos puntos en agosto. Ya ratificaron en público que lo apoyarán José Luis Espert (con más de 3 puntos en Capital en el tramo presidencial) y la Democracia Cristiana (casi 1 punto en los tramos legislativos porteños).
En tanto, Lammens, que superó los 34 puntos en las PASO, decidió pegarse a Alberto Fernández, su principal soporte, que tuvo una buena performance en el distrito.
Los pronósticos, por ahora, se muestran cerrados, en el límite de que pueda haber (o no) un ballotage.
-Federico González & Asociados midió tres escenarios: en el primero (con blancos e indecisos), Larreta (Juntos por el Cambio) supera a Lammens (Frente de Todos) 40,4% a 33,7%; en el segundo (sólo con blancos), 45,1% a 37,6% y en el tercero, de votos afirmativos (sin blancos ni indecisos), 48,9% a 40,7%.
-El sondeo de Proyección ubica a Larreta arriba de Lammens pro 48,3% a 38,1%, con 5,7% de indecisos. Cuando se mide por boleta completa, con los presidenciales Macri y Fernández, Juntos por el Cambio pasa a 47,6% y el Frente de Todos a 38,9%, con 6,1% de indecisos. Para un eventual balotaje, Larreta obtendría 51,9% contra 42,9% de Lammens, con 5,2% de indecisos.
– Clivajes, en tanto, muestra a Larreta en 49,12%, contra 37,65% de Lammens y 4,53% de indecisos. En la segunda vuelta, Larreta consigue el 51,4% contra 43,5% de Lammens, con 5,1% de indecisos.
En Mendoza y Buenos Aires, los candidatos de Juntos por el Cambio -Rodolfo Suárez y Horacio Rodríguez Larreta- viven la contradicción de que su salud electoral mejora cuando más despegados se encuentran de su candidato presidencial.
¿El augurio de un final de ciclo?