Hugo Vasques es uno de los siete auditores generales porteños. Economista de profesión, ingresó en la Auditoría General de la Ciudad a propuesta de la bancada parlamentaria del Frente para la Victoria, aunque actualmente se referencia en el Bloque Peronista que, en la Legislatura, preside la diputada María Rosa Muiños. Con Cecilia Segura Rattagan, presidenta del organismo y representante del FpV, y Mariela Coletta, auditora general vinculada políticamente a Martín Lousteau, suelen conformar un polo opositor a la mayoría que Vamos Juntos allí posee. Sin embargo, tanto él como Coletta decidieron acompañar el plan de auditoría 2018, a diferencia de Segura, que se negó a hacerlo argumentando que una importante cantidad de programas y obras no estaban contemplados. En diálogo con Noticias Urbanas, Vasques explica las causas de su postura y promete impulsar auditorías en el Paseo del Bajo y la Línea H el año que viene, para que la gente sepa, antes de las elecciones, cómo se han realizado las obras. También, enumera graves irregularidades que fueron detectadas por el organismo de control en algunos importantes proyectos porteños.
“Son diez años de gestión del Pro en la Ciudad y, la verdad, no ha mejorado la calidad de vida de sus habitantes. Incluso, esta se vio deteriorada, fundamentalmente, en los servicios básicos que el Estado tiene que ofrecer: salud, educación y seguridad”, dispara Vasques, al inicio de la charla con NU.
–¿Aunque el presupuesto para este año contemple una fuerte inversión en esa última materia?
–Efectivamente, hubo un incremento brusco del presupuesto en seguridad para este año, que representa lo mismo que lo que se gasta en salud: alrededor de 34 mil millones. Y veo más policías en la calle, veo más patrulleros, más inversión. Pero lo que no se ve en la calle es seguridad. El delito urbano sigue a la orden del día. No hay eficiencia. Los episodios de inseguridad siguen siendo muy frecuentes. Quienes, como yo, vivimos en el sur de la Ciudad sabemos que allí la inseguridad es un flagelo. La gestión del Pro ha logrado que el porteño optimice su tiempo de traslado desde un punto a otro de la Ciudad. Pero este empeño en mejorar la calidad de movilidad del porteño no se vio reflejado en, por ejemplo, salud y educación. Y esas son cuestiones fundamentales para la calidad de vida de la gente.
–¿Y por qué cree que, entonces, el porteño sigue votando al macrismo?
–Es excelente la pregunta. El porteño, inconscientemente, asumió que va a aportar parte de su salario a los sistemas privados de salud y de educación. Se resignó a que parte de su ingreso personal vaya a esos servicios. Si no, no se entiende por qué los porteños, en la medida en que sus ingresos se los permiten, optan por la educación y la salud privadas y no le exigen al Gobierno mejoras en el sistema público.
–Pero el Pro también ganó en las comunas más pobres, donde el porteño promedio no manda a sus hijos a una escuela privada. ¿Cómo se explica esto, entonces?
–Mi percepción es que ahí lograron poner mayor énfasis del Estado en la calle. Con alguna obra de infraestructura puntual, como la construcción del subte H, que llega hasta el sur, y otras medidas que, desde la oposición, denominamos “cosmética de la infraestructura”, como mejoras en el asfalto, luminarias, veredas, esquinas, pavimento.
–Y usted dice que, con eso, al Pro le alcanza para conseguir votos.
–Sí. Pero hace diez años que el Pro gestiona uno de los mayores presupuestos del país y, en ese marco, me parece que al sur se le ha ofrecido poco. En el sur, los servicios esenciales, como salud y educación, no han mejorado. Sí mejoró, en cambio, la presencia del Estado a través del proceso de descentralización. Esto es algo que le reconozco a Horacio Rodríguez Larreta. Pero este movimiento de descentralización hacia el sur, que todavía es incipiente, aún no cambió su estética ni su morfología demográfica. El sur, por falta de infraestructura, tiende a expulsar a los jóvenes al centro y al norte de la Ciudad. Yo nací en la zona de Boedo y Parque Patricios. Hace cuarenta años que vivo allí y conozco la problemática. Quienes se quedan en el barrio son, en su mayoría, los viejos. Es una población envejecida porque los jóvenes se van.
–Ahora, con la construcción de la Villa Olímpica en Soldati, el Gobierno porteño, además de buscar una solución habitacional para los vecinos del lugar, promete que va a impulsar la infraestructura necesaria para que aquellos que allí habiten no tengan que emigrar. Este planteo coincide con su diagnóstico.
–La propuesta es buena. Recorrí las instalaciones. Son muchos edificios, con departamentos de diferentes ambientes, que vienen a reparar una deuda de déficit habitacional enorme de la Ciudad de Buenos Aires. Lo cierto es que es un caso aislado. Y requiere de muchos años de presencia del Estado para que se puedan rodear esos enclaves con infraestructura. Porque lo que no tenemos que fomentar en la Ciudad son guetos. Lo que tenemos que lograr es la integración barrial, no lugares en los que la gente solo pueda dormir o habitar, pero deba desarrollar su vida laboral y social en otro lado. Hay que generar un entramado de infraestructura a lo largo y a lo ancho de la Ciudad para garantizar que la gente tenga acceso a la misma calidad de servicios en los distintos lugares. Hasta ahora, esa materia está pendiente. Igualmente, reconozco que, en materia de descentralización, el Gobierno del Pro es el que más ha hecho.
–¿El de Rodríguez Larreta o el de Macri?
–Uno es consciente de que cuando Macri era el jefe de Gobierno, Horacio [Rodríguez Larreta] era el motor de la gestión. Operativamente, es Horacio el que ha gobernado la Ciudad en los últimos diez años.
–Días atrás se supo que el plan de auditoría de este año no contemplará obras que representan un altísimo porcentaje del Presupuesto 2018. Y que la presidenta del organismo, por este motivo, decidió no firmarlo, aunque finalmente se aprobó. ¿Por qué obras tan importantes como el Paseo del Bajo quedaron fuera?
–Al final de cada año proyectamos y aprobamos un plan de auditoría para el año siguiente, que se nutre, según el reglamento interno, de las propuestas técnicas de las distintas direcciones de la propia casa. La propuesta es elevada al Colegio de Auditores para su aprobación y es este órgano, que está conformado por funcionarios políticos, el que la debe aprobar. El Pro posee tres auditores y junto con el representante de la Coalición Cívica forman un bloque de cuatro. Es decir, tienen la capacidad de imponer la mayoría automática, y esto pasó. Pero también es cierto que tanto Coletta, que es opositora, como yo, votamos a favor del plan una vez que se saldó la discusión, porque entendemos que la Auditoría debe mostrar una unidad de criterio para el trabajo que se aprueba. La presidenta, Cecilia Segura, votó en contra, argumentando que el plan tenía un bajo impacto presupuestario. Yo disiento de su postura.
–¿Pero no se va a auditar solo un 13 por ciento?
–Ella planteó que se iba a auditar entre un 13 y un 17 por ciento. Pero yo no comparto su criterio. No siempre la oportunidad del plan de auditoría tiene que ver con el compromiso presupuestario que los proyectos tienen en cada caso. Vamos al tema del Paseo del Bajo: actualmente estamos auditando todo el proceso licitatorio, la transferencia de terrenos nacionales a la Ciudad, la venta de terrenos de la Ciudad y las asignaciones a las distintas empresas constructoras de los tramos. Cecilia plantea que no vamos a auditar este año la obra. Pero hoy la obra está muy poco avanzada. Tiene que estar terminada para fines del año que viene. Por eso, mi criterio es que la obra del Paseo del Bajo debe auditarse completa en el primer semestre de 2019. Eso es lo que voy a impulsar. Porque la gente, antes de las elecciones de octubre, tiene que poder evaluar a través de su órgano de control externo técnico cómo se realizó la obra de infraestructura de mayor fuste de las últimas décadas. Si en 2018 no tenemos la obra, ¿qué vamos a auditar? ¿Hubo redeterminaciones de precios? No lo podemos saber todavía.
–Pero si el oficialismo tiene mayoría automática, ¿no puede voltear el pedido de auditoría para evitar alguna eventual mala noticia antes de las elecciones?
–Yo creo que en este caso puede haber alguna fisura dentro del bloque mayoritario. En algunos proyectos de auditoría las mayorías automáticas no funcionaron como tales. Por ejemplo, en la tragedia de Time Warp, logramos imponer con Cecilia dos proyectos de auditoría: sobre la AGC, que debía controlar Time Warp y autorizar la fiesta, y sobre la concesión de Costa Salguero.
–¿Y qué pasa con la construcción de la Línea H, que también quedó fuera del plan de auditoría de este año?
–Es otro de los proyectos que yo planteo para 2019, ya que la obra tampoco está terminada. Cuando vos auditás una obra un año o dos años seguidos, al año siguiente, el argumento en contra es “no podemos volver permanentemente sobre la obra auditada”. Y en algún punto suena lógico. Por eso, lo importante es la oportunidad de los proyectos. Con Cecilia no nos pusimos de acuerdo en lo que va a pasar en 2018, pero estoy convencido de que nos vamos a poner de acuerdo en 2019.
–¿Villa Olímpica se audita este año?
–Sí, la estamos auditando. La recorrimos y no encontramos irregularidades. Sí, en cambio, encontramos, en estudios previos, irregularidades en la Línea H, en el Centro de Convenciones y en el Parque Roca.
–¿Y qué encontraron en los casos que menciona?
–En la Línea H tuvieron que dar de baja dos estaciones del sur, Sáenz y Pompeya, porque había problemas en el suelo. Y también debieron relocalizar la estación Plaza Francia por un amparo de los vecinos. Es decir, hubo una deficiente proyección de cuáles iban a ser los impactos de la obra en los dos extremos de la Ciudad. Además, se debió cambiar la técnica en la construcción de la traza porque los estudios del suelo no fueron debidamente realizados. Pasaron de utilizar tuneladoras a una técnica de pilotes con una losa superficial. Todo esto generó redeterminaciones importantes de precios que encarecieron la obra. Costos que debieron ser asumidos por la Ciudad. En el caso del Centro de Convenciones, al lado de la Facultad de Derecho, sobre Figueroa Alcorta, se construye sobre un terreno deprimido, que, a lo largo de los años, ha sido ganado al río. Nosotros hemos firmado informes de auditoría que fueron remitidos a la Legislatura donde determinamos que los estudios de suelo habían sido realizados a menor profundidad de lo que obligaba el proyecto original y, además, no habían sido efectuados en el lugar donde se levanta la obra sino en terrenos linderos. La verdad es que, cuando uno audita una obra de infraestructura grande, espera encontrar irregularidades típicas, como redeterminaciones de precios, incumplimiento de plazos, una mala proyección de presupuesto. Lo que no esperás encontrarte son deficiencias en la planificación de ingeniería de la obra civil. Cuando leo un informe hecho por técnicos que te dicen que los estudios de suelo fueron realizados en otro lugar y que no completan la profundidad requerida, realmente eso, a mí, me deja con la boca abierta. Esos informes no solamente los aprobamos y remitimos a la Legislatura sino que los colgamos en nuestra página web. Son públicos.
–¿Está diciendo que la construcción es insegura?
–No puedo aseverar eso. Sí puedo decir que en el proceso de construcción y planificación hay errores que nosotros auditamos, firmamos y describimos. Pero a mí, desde lo humano y como porteño, me da pavura.
–Y con el Parque Roca, ¿qué pasó?
–Hubo dificultades enormes con el techo para ese estadio de tenis. Ahí tenés otro error de planificación. Nosotros firmamos y remitimos un informe a la Legislatura en el que decimos que la empresa tiene una inexperiencia manifiesta en este tipo de megaobra de infraestructura, como es la de techar un estadio grande. El techo debe ser completo y corredizo. Ahora lo están poniendo porque necesitan terminarlo para los Juegos Olímpicos de la Juventud de este año, pero esto debió haber sido terminado en 2015. No solo tiene años de incumplimiento: no se pudo jugar la Copa Davis en el Roca porque no estaba terminado el techo. Y, a partir de estudios de viento realizados por la Universidad Nacional de la Plata sobre el proyecto original, tuvieron que hacerles modificaciones a ciertos paneles de la estructura. En el medio de la obra. Además de que la encarece, uno se pregunta: ¿empezaron una obra de infraestructura que iba a estar sobre las cabezas de miles de porteños sin finalizar los estudios que nos garantizaban su seguridad e integridad? Esa pregunta no está en el informe, me la hago yo como ciudadano. En el informe solo decimos: empezaron la obra sin un proyecto definitivo aprobado; modificaron la infraestructura por un estudio de viento, a mitad de la obra; no pudieron terminar la obra; no sabían cómo poner el techo. Todo eso lo afirmamos.