Para el legislador Javier Gentilini, “Unen está en fase terminal”

Para el legislador Javier Gentilini, “Unen está en fase terminal”

Por Enrique Colombano

Responsabiliza de la delicada situación del frente no solamente a Carrió, sino al resto de sus principales referentes. Además, le pega al sector de la UCR que acompañó a Lilita. Ni Pino se salva.


A Javier Gentilini se lo nota muy enojado por cómo Unen dilapidó su capital político. Culpa por eso a sus máximos dirigentes. No solo a Carrió –que en noviembre pasado abandonó de un portazo el armado para finalmente terminar acordando, días atrás, ir a las PASO nacionales con Mauricio Macri–, sino al resto de los precandidatos presidenciales de esa fuerza, incluido Pino Solanas. Hoy Gentilini es el único representante de Proyecto Sur que ocupa una banca en la Legislatura porteña y dice que no sabe si su espacio político, La Fragua, continuará junto al cineasta ni si seguirá en Unen. “Esto es algo que estamos debatiendo”, afirma, y aclara que su límite político-electoral es Mauricio Macri.

–¿En qué situación está Unen hoy?

–En una situación de crisis total. Si no está en fase terminal, le pega en el palo, producto de una serie de problemas que superan las jugadas de Carrió. Desde febrero de 2014, es decir, dos meses antes del lanzamiento de la mesa nacional de Unen en el Broadway, Carrió ya estaba planteando la necesidad de un acercamiento al Pro. ¡Estuvimos un año con este tema! No puede ser que desde el nacimiento de Unen nacional hasta el día de hoy, que está en fase terminal, hayamos estado discutiendo si “Macri sí o Macri no”, en lugar de delinear un perfil político para el frente, definir sus límites y presentar una propuesta programática.

–¿Y por qué cree que ocurrió esto?

–En el primer semestre de 2014, muchos pensamos que era una maniobra de Carrió para posicionarse políticamente de cara a las internas en Unen. En ese momento Macri estaba cuarto en las encuestas, aparentemente sin chances, tenía alrededor de 10 puntos de intención de voto, y Unen aparecía en los sondeos como una fuerza que podía entrar en el balotaje, porque entre todos los candidatos alcanzaba los 25 puntos. Entonces, lo de Carrió se veía como una maniobra para hacer crecer a Unen por centroderecha y captar una transferencia de votos de parte del Pro hacia su propia precandidatura. Así logró crecer un poco en las encuestas, pero no superar ni a Cobos ni a Binner, que era, creo, su intención inicial. Y quedó aferrada a la maniobra. Yo puedo autocriticarme de haber supuesto, al principio, que la maniobra de Carrió iba por vía muerta y que, al no quedarse con los votos de Macri, se terminaba en uno, dos o tres meses. Pero no. En el segundo semestre del año pasado, lo de Carrió fue mucho más desembozado, bochornoso y farandulesco. Si nosotros hubiéramos cerrado el tema desde el vamos y, con un mes de discusión, hubiéramos definido la identidad de Unen, su propuesta y sus límites, esto no habría ocurrido y Carrió, en tal caso, tendría que haber dicho en ese momento si se iba o se quedaba. Pero hubo otros que se engancharon con sus maniobras. Por eso digo que el casamiento Macri-Carrió tiene varias celestinas.

–¿Se refiere al sector de la UCR que viene manifestándose a favor del acuerdo con Macri?

–Una parte del radicalismo pasó rápidamente de una cierta confianza en sus presidenciables al crudo realismo de qué les convenía hacer para traccionar votos para sus candidatos distritales en las provincias. Eso legitimó muchísimo la maniobra de Carrió. ¿Pero se dieron cuenta de esto a mediados del año pasado o ya había movimientos subterráneos previos que apuntaban a tener un plan B? No nos olvidemos de que la UCR Capital, en julio, vía su presidente, Emiliano Yacobitti, hizo una declaración promoviendo una alianza con el Pro, que generó un batifondo general. Tuvimos que hacer muchas reuniones y, finalmente, firmamos un documento, que ellos también suscribieron, diciendo que Unen no apoyaba esa medida. Yo no creo, bajo ningún aspecto, que Yacobitti se haya largado por su cuenta a plantear esto sin haber escuchado a algún referente de peso nacional del radicalismo planteando este escenario como alternativa.

–Fueron varios en la UCR quienes promovieron esta opción: Sanz, Aguad…

–Sanz, Aguad y otros dirigentes que tienen incidencia en la estructura radical. Por eso digo: ¿Carrió es la principal responsable del desmadre de Unen. Sí. ¿Pero es la única? No. Después de ella, vienen fracciones del radicalismo que querían el acuerdo con Macri. Luego, en tercer lugar, y si bien es un actor menor, está Luis Juez, que pasó de suscribir una declaración fuerte con Pino, Giustiniani y otros dirigentes de Unen en contra del acercamiento al Pro, a militar activamente a favor, para resolver su “dibujo” en Córdoba. Eso no se hace en soledad. Se hace porque existían referencias y garantías que habilitaban esa jugada. Después vinieron las cenas en la casa de Carrió, que tuvieron notoriedad pública en el segundo semestre del año, tras el desplante público que ella le hizo a Pino. Hasta Binner estuvo enredado en todo ese manejo. Y otros que tan claramente se plantaron en contra de la construcción con el Pro y que son más consecuentes con lo que se podía presumir que es el ideario de la centroizquierda, como Pino, Stolbizer y Tumini, se dejaron llevar por la lucha de posicionamientos en lugar de poner todo para lograr una construcción colectiva a tono con las expectativas que la opinión pública le había confiado a Unen.

–¿Usted dice que Pino y el resto de la centroizquierda se sirvieron de la jugada de Carrió para posicionarse en contra?

–Exactamente, les servía Carrió porque les hacía el contrapunto. Hay un afán mediático en todo esto. Tratar de aparecer en los medios sobre la base del contrapunto, cuando lo que deberían haber hecho de entrada es garantizar la existencia de un polo que fijara los límites de Unen, una propuesta programática y una identidad. ¿Y por qué se quedaron solamente en el contrapunto? Porque seguimos con la fantasía de la precandidatura presidencial. Y esto les cabe a todos. No solamente a Pino. En primer lugar, les cabe a los dos precandidatos con mayor intención de voto en Unen: Cobos y Binner. Ellos pensaron que Unen llegaba con piloto automático a la segunda vuelta y, entonces, el problema era quién ganaba la interna. Y nunca se avivaron de que el que ganara la interna lo iba a hacer con un 30 o 40 por ciento de los votos de Unen y que ni siquiera esta situación, si la congelabas, le garantizaba entrar en el balotaje. Porque en las elecciones presidenciales, a diferencia de las legislativas, no colectás el resto de los votos que fueron para las otras listas internas. La necesidad de achicar la sobreoferta de candidaturas presidenciales no se tuvo en cuenta. ¿Cómo puede ser que Unen tuviera cinco precandidatos a presidente y en las provincias fundamentales, en términos de peso electoral, no tuviera candidatos fuertes a la gobernación? Salieron a la cancha con cinco nueves, se olvidaron de distribuir los jugadores en toda la cancha. La geografía electoral nacional no se entiende solamente por la disputa presidencial. Están también la disputa provincial, los municipios, los diferentes distritos. ¿Y por qué nadie tuvo en cuenta esto? Porque se cometió el error de sobreestimar a Unen. Y entonces todos se pelearon a muerte para ver quién ganaba las primarias. Este fue el problema fundamental. Unen no tenía nada garantizado. Lo único garantizado era que, al principio, teníamos un cuarto del total de los votos. Mirá dónde estamos hoy: Unen ha perdido el 60 por ciento de la intención de voto que tenía. Hasta el armado de Capital quedó en tela de juicio. Carrió fue la madrina del acuerdo entre los sectores del frente que promovieron la precandidatura porteña de Lousteau para jefe de Gobierno y que impulsaron a Fernando Sánchez para vicejefe y a Roy Cortina para primer legislador. Pero es paradojal que ahora anuncies que vas a ir a la interna nacional con Macri y que lo vas a enfrentar en Capital, ¿no? ¿Qué es esta candidatura, entonces? ¿Es Unen? No sé. Porque hoy nadie sabe bien qué cosa es Unen. o

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