Mauricio Macri arrastra al barro a María Eugenia Vidal, que está dispuesta a sacrificar algo de su imagen positiva para que el Presidente de la Nación obtenga su segundo mandato. La reacción, más explícita que nunca, llegó luego de que el derrotero electoral de Cambiemos cosechara su séptima derrota al hilo.
La sangría electoral ahora llegó desde la provincia de Santa Fe, donde el domingo pasado el ex líder del radicalismo José Corral, uno de los radicales preferidos del mandatario, quedó relegado a un opaco tercer lugar. Con los socialistas coqueteando con Roberto Lavagna y el peronismo ensayando la unificación de sus líneas internas, las elecciones generales santafesinas amenazan con una fuga de votos que hoy son de Corral, el candidato a gobernador de Macri que hoy es el intendente de la capital provincial, un bastión que los radicales podrían perder en junio, por primera vez en doce años.
Ante la visible crisis política, Marcos Peña, amo y señor de la estrategia nacional, dejó de lado las sutilezas para despejar definitivamente cualquier posibilidad de que sea María Eugenia Vidal la candidata que intente pelear por la Casa Rosada. Tan claro está a esta altura, que el Gobierno decidió responder al paro nacional con un acto compartido, para mostrar una “sintonía fina” entre ambos que silencie el plan cada vez más desaforado de Wall Street, que teme por el regreso de Cristina Fernández de Kirchner.
Hasta el Fondo Monetario Internacional aparece ahora dispuesto para que la lluvia de dólares que le prestó al Gobierno sea utilizada discrecionalmente para hacer lo que antes cuestionaban y deshacer la política cambiaria impulsada hace apenas pocos meses por Nicolás Dujovne y Guido Sandleris.
Son días de mucho trabajo para Dante Sica, que busca que la aplicación del acuerdo de precios no termine siendo el boomerang que siga hundiendo la imagen presidencial. El ministro, además, estuvo al frente de la presión oficial contra los sindicalistas que llevaron adelante el paro del martes. Junto a su secretario laboral, Lucas Aparicio, trabajó a favor de las empresas, decretando conciliaciones obligatorias que buscaban acusar de actos de rebeldía a los gremios que paraban y en posteriores multas millonarias. Una estrategia que buscó desalentar –por medio del castigo- la protesta social.
En tanto, Macri y Vidal esta vez no ahorraron en sutilezas, como sí lo habían hecho semanas atrás cuando el Presidente aparecía manejando un automóvil y la Gobernadora iba sentada a su lado, acompañando. Tampoco fueron suficientes las desmentidas en las que Macri se enredaba para asegurar que el candidato era él y nadie más que él. Juntos, desde la planta potabilizadora que Aguas Bonaerenses tiene en Ensenada, se ocuparon de ratificar los lineamientos de una campaña . que Marcos Peña diseña junto a Durán Barba. Estos pilares de Mauricio Macri no tendrían la misma relevancia si el Gobierno estuviera trabajando realmente en el Plan V.
“A mí me sobra garra y corazón para estar acá, acompañando a los bonaerenses en la difícil en los próximos cuatro años y acompañar al Presidente en sus próximos cuatro años. Entre el Presidente y yo hay equipo, al igual que entre ustedes y nosotros. De verdad, sin mentiras, laburando todos los días y haciendo cosas como éstas”, sostuvo Vidal, que intenta renovar la dialéctica de los días de gloria, ahora insistiendo sobre el “cinismo” de los candidatos opositores. Sin nombrarlo, el que la ligó y mucho fue el ex gobernador Daniel Scioli, otro de los que se siente en carrera presidencial.
Pensar en un renunciamiento histórico del Presidente, que podría consagrar la idea de un fracaso irreversible, es hasta el momento una fantasía de los especuladores y los círculos de poder. “El mundo, con los mercados, está dudando de que los argentinos quieran volver atrás, pero se equivocan”, insistió el mandatario para luego dejar en claro, en un día de alta conflictividad política y social, que tanto él como Vidal “elegimos trabajar mientras otros, en un momento difícil del país, deciden parar”.
“Sería muy fácil agarrar, dar un giro hacia atrás, tomar los recursos que tenemos, que no son muchos, y gastarlos todos hoy. O sería muy fácil estar en cadena nacional y obligarlos a escucharme todos los días lo que tengo para decir. O sería mucho más fácil manejarnos con los periodistas amigos. Pero no lo vamos a hacer, eso sí sería volver atrás, y los argentinos hemos decidido no volver atrás”, sostuvo el presidente, para luego trasladarse a la Residencia de Olivos para reunirse con intelectuales afines y seguir el minuto a minuto de un paro y una movilización que el Gobierno quiere castigar con la billetera.