Horacio Rodríguez Larreta ya maneja un perfil presidencialista, más allá de la lejanía de las elecciones de 2023. No pensaba lanzarse tan temprano, consciente de que las campañas deben acortarse lo más posible. No es bueno ser un blanco móvil durante más de un año, si es que tanto tardaran en realizarse los comicios. De todos modos, los errores no forzados de la coalición gobernante le allanaron el camino.
Como lo hace habitualmente, el jefe de Gobierno porteño volverá a abrirles la puerta a todos. No confía en que Juntos por el Cambio reúna para entonces la suficiente masa crítica, como para asegurar un triunfo que hoy se ve como muy posible, pero necesitado de mayores certezas. No se juega a lo seguro en política. Siempre se apuesta al peor escenario y se teje desde allí.
Tan amplia es su convocatoria, que hace un mes lanzó su propuesta: “te votarías?”, en la que les propuso a personas que no provienen de la política a que se candidatearan para formar parte de las listas del Pro. Les ofrecía –luego de una selección- un cargo en los primeros cinco lugares de las 15 comunas porteñas y un cargo suplente. Además, en la lista de legisladores porteños, proponía incorporar a un “extraño” cada diez lugares. Es decir, tres cargos, porque son 30. El total sería de 30 comuneros y tres legisladores.
En este punto, muchos de sus coequipers del Pro suelen quejarse –por lo bajo, generalmente- porque en varias oportunidades fueron dejados de lado en algunas listas para permitir el ingreso de “extranjeros”, que supuestamente iban a atraer mayor amplitud electoral, un tesoro pocas veces mensurable.
Aunque, la verdad sea dicha, el Pro no cosechó demasiadas derrotas en la Ciudad. La única sucedió en 2003, cuando la fórmula Aníbal Ibarra-Jorge Telerman le ganó a Mauricio Macri, en su debut electoral. Cuatro años después, Cromañón mediante, el fundador del Pro accedió a la Jefatura de Gobierno y desde entonces, el partido amarillo se mantiene invicto. De todos modos, Macri sólo perdió en segunda vuelta, porque ganó la primera en aquella ocasión.
Larreta, entretanto, declaró en algún momento que “hay que hacer un acuerdo con sectores independientes, del peronismo, del progresismo y la centroderecha” para sostener su ambición presidencial. Sólo se les negaría un lugar en las nóminas a los kirchneristas, con quienes espera confrontar.
Dentro del Pro, por el contrario, están los duros, que propusieron listas monocromáticas, de perfil puro, pero en ese punto la coalición se volvió colisión, porque los radicales y los “lilitos” pusieron el grito en el cielo. No quieren repetir la experiencia de 2015, cuando fueron convocados a formar parte de Cambiemos y aportaron volumen electoral –mucho o poco-, pero sólo fueron atendidos en cuentagotas a la hora de ocupar cargos o diseñar políticas de gobierno.
El porteño, entretanto, pasea por la ciudad con Martín Lousteau y desata la controversia con sus íntimos. El jefe de Evolución Radical se atrevió a plantear que “lo ideal sería que tuviéramos una fórmula conformada por un radical y un integrante del PRO”, no se sabe si en ese orden, aunque se supone que sí. Por eso, en el larretismo temen que se le permita a Lousteau crecer hasta quedarse con la Jefatura de Gobierno y con la lapicera.
En Uspallata se evalúa que si Rodríguez Larreta es el candidato opositor, será difícil que haya postulantes Pro encabezando las boletas en la Ciudad y la Provincia. Si Lousteau va en CABA, un Pro (¿Santilli o Ritondo?) irá en el primer término en la Provincia. La Generala Triple (Oh! los tiempos de Macri, Larreta, Vidal) será muy difícil en 2023.
De esta manera, en 2023 habrá más fórmulas y candidaturas cruzadas. En el ámbito nacional, Larreta podría cargar con un vice radical en la boleta principal. Pero, en ese caso, deberían ceder el control del Senado y quizás también –se negociará con dureza, cuando llegue el momento, si se pudiera- la presidencia de la cámara baja.
De todos modos, la candidatura de Juntos por el Cambio –que quizás no se llame así- se definirá en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, en las que se enfrentarán Rodríguez Larreta, quizás con Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Facundo Manes y Alfredo Cornejo. Seguramente, algunos de éstos se caerán de la nómina, pero al día de hoy todos sostienen sus ambiciones.
Morales, el carcelero de Milagro Sala, se muestra más amable con todos los que no sean ella. Días atrás, sostuvo que no tendría problemas en compartir una fórmula con un candidato del Pro…”siempre y cuando la encabece un radical”.
Para tranquilizar al argentino medio, angustiado hoy por una crisis política que se extiende demasiado, Larreta afirmó esta semana que su propósito es “dar certezas, traer tranquilidad y, sobre todo, tener un plan con medidas concretas para enfrentar la realidad”.
De todos modos, el que no consiguió la ansiada tranquilidad fue Nicolás Massot, que como trabaja con Patricia Bullrich debió abandonar su asiento en el directorio del Banco Ciudad por pedido de un comedido funcionario cercano a Larreta.
Paralelamente, Larreta tomó una decisión sorpresiva, al designar al mendocino del Partido Demócrata Omar de Marchi como su armador y jefe de campaña en lugar de Diego Santilli, que ocupaba ese lugar en su entorno. Sin embargo Larreta apoya fuertemente al “Colorado” en su calidad de candidato a gobernador en la Provincia de Buenos Aires, lugar al que pretende desafiarlo el diputado Cristian Ritondo.
El camino hacia la Casa Rosada aún es muy largo, pero en Juntos por el Cambio ya aprestan los motores, quizás con demasiada anticipación. Es que el tesoro pareciera estar al alcance de la mano, si no es sólo un espejismo creado por un mago malvado. La coalición conservadora volvería pronto al poder, pero para ello primero deberán derrotar al peronismo, algo que es posible, pero que nunca será fácil.