El Gobierno, ya advertido por la Justicia por sus sutiles violaciones a la veda electoral, relanzó esta semana el programa Ahora 12 a tan sólo quince días del primer round electoral del 11 de agosto.
Haciendo kirchnerismo culposo, los estrategas electorales apelan al “voto licuadora” con un programa que fuera insignia (y sin los actuales intereses del 60 por ciento anual) durante el gobierno de Cristina Kirchner y que genera muchísimas resistencias en el Palacio de Hacienda.
La insistencia de Dante Sica fue una de las claves para que de un tiempo hasta acá el programa de cuotas con tarjeta de crédito llegue, con explícitos objetivos electorales. La recuperación del consumo obra por estos días como la zanahoria para convencer a los indecisos.
En paralelo, Mauricio Macri recorre los distritos bonaerenses que lo acompañaron en 2015 para “consolidar” lo propio, mientras que María Eugenia Vidal se concentra en el Conurbano, en la tercera sección electoral, que luce tan hostil para los intereses del macrismo.
La orden de la Jefatura de Gabinete es que todos, absolutamente todos, trabajen para apuntalar a Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires. La decisión incluyó que Martín Lousteau, que si bien es candidato a senador por la Ciudad de Buenos Aires, cruzó la General Paz para mostrarse con Vidal e intentar contrarrestar a Axel Kicillof y para defender el rumbo económico que propone la fórmula de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto. Éste es otro de los que encarna la avanzada contra La Cámpora y el “marxismo” del ex ministro de Economía.
Haciendo kirchnerismo culposo, los estrategas electorales apelan al “voto licuadora” con un programa que fuera insignia (y sin los actuales intereses del 60 por ciento anual) durante el gobierno de Cristina Kirchner.
“Si Kicillof es elegido, voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que le vaya bien, porque así les va a ir bien a los bonaerenses. Ayudaré desde el lugar que me toque”, dijo la Gobernadora, cuando la entrevistaron en LN+.
El Presidente, en cambio, no arriesga y visita lugares donde conserva sus chances intactas, como en San Isidro, Vicente López o la Ciudad de Buenos Aires, adonde visitó a una familia del barrio de Belgrano, junto a Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli.
En el tramo final de la campaña para las Paso, tras visitar nuevamente Córdoba y Rosario, Macri estará el jueves otra vez en Vicente López, para acompañar el cierre de campaña de Juntos por el Cambio en la Provincia. El distrito gobernado por su primo Jorge Macri es una de las tantas “cábalas” que tienen los cerebros electorales.
Los supersticiosos también borraron a Daniel Salvador como hicieron en 2015 después de las PASO, cuando la fórmula de Cambiemos logró dar vuelta los votos y superar al kirchnerismo.
Esta semana, Macri estuvo en Entre Ríos, donde este viernes estarán juntos Rogelio Frigerio y Miguel Ángel Pichetto. Al Presidente le restan visitas a Formosa, Salta y Jujuy. En el norte argentino, según reconocen en Casa Rosada, la imagen del presidente sigue siendo mala y es por eso que Pichetto estará presente en las tierras de Gildo Insfrán, Juan Manuel Urtubey y Gerardo Morales.
El ala política, que obra en armonía y buen entendimiento, continuó su escala por la Patagonia, con las visitas del lunes y martes pasado a las provincias de Chubut y Santa Cruz, y una pendiente, la última, en Tierra del Fuego, que está agendada para comienzo de la próxima semana.
En tanto, Frigerio bajará a la Provincia de Buenos Aires sólo para respaldar a Diego Valenzuela en Tres de Febrero y a Lucas Delfino, uno de sus principales colaboradores, que aspira a destronar a Juanchi Zabaleta en Hurlingham. El mismo viernes, estará en su provincia natal, en Gualeguaychú, acompañado por el candidato a vicepresidente, que también podría ir solito a la provincia de Santiago del Estero.
En la recta final, las declaraciones triunfalistas van cediendo a la prudencia y sólo algunos pocos se animan a levantar la voz para afirmar que Mauricio Macri podría imponerse en primera vuelta. Tal vez por estrategia, un manto de cautela ha teñido los despachos oficiales.
En público, un disruptivo como Pichetto, dijo esta semana que su “intuición” marcaba que no habría balotaje. “La primera vuelta de octubre que creo que va a ser la definitiva, creo que no va a haber balotaje, es una intuición, no está fundada en ninguna encuesta, es una percepción de cómo va a estructurase la política después del proceso de la primaria”.
En Jefatura de Gabinete, entretanto, aseguran que “es una elección que se pelea voto a voto” y hasta son más prudentes sobre las encuestas de las últimas semanas. “Lo que sí sabemos es que en las últimas semanas hubo una tendencia de recuperación de la imagen del Gobierno y del Presidente. Hay una recuperación de la confianza, pero es muy difícil saber exactamente dónde uno está parado. Todo lo que se ve es que va a ser una elección que se peleará voto a voto”.