Según los números que arroja una encuesta realizada por Poliarquia Consultores para el diario La Nación, Sergio Massa lidera la intención de voto para presidente en 2015, con apenas cuatro puntos -25% a 21%- de ventaja sobre Daniel Scioli. Mauricio Macri alcanzaría el tercer puesto, algo alejado de sus contrincantes, con el 16% y los candidatos del Frente Amplio Progresista Hermes Binner, Julio Cobos y Lilita Carrió lo siguen, en ese orden, sin que haya casi diferencias entre ellos, 9%, 8% y 6%.
Algunas de las curiosidades que surgen de la evaluación de los números son que Massa lidera la intención de voto en el Gran Buenos Aires, en tanto que Scioli sería hoy el candidato preferido de los votantes oficialistas, que lo consideran como el heredero del modelo peronista.
Macri, por su parte, lidera la encuesta en su propio territorio, con el 20% de las preferencias, seguido de cerca por Sciol, que consigue el 17%. El jefe de Gobierno porteño lidera también la franja de los jóvenes de nivel universitario.
Los problemas que deberán resolver los candidatos de aquí a 2015 son diferentes, limitados y potenciados por sus particulares puntos de partida y sus metas futuras. En el primer lugar, por ahora, Massa deberá demostrar que es capaz de proponer respuestas efectivas a los múltiples problemas que acechan al que ejerce el poder. No es lo mismo tener una buena performance en una elección legislativa -y, por lo tanto, testimonial- que convencer al electorado de que existen los equipos y los programas para gobernar.
Scioli, por otra parte, deberá consolidar su presencia electoral, porque gobernar dos veces -ocho años hacia el 2015- la provincia más importante del país es un pergamino suficiente para demostrar su capacidad de gestión. De todos modos, para sumar deberá asumirse como el heredero, al mismo tiempo que deberá -al acercarse el 2015- despegarse del liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner para convertirse en la cabeza del peronismo, que es un movimiento que no acepta liderazgos bifrontes.
Macri, entretanto, tiene un serio problema en el conurbano, donde su anclaje electoral es tan bajo que enciende todas las alarmas de sus asesores. Sólo consigue allí el 9%, una cifra exigua si quiere llegar realmente a la Casa Rosada. Esa ingeniería electoral es la que deberá afinar para crecer en el Área Metropolitana, en la que la presencia de María Eugenia Vidal será insuficiente si no la acompaña una fuerte infraestructura política que apuntale la propuesta del Pro. En este punto, el partido de Macri paga el precio de basar sus campañas en el marketing, antes que en la política. En realidad, todos sus problemas hasta ahora se resumen en uno solo: al Pro le cuesta muchísimo abandonar la bicisenda para cruzar la General Paz y abrirse al resto de la Argentina.
El Frente Amplio Progresista sigue pagando el precio a la lucha de egos que prima entre sus figuras públicas y a una propuesta política que no supera lo testimonial. Esta actitud le permitirá al radicalismo vegetar sin desaparecer y a los socialistas sólo existir, pero alejan a ambos partidos de cualquier posibilidad de alcanza el poder en otro ámbito externo a la Provincia de Santa Fe y a alguna otra ciudad, más o menos importante.
De todos modos, aún no se han formulado las propuestas para 2015. Massa no salió aún de Tigre más que en clave de campaña. Scioli tiene demasiados problemas en su gestión provincial para ocuparse de otra cosa que no sea expresar su intención de “ser”. Macri recorre el país, pero el Pro es un partido vecinal con algunas ramificaciones provinciales de bajo perfil. Binner lidera un frente que intenta ocupar el lugar tradicional del radicalismo, que fluctuó tradicionalmente en los alrededores del 22% y difícilmente supere demasiado esa cifra en 2015.
La pelea por la instalación en el imaginario colectivo que desarrollará cada uno de los candidatos decidirá una elección en la que no será un tema menor la infraestructua política que les dé soporte.