La escena parecía tomada de una de esas películas del inmortal Roger Corman, demiurgo de una larga ristra de éxitos en el cine calificado como de “Serie B”.
En la madrugada del sábado, dos jóvenes llegaron a la guardia nocturna del hospital Rivadavia y pidieron ser atendidos antes que los demás. Ante la negativa del personal –se atiende en orden de gravedad–, reaccionaron violentamente y tomando unas agujas ya usadas las convirtieron en armas para amenazar a los presentes e ingresar en un quirófano en el que los médicos estaban operando a un herido de bala.
Ante el peligro, los doctores cerraron las puertas de la sala e impidieron el ingreso de los amenazantes muchachos. Mientras tanto, el personal de seguridad puso en funcionamiento el botón antipánico provisto por la Secretaría de Salud y, a los diez minutos de comenzado el incidente, este culminó con la llegada de la policía y la detención de los individuos.
Pero lo peor de esta situación no es el incidente en sí mismo, sino su cotidianeidad. El jueves 9 de agosto de 2012 hubo un paro de 24 horas en los 33 hospitales públicos de la Ciudad. ¿El motivo? En medio de una manifestación de protesta por una presunta “mala praxis” que culminó con el fallecimiento de Jennifer Farías en el hospital Santojanni, los médicos de ese establecimiento fueron agredidos.
El 15 de noviembre de 2014, Gustavo Montenegro, cardiólogo del hospital Piñero, fue atacado por un familiar de un paciente, que lo emboscó a la salida del nosocomio. Para conocer la rama de la medicina que más trabaja, es necesario saber que en el primer semestre del año pasado, los médicos de este hospital debieron atender a 99 heridos de bala. Los especialistas aseguran que su cercanía con la Villa 1-11-14 explica la estadística.
Sólo cabe agregar, para tomar una somera radiografía de la situación, que en enero de 2012 barrabravas de la facción Los Perales, del club Nueva Chicago, ingresaron al Santojanni para ejercer la inapelable justicia de las pistolas sobre un integrante de la fracción rival, Las Antenas, que estaba internado allí. Solo pudieron ser contenidos por un pelotón de la Guardia de Infantería de la Policía Federal, ya que los agentes de la seguridad privada y un efectivo de la Policía Metropolitana habían sido superados en número y armamento por los vándalos.
En el mismo sanatorio –sin ironía–, en septiembre de 2014, un muchacho de 15 años fue internado, con una herida en la pierna, tras un enfrentamiento con la policía. Un grupo de personas intentó rescatarlo de la habitación en la que estaba internado, sin éxito, ante la intervención policial.
En todos estos casos –y son solo algunos–, el personal que debe brindar salud a la población corrió graves peligros ante estas manifestaciones de una violencia que infecta gravemente a la sociedad y a las instituciones.
Medidas de fuerza
Luego del ataque en el Rivadavia, uno de los gremios que agrupa a los trabajadores de la salud pública, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), mayoritaria en ese hospital, que antes de ser transferido al Estado porteño dependía del Ministerio de Salud de la Nación, convocó a un paro por 24 horas en el nosocomio de la avenida Las Heras, exigiendo además que una delegación del gremio fuera recibida por la ministra de Salud, Graciela Reybaud.
Como esta reunión no se produjo, finalmente ATE convocó a parar por 24 horas más en los 25 hospitales en los que tiene representación. De todos modos, aunque los afiliados a esta organización no ocuparon sus puestos de trabajo, el paro no tuvo un alto impacto, puesto que el gremio mayoritario de la actividad, el Sindicato Único de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba), no convocó al abandono de tareas.
Finalmente, al mediodía de este miércoles, los trabajadores volvieron a sus tareas sin recibir respuesta a sus reclamos, aunque las autoridades aseguraron que tomarán medidas.
Uno de los efectores de salud consultado aclaró, de todos modos, que consideraba que el incidente en el hospital Rivadavia no revistió gravedad. “Funcionó el protocolo de seguridad. El encargado del botón antipánico lo hizo funcionar y, mientras la seguridad se ocupaba de calmar a los jóvenes, en diez minutos llegó un móvil de la Policía Metropolitana y los detuvo. Ahora están presos”, informó a Noticias Urbanas.
Lo mismo, es necesario aclarar que la medida de fuerza se basa en que desde hace años las situaciones de intimidación contra el personal hospitalario se vienen multiplicando sin solución de continuidad. Hasta ahora, los agentes de la salud no sufrieron bajas, pero esa posibilidad no aparece como imposible, a la luz de los hechos.
Incluso, el 7 de septiembre de 2014, la propia ministra de Salud porteña reconoció: “Lamentablemente, estamos viviendo muchos episodios violentos. Golpean a los médicos, administrativos y a los enfermeros. Bajan 20 personas de un micro con un herido y le dicen a un médico: ‘Lo salvás o te quemamos’. El que recibe a ese herido y lo tiene que operar está obligado a trabajar en una situación muy estresante”.
Los miembros de la Asociación de Médicos Municipales (AMM) reconocen que la entidad recibe diariamente al menos una denuncia por intimidaciones contra trabajadores de la salud. Las agresiones fluctúan desde los casi inocuos insultos hasta los golpes, pasando por los empujones y las amenazas de muerte, sin obviar las presiones contra los médicos para que ejerzan la excelencia profesional, a costa de perder la vida sin no la encuentran.
Sin embargo, en esta oportunidad, la asociación decidió no acompañar el paro convocado por ATE, sopesando el hecho de que no se podía dejar a los pacientes sin hospital (ver recuadro aparte). “Es más útil buscar soluciones que parar, porque la respuesta no va a venir del Ministerio de Salud, sino del Ministerio de Seguridad, que es el que maneja la policía”, expresó a Noticias Urbanas la secretaria gremial de Médicos Municipales, Alcira Fiorini. Y añadió: “Nosotros, aunque estemos inmersos en esta inseguridad, no nos vamos a acostumbrar a la violencia. Pero para esto vamos a seguir trabajando y no quejándonos”.
La asociación ha instado a sus afiliados agredidos a que hagan la denuncia policial, aunque solo en algunos casos se consiguieron apenas irrisorias sentencias de probation. Paralelamente, para darle estado parlamentario al tema, la AMM presentó un proyecto para que los agresores no puedan volver a entrar en los hospitales, a no ser que su ingreso se produzca en condición de pacientes.
“Alcanzaría si la Federal trabajara codo a codo con la Metropolitana”
La legisladora María Raquel Herrero, presidenta de la Comisión de Salud de la Legislatura porteña, atendió rápidamente la consulta de NU, realizada este miércoles, para manifestar que “en realidad, todos están trabajando en los hospitales. Los que convocaron al paro son un grupo pequeño de delegados”.
Herrero defendió el protocolo de seguridad que se usa en los hospitales. “El sábado funcionó bien. Los jóvenes pedían un cirujano porque uno de ellos tenía un corte, pero los médicos estaban operando a un herido de bala. Se usó el botón antipánico, la policía llegó rápido y los violentos fueron detenidos.”
De todos modos, la legisladora advierte que “más allá de esto, es cierto que hay un clima de violencia e inseguridad. Además, históricamente, la Policía Federal estuvo en los hospitales y su sola presencia intimidaba a los violentos. Cuando el Gobierno nacional sacó la policía de todos lados, hubo que replantear todo. Aún así, Macri no se quedó en el llanto y formó la Policía Metropolitana, y con ella estamos intentando frenar la violencia”.
La legisladora, de origen radical, afirmó que “se perdieron los valores. Se ataca a los médicos, que son los que cuidan la salud de todos. No se puede trabajar con miedo. Alcanzaría si la Policía Federal trabajara codo a codo con la Metropolitana y la seguridad privada, pero el Gobierno nacional le pone siempre palos en la rueda a Macri”, argumentó, tirando la pelota hacia la Casa Rosada.
Finalmente, Herrero, que es licenciada en Administración Pública y trabajó en el hospital Penna, en donde fue responsable del Área Programática, manifestó: “Nosotros seguimos trabajando para los porteños, que tienen claro que el Pro trata de mejorar su calidad de vida”.