¿Cómo definiría el peronismo de Alberto Fernández?
Es una pregunta improcedente, de respuesta previsible. Los que me conocen saben que mi primer argumento es que la crisis del peronismo como alternativa revolucionaria es terminal, pero peronismo y colonia hacen un oxímoron. Que Alberto sea presidente no significa que sea partidario de uno u otro peronismo. Simplemente, no tenemos peronismo al cual adherir. Lo suyo es un penoso “albertismo”.
¿Cómo ve el peronismo post Juan Domingo Perón?
Desde el último gobierno de Juan Perón quedó suprimido el eslogan de la marchita que dice “combatiendo al capital”. Y de diferentes maneras, en esta última fase constitucional, las direcciones políticas del Partido Justicialista (PJ) y lo que quedó de la generación diezmada, ante la ineptitud o impedimento para generar perspectivas de transformación, no tuvieron otro horizonte que la búsqueda de un consenso de -por lo menos- un acuerdo de gobernabilidad con el establishment y sus ruines programas. Cristina volvió a intentarlo infructuosamente con la designación de Albertito. Y él sigue esa línea de que no es peronista, ni antiperonista, ni menemista, ni kirchnerista: no es nada. Y el pragmatismo no es más que conservadurismo del status quo.
¿Cuáles son las consecuencias de las estrategias conciliadoras?
En la confusión de las lenguas que promovieron las estrategias conciliadoras, ya no se sabe cómo delimitar los campos de la liberación con los de la dependencia, ni diferenciar a los que están con la Patria de los que cultivan la Colonia. El saldo de esta estrategia es que la oligarquía, la que realmente gobierna, se fortalece. Y, como los destinos de la Nación desde 1945 transitan por dentro del peronismo ya los argentinos nos va según su relación de fuerzas con el imperio y los monopolios, el fracaso de esos encuentros es el fracaso del país.Con la dictadura de 1976, las clases populares perdieron hasta las herramientas con las que otorgaba la doctrina del Estado benefactor, porque estas fueron derogadas por completo y luego fue ratificada su ausencia con la nueva Constitución Nacional en 1994. El campo nacional y popular,
Están empezando a aparecer carteles con la leyenda “Alberto 2023”. ¿Cuál es el incentivo de Alberto Fernández para hacer campaña en este contexto?
No creo que Alberto esté haciendo campaña para una reelección. Para captar los votos necesarios es preciso salir a buscarlos, elaborar un discurso esperanzador, organizar las bases, los lugares elegidos, los punteros, los líderes de barrio. Hay que meterse en fábricas, oficinas, talleres, ir adonde están los votos, donde sea, conquistar voluntades trabajadoras, visitar las barriadas, las villas, los asentamientos, concurrir a los festejos de sus vecinos y escuchar sus quejidos: el pueblo es la indiscutible mayoria electoral. Y yo no veo que Albertito esté intentando conquistarlo.
En el último discurso de Cristina Fernández de Kirchner en la Universidad de Río Negro, criticó duramente las medidas de su propio gobierno. ¿Cuál es su postura?
¿De qué lógica estamos hablando? ¿La del poder? ¿La de la política? ¿La del ciudadano? ¿Qué sería lo lógico, a ver? ¿Qué se pega un tiro en el pie? ¿Qué le pegue un tiro a Albertito? ¿Qué propone fusilar a los vendepatria? Estamos hablando en metáforas, ¿no? En el país veces donde gatillarle dos a una vicepresidenta pasa al olvido en un par de semanas, hablar de la lógica de la sensatez es inevitablemente una cosa espinosa. Porque un manto de mentiras y silencio esconde la realidad.
¿A qué se refiere?
Todo es ambiguo en la política argentina. Nadie habla de la apremiante historia, ni confronta promesas con verdades. La ley y el delito son del mismo calibre, lo utópico esconde lo concreto. El discurso de Cristina apela a recursos tan desvalorizados como la justicia social, pero se funda en la notable vigencia de un carisma de origen misericordioso. Sin embargo, habrá que comprobar su vigencia. ¿Qué efecto electoral producirá la inflación, la precarización del trabajo, la pobreza, el hambre y la exclusión sobre las clases populares, que fueron la base del kirchnerismo? Al cabo de una gestión catastrófica, inepta y cómplice del gobierno del Frente de Todos, nada está de pie. ¡Qué me van a hablar de Perón! El enemigo del pueblo y la nacionalidad ha instalado el caos.
Desde los sectores duros del kirchnerismo, se habla de la “proscripción de Cristina”. ¿Cuál cree que es el efecto que están buscando?
Proscribir a Cristina sería el golpe de gracia que está faltando sobre el orden republicano, la democracia falluta que sufrimos y el mundo del trabajo, la producción y los negocios. Sería como matar al mensajero, intentar eliminar de la historia un sujeto social de vasto peso y significación, nacido en el 45. Convertir a la Argentina en un Estado inviable. Ese sujeto sobrevivirá al peronismo de nuestro tiempo y se expresará de nuevas y muy distintas formas, pacíficas y violentas. Pero cometer el desatino de querer acelerar la historia suprimida, hoy es la inmolación de la sociedad argentina, tal como la conocemos. El establecimiento aprieta hasta ahorcar, pero no se va a suicidar. Necesita de Cristina para concertar el futuro posible de una Argentina con energía, alimentos, litio y agua para el mundo. La oposición baila a ese hijo, pero son un mamarracho: no será capaz de administrar la colonia próspera. En estas elecciones van a tener la última palabra la embajada yanqui y el FMI, congénitos guardianes de los intereses del Norte, en pleno proceso de destrucción. Y sólo se podrá elegir entre dos opciones, o un elenco díscolo pero eficiente, que sabe honrar sus compromisos o un cartel de facinerosos, que por pura codicia perdió una elección con 40 mil millones de dólares regalados. El Pueblo no tiene alternativa. que sabe honrar sus compromisos o un cartel de facinerosos, que por pura codicia perdió una elección con 40 mil millones de dólares regalados. El Pueblo no tiene alternativa. que sabe honrar sus compromisos o un cartel de facinerosos, que por pura codicia perdió una elección con 40 mil millones de dólares regalados. El Pueblo no tiene alternativa.