La cita fue en Bernardo de Irigoyen al 200, en el club Español, y uno de los primeros en llegar fue el fiscal Carlos Stornelli, con una señorita varios años menor (o eso parecía), con quien bailó, agarradito, música de los ochenta, boleros y cumbias. Hasta allí también llegaron el sabado por la noche legisladores, políticos y amigos de la jefa del bloque Compromiso para el Cambio, Gabriela Michetti, quien festejó sus 40 a pura música, discursos y con la presencia de su jefe político -Mauricio Macri, claro- muy distendido después de su acuerdo con Ricardo López Murphy.
"Pensé que hoy zafaba, pero parece que me persigue (deducimos que se refería al micrófono) -disparó Macri, en un momento en que los comensales le dedicaban un discurso a la homenajeada-. Al menos, esta noche no tendré que explicar por qué hicimos el acuerdo con López Murphy. Quiero decirles que, en estos últimos años, una de las mejores cosas que me pasó fue conocer a Gabriela".
El presidente de Boca había llegado temprano, con su esposa, la ex modelo y politóloga, Isabel Menditeguy, también amiga de Michetti. "Me encanta cumplir 40, y me parece divertido festejarlos", explicaba la legisladora macrista quien, galante, pasaba mesa por mesa para agradecer la presencia de sus invitados.
"Guarda que ahí viene Santiago de Estrada", lanzó el periodista Luis Majul, de posmoderno pantaloncito rayado, cuando le tocó el turno de hablar y aduciendo al veterano vicepresidente primero de la Legislatura, a quien en la Legislatura llaman "El Obispo" por su estampa mesurada. Lo dijo cuando algunos legisladores macristas empezaban a ponerse alegres entre el vino y el champán; gritaban y descontrolaban un poco (tampoco se imaginen tanto; un poco).
Uno de los que se paseaba por el salón un poco mareadito era Martín Borrelli, quien -increíble- se le dio por hacerle bromas -no se escuchaba cuáles- a una señorita rubia que danzaba por el salón del Español.
"A los periodistas se nos produce un problema cuando tenemos un amigo político, como Gabriela. Hace poco le dije: voy a estar al lado tuyo si, como hasta ahora me consta, seguís haciendo las cosas bien. Y si empieza a haber políticos así, que no metan ni un poco la mano en la lata, empezará a haber algunos periodistas que quieran ser sus amigos", le dijo Majul, mientras Alfredo Leuco, con quien compartía mesa, parecía asentir con la cabeza.
Cuando el baile se largó otra vez, después de una pausa del catering que estuvo a cargo de la esposa de Majul, también amiga de Michetti, un desconocido Macri empezó a agitar los brazos en medio de una cumbia y al lado de Michetti, que no lo miraba sorprendida como el resto de la gente (parece que delante de ella ya había ocurrido este espectáculo). El jefe de Boca agitaba y movía los brazos y se agachaba y se levantaba hasta que se salió de la ronda, totalmente transpirado.
Una vez que paró un poco, esta cronista se le acercó y le dijo: "Macri, voy a escribir sobre esto". El jefe de Boca, inmutable, se dio vuelta y como quien está contento de decir finalmente algo que guardó durante años, respondió en tono de confesión: "Es que, ¿sabés?, yo soy un bailarín frustrado…Te lo digo de verdad".
Al promediar la fiesta, Majul entraba y salía de la antesala donde los mozos preparaban el catering, y se preocupaba del backstage culinario cual si estuviera en la producción de su programa, La Cornisa. Al verlo tan agitado corriendo detrás de su mujer, un invitado no pudo resistir el comentario: "Es que por más que sea Majul, hoy es esposo".