La diputada chaqueña Elisa "Lilita" Carrió, luego de varios meses de suspenso, presentó ante la prensa un documento consensuado por una parte de la Comisión Especial Investigadora Sobre Hechos Ilícitos Vinculados con el Lavado de Dinero. A pesar de la expectativa que se había generado, Carrió ingresó al Salón de los Pasos Perdidos en minoría, ya que sólo tres legisladores la acompañaron a enfrentar a los periodistas: Graciela Ocaña (Alianza), José Vitar (Alianza) y Gustavo Gutiérrez (Demócrata de Mendoza).
Los otros diputados que integran la Comisión, Cristina Fernández de Kirchner (PJ), Daniel Scioli (PJ), Carlos Soria (PJ), Horacio Pernasetti (UCR), Margarita Stolbizer (UCR) y Franco Caviglia (cavallista, de Acción por la República), se negaron a firmar el informe final, disconformes con la prisa de Carrió por presentar las conclusiones ante el periodismo, según alegaron ante el periodismo. Scioli, incluso, manifestó ante la prensa que "No se va a conocer hoy la verdad", sino que se va a llegar "a una verdad que se pretende instalar". La verdad, como suele ocurrir, debe estar en otro lado, escondida tras las presiones de gente muy poderosa.
Acompañada por un centenar de sus partidarios, Carrió desgranó las conexiones de personajes como Gaith Pharaon, Monzer al Kassar, Alberto Kohan y Eduardo Escassany con negocios ilegales como el tráfico de armas y el de oro.
De todos modos, de la conferencia de prensa de Carrió en el Salón de los Pasos Perdidos, se desprenden algunas conclusiones. La primera, es que la clase política argentina actúa en casos como éste de la manera en que actuaron los seis diputados que se negaron a firmar el informe: dejando las cosas como están. La segunda fue una consecuencia demorada: la súbita deserción de Carrió de las listas del ARI para las elecciones de octubre. No hubo demasiadas explicaciones para esta movida sorpresiva, que sus colaboradores y sus aliados socialistas esperan que no sea una decisión irreversible.
Si fuera inamovible la decisión de Carrió, la Alianza crecería sustancialmente en sus guarismos electorales, a la vez que el ARI vería menguar su ambición casi simétricamente. Por otra parte, si Carrió reviera su negativa, volverían a asustarse sus enemigos – hoy aliviados -, pero ya el territorio no será el mismo que se veía hasta el viernes. Ahora la chaqueña deberá encarar una batalla de ardua resolución, en la que la clase media la observa con grandes expectativas y en la que su actitud antisistema le permite una cierta libertad política, a la vez que la confina a una soledad de la que le será muy difícil volver.
La ofensiva anti-Carrió ya comenzó. En el fin de semana fue atacada duramente por algunos de sus propios compañeros de la Comisión, que salieron a esmerilar el capital político que pueda capitalizar como resultado de la investigación. El propio presidente de la Nación – en una tarea en la que fue escoltado por uno de sus principales espadachines, Nicolás Gallo -, dijo que el informe carece de "precisiones". Con enemigos como los que se agenció en estos días, la batalla de octubre – que era vista por casi todo el espectro político porteño casi como un trámite – será inusitadamente dura.
En los dos meses que le quedan, sólo será posible para la diputada chaqueña el ejercicio de la coherencia. Si vacilara, aunque fuera sólo por un momento, vería desaparecer su capital político con la misma rapidez con la que lo construyó.