Si bien la imagen del presidente Néstor Kirchner sigue siendo alta y arrastra la oferta K a nivel nacional, los principales encuestadores coinciden en señalar que el escenario capitalino es diferente del resto del país: se trata de un territorio electoral altamente volátil, donde cualquier hecho de la coyuntura puede afectar las posiciones en un tablero en el que, a dos meses de las elecciones de octubre, pelean cabeza a cabeza Lilita Carrió, Mauricio Macri y Rafael Bielsa.
Por las dudas, el matrimonio presidencial cambió su marketing político y su discurso de campaña, aunque nadie se aventura a arriesgar el resultado que tendrá ese giro en Capital.
"En este contexto, se supone que los piquetes afectan a los candidatos kirchneristas en Capital Federal; se supone que la estrategia de denunciar un pacto de desestabilización pegando los piquetes con el duhaldismo beneficiará a (Rafael) Bielsa. Pero también puede pasar lo contrario: que demonizar a Duhalde tenga un efecto búmeran en el electorado porteño, que advierte la contradicción de que Kirchner fue su socio político hasta no hace mucho tiempo", apuntó a NOTICIAS URBANAS una fuente kirchnerista porteña con llegada a la Rosada.
Este viernes, el ministro del Interior Aníbal Fernández se negó a recibir el petitorio de los grupos piqueteros en la Casa Rosada y, de hecho, los emplazó a cambiar de metodología para poder dialogar. El Gobierno se endureció frente a la protesta. Y también se endureció el discurso de Kirchner, que en la última semana acudió a la figura del "pacto de desestabilización" para intentar neutralizar el efecto adverso que pueden traerle en las urnas los piquetes en las calles, sobre todo en la Ciudad.
Si bien no hay encuestas de la última semana, el Presidente sabe por experiencia que cuando alienta -o parece alentar- la protesta piqueteril baja la imagen de su Gobierno. Le pasó, por ejemplo, con la ocupación de las estaciones Shell, que generó un rechazo masivo de la gente, y frente a las que terminó amagando con la prisión para sus ocupantes.
Kirchner no sólo cambió el contenido de su discurso sino también su estética: en la última semana se lo vio más como candidato que como jefe del Ejecutivo y apeló al tono de barricada. "La figura presidencial tiene arrastre y la va a aprovechar. Eso surge de las encuestas", relató a esta agencia la fuente oficialista porteña que participa del marketing.
Este viernes se publicó una encuesta de imagen de Carlos Fara, cuya consultora -hasta donde se sabe- no tiene contrato con la Casa Rosada y suele darle porcentajes bastante más bajos de lo que salen publicados habitualmente. De este flamante sondeo surge un dato curioso que parece darle la razón a la fuente K.
El sondeo revela que "el 43% (de los consultados) votará a los candidatos K en octubre ‘para apoyar al Presidente’", lo que demuestra la succión que la figura presidencial ejercerá hacia los postulantes oficialistas.
Del estudio también surge que el 66% de los encuestados no cree que la disputa entre Kirchner y el ex presidente Eduardo Duhalde altere la gobernabilidad. Sólo un 24% teme que sí pueda suceder.
Frente a tanta incertidumbre, quizá haya que recordar el análisis de dos consultores que esta semana evaluaron el tramo inicial de la campaña: Hugo Haime y Manuel Mora y Araujo. Para Haime, todo pronóstico es por ahora difícil. "En Capital, las cosas siempre se definen en los últimos 20 días, y para eso falta bastante. Por supuesto que las campañas van a ser decisivas".
Por último, Mora y Araujo -que trabaja, entre otros para Mauricio Macri- apuntó: "La verdad es que en 2003, dos meses antes de las elecciones teníamos determinados porcentajes que el día de la elección cambiaron totalmente. Por ahora, los tres están parejos y no veo que la batalla termine en una pelea de dos ni veo quiénes serían esos dos".